Pol y Anna, dos visiones distintas sobre el independentismo que comparten Diada

El independentismo necesitaba reencontrarse. Llegaba al 11 de septiembre tras su año de mayor movilización pero sin República, con los líderes encarcelados y sin una hoja de ruta política clara. Nada de ello ha impedido sin embargo que, pese a la moral tocada de muchos, volvieran a desbordar las calles de Barcelona. “Es reconfortante saber que seguimos todos aquí”, resumía Pol, joven del barrio de Gracia, minutos antes de participar en su séptima Diada.

El Pol de hace un año pensaba que hoy Catalunya sería un país independiente. O, más bien, confiaba. “Había la ilusión y la disposición, sólo faltó que la gente que tiene el poder diera el paso decisivo”, lamenta. Como tantos otros asistentes a la concentración de la ANC y Òmnium, este joven cree que los líderes políticos deberían haber llamado a defender la República desde las instituciones y la calle. A día de hoy, sigue defendiendo que esta es la vía que debería asumir Quim Torra. “Huelga indefinida a partir del 1-O hasta poner en jaque al país”, proclama.

Su amiga, en cambio, no lo ve tan claro. Anna opina que habría que “ampliar la base” de soberanistas buscando “puntos de acuerdo” con otros colectivos y fuerzas políticas. “Esto va para largo”, advierte. Con Pol, componen un reflejo bastante ajustado del dilema en el que se encuentra el independentismo y de las divergencias que evidencian hoy las estrategias de formaciones como JxCat, CUP o ERC. “Y aquí estamos los dos”, sonríen, mientras buscan el tramo que deben ocupar.

La Diada ha supuesto un chute de ilusión para un movimiento que hace años rozaba la sobredosis. La gravedad en el tono de las manifestaciones por los presos ha dejado paso a una concentración de nuevo festiva, a la que han acudido los asistentes en familia y con amigos. La estelada ha recuperado su protagonismo por encima de los lazos amarillos, y los asistentes han retomado el grito de “independencia” como lema insignia, eso sí, sin dejar de pedir la libertad para los “presos políticos”.

De la decepción al apoyo

“El año pasado vinimos y pensamos que sería el último, así que este es una decepción, pero seguimos para dar apoyo y que todo vaya a buen puerto”, reconoce Xavier Hurtado, vecino de Vilanova i la Geltrú. Con un grupo de amigos se integra en el tramo 23 de la manifestación. Es justo en el cruce entre Diagonal y Passeig de Gràcia, el mismo punto que quedó desbordado el 3 de octubre con la manifestación de rechazo a la violencia policial, o el 17 de ese mismo mes para pedir con una marea de velas la libertad de Jordi Cuixart y Jordi Sánchez.

Xavier espera que el éxito de participación en la Diada sirva para reactivar la movilización soberanista. Si cada 11 de septiembre ha conseguido para mandar un mensaje al Palau de la Generalitat -el más famoso, el “posi les urnes” de Carme Forcadell previo al 9-N-, el de hoy quizás sería que el independentismo seguirá exigiendo a la clase política la consecución de la República.

Este ha sido el mínimo común denominador de la Diada, a juzgar por las opiniones de los asistentes. Sobre la vía a seguir ya no hay tanto consenso. ¿Qué debería hacer ahora Torra? “Lo que tienen que hacer no lo sé, porque no conozco los movimientos políticos, que hagan lo que tengan que hacer y nosotros confiaremos y seguiremos en pie”, manifestaba Agnès, en un alarde de la fe que mantienen muchos en los líderes políticos. “Al fin y al cabo, dijeron que votaríamos y lo hicimos”, resume.

Se refiere Agnès al 1-O, que vivió en su localidad de Sant Vicenç de Castellet. Lo rememora con sus amigas Anna y Marga, sentadas en una acera de la Diagonal, mientras hacen tiempo antes de las 17.14 horas. “Defendimos el colegio y sufrimos mucho, piensa que estamos al lado de Fonollosa”, comentan. En esa pequeña localidad hubo duras cargas de los antidisturbios de la Guardia Civil.

También ellas llegaron a pensar en octubre que la independencia era posible. “Hemos comprendido que es más complicado”, reconocen, pero a la vez dejan un recado a los políticos que recularon tras la DUI: “Ellos también deberían confiar más en la capacidad de la gente”. Se acerca la hora y se despiden en busca de su ubicación en la Diagonal con un “a veure si aquest any sí [a ver si este año sí]...”