Las lluvias torrenciales que el lunes barrieron Catalunya inundaron una de las pistas y parte de una terminal del Aeropuerto de El Prat y obligaron a cancelar 153 vuelos y a desviar otros 18. En pocas horas se recuperó la normalidad, pero la naturaleza recordó sus efectos en pleno debate sobre la ampliación de la infraestructura, uno de los proyectos estrella del Govern de Salvador Illa.
El Aeropuerto se asienta sobre un terreno inundable, el Delta del Llobregat. Ante la imposibilidad de trasladar esta macroinfraestructura a otra zona, el aeródromo barcelonés cuenta con mecanismos sofisticados de drenaje y aprovechamiento del agua, pensados no solo para episodios de lluvias, sino también para que las pistas no sufran eventuales hundimientos cuando la tierra se seca en verano.
“La pista se inundó porque el Aeropuerto de El Prat está en un delta, y es algo difícil de esquivar”, explica el arquitecto y jefe del servicio de estrategia urbana y metropolitana del Área Metropolitana de Barcelona (AMB), Víctor Ténez. Este experto recuerda que la conurbación de Barcelona es, tras la de Nápoles, la que mayor pendiente y orografía tiene de Europa.
“Los tramos finales de los ríos y los deltas son zonas inundables por antonomasia. Episodios como el del lunes en el Aeropuerto se repetirán con un régimen de lluvias más extremo”, expone la doctora en Agronomía y miembro del equipo de Agua y Cambio Climático del Centro de Investigación de Ecología y Aplicaciones Forestales (CREAF), Annelies Broekman.
La experta hace hincapié en que el Aeropuerto es solo una de las actividades económicas que se desarrolla en la zona, donde un pequeño espacio natural deltaico y otro agrícola conviven con grandes infraestructuras como el Aeropuerto, la nueva Zona Franca del Puerto de Barcelona (para la que se tuvo que desviar el Llobregat) o varios nudos viarios.
“Las infraestructuras han invadido un lugar donde la naturaleza hace una función esencial de recarga de acuíferos y de tapón natural de los temporales marinos”, advierte Broekman. Las zonas húmedas y deltaicas, explica esta experta, son esponjas naturales en episodios de lluvias torrenciales: el humedal puede absorber mucha más agua que un terreno seco, y el agua dulce y las dunas hacen que la salada del mar no contamine los ecosistemas de la zona.
Ténez cree que tanto por la zona del Delta del Llobregat donde está el Aeropuerto como por la tecnología actual, la eventual ampliación de la infraestructura “no tendría una gran afectación” sobre el drenaje en caso de fuertes lluvias. Por el contrario, las obras sí impactarían mucho más en la recarga de acuíferos de la zona, a juicio de este experto.
“Impermeabilizar un lugar tan singular significa destruir un hábitat de gran valor y, aunque es técnicamente posible moverlo, socialmente es complicado porque ya tiene una relación con el territorio”, asevera Ténez, que también pide observar las consecuencias de una eventual ampliación en el proceso del ciclo del agua, que permite depurar de forma barata.
Para Broekman, es necesaria una mirada integral a lo que supone la ampliación del Aeropuerto en el sistema natural. No solo por la afectación sobre la zona protegida de La Ricarda o por el hecho de que se pueda mitigar el impacto de lluvias torrenciales con aparatos para elevar el agua como las clóceas y bombas, como ya ocurre en El Prat para incrementar el desguace de aguas hacia el mar.
Estos sistemas, advierte Broekman, “forman parte de la lógica de la ingeniería del siglo XIX y no del siglo XXI”. Cuando se canaliza el agua, remarca la agrónoma, no se puede tener como único objetivo que no se inunde una pista del Aeropuerto, sino que se deben tener en cuenta el resto de funciones del agua en el acuífero. “El sistema natural funciona de forma contraria al de un Aeropuerto: necesita acumular y evacuar agua para reequilibrar la salinidad y la cría de peces, no solo sacarla para que salgan y aterricen los aviones”, añade.
Ténez y Broekman coinciden en recordar que debido al cambio climático, fenómenos tradicionales del clima mediterráneo como la DANA o la sequía se repetirán con mayor frecuencia a intensidad. La experta incide en que nunca el mar Mediterráneo estuvo tanto tiempo rozando los 30 grados (la subida de la temperatura del mar es una de las causas de las lluvias torrenciales), y que precisamente una de las razones es que no le llega suficiente agua dulce.
Por ahora, el Govern ha evitado incluir de forma explícita al Aeropuerto en la revisión general anunciada de todas las actividades (económicas o residenciales) que se desarrollan sobre zonas inundables. La portavoz del Ejecutivo y consellera de Territorio, Sílvia Paneque, destacó este martes los mecanismos de bombeo que evitan su inundación en periodos de lluvias, y enfocó hacia las medidas de autoprotección ante precipitaciones torrenciales como las ocurridas esta semana.
Los partidos contrarios a la ampliación han aducido durante el pleno de este miércoles las lluvias torrenciales como un motivo más para rechazar la obra. “Es incompatible hacer bandera de la lucha contra el cambio climático y querer ampliar el Aeropuerto”, ha expresado la portavoz de ERC, Marta Vilalta.
El otro socio de investidura de Illa, los Comuns, se ha sumado a las críticas. “Cuando llueve, la tercera pista no se amplía sobre la Ricarda, sino que es la Ricarda la que se amplía sobre el Aeropuerto”, ha afirmado Jéssica Albiach. La portavoz de la CUP, Laia Estrada, ha instado a “abandonar” la obra al considerar que no tiene “ningún sentido en emergencia climática. En suma, las lluvias torrenciales se unen al impacto en La Ricarda, el turismo o el modelo de país como elementos del debate de la ampliación de El Prat.