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Por qué se dispara la contaminación por partículas en el interior de Catalunya: “Son niveles de China o India”

Imagen de fondo de Manlleu, una de las localidades más golpeadas por la contaminación de partículas PM10

Pau Rodríguez / Barcelona

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Pocos días antes de Nochevieja, los mapas comenzaron a mostrar una gran mancha de contaminación en el aire de la comarca de Osona, en el interior de Catalunya. Era un agujero morado, el color que indica que la polución es ya “extremadamente desfavorable” o incluso “peligrosa” para la salud. Y no es la primera vez que se detecta en la zona. 

“Parece que si no ocurre en Barcelona no es noticia”, lamenta Xavier Querol, científico del CSIC y uno de los mayores expertos en calidad del aire de España. Lo que sorprende a este investigador es que no fueron las administraciones sino los propios vecinos de ciudades como Vic, y sobre todo Manlleu, los que dieron la voz de alarma en redes sociales.

Durante las fechas navideñas, las estaciones de medición de ambas localidades registraron concentraciones de partículas finas PM10 de entre 150 y 200 µg/m3, cuando lo recomendable es no superar los 50. Se trata de una intensidad que en la actualidad casi no se alcanza en ningún rincón de Europa. “Si lo comparas con otras zonas, estamos hablando de niveles propios de ciudades tradicionalmente más contaminadas como las de China o India”, pone como ejemplo Querol. 

Los picos de contaminación del aire ocurren casi cada año en la comarca, normalmente en diciembre o enero, y responden a una tormenta perfecta de factores: a las emisiones de la zona, con mucha presencia de quema de biomasa y purines, se suma una orografía y unos fenómenos meteorológicos que favorecen que el aire no se renueve. “Es una bomba a la que, si además añades la sequía de estos años, provoca episodios de contaminación que son brutales”, reconoce Andreu Garcia, concejal de Medio Ambiente, Salud Pública y Mundo Rural del Ayuntamiento de Manlleu. 

Su localidad es la zona cero de este mapa rural de la contaminación. Solo hay dos ciudades en Catalunya que incumplan los límites de calidad del aire que fija la Unión Europea. Una es Barcelona, en cuyo distrito del Eixample se superan históricamente los umbrales de dióxido de nitrógeno generados por los coches diésel (aunque en 2022 se cumplieron por primera vez), y la otra es Manlleu. En el caso de esta localidad de 20.000 habitantes, a 15 kilómetros de Vic, se debe al exceso de partículas en suspensión PM10.

Las directivas europeas fijan que una zona solo puede superar los 50µg/m3 de media durante 35 de los 365 días del año. Según el último informe del Estado de la Calidad del Aire de la Generalitat, Manlleu superó ese umbral un total de 46 jornadas en 2022. 

En cuanto a la salud de la población, estos episodios intensos se relacionan con un aumento de consultas por patologías respiratorias, como asma y bronquitis, o el empeoramiento de enfermedades pulmonares crónicas, señala Ferran Campillo, pediatra ambiental al frente de la Unidad de Salud Medioambiental Pediátrica del Hospital de Olot, en la comarca vecina de La Garrotxa.

Los picos de contaminación también se asocian a un incremento de los ictus y, en general, a mayor mortalidad por patología cardiovascular y respiratoria. “Es un cóctel que tiene un impacto muy importante en la salud”, advierte Campillo, que añade que una exposición crónica a niveles elevados de partículas finas se relaciona con mayor prevalencia de otras enfermedades como el Alzheimer o los problemas reproductivos y de partos prematuros.

Biomasa, purines e inversión térmica

La Plana de Vic tiene una orografía que favorece estos episodios de contaminación. Es una llanura encerrada por distintas cordilleras que hacen que el aire esté más estancado. Además, cuando hay anticiclón se generan a menudo inversiones térmicas, un fenómeno que impide el ascenso del aire y, por lo tanto, también de las partículas contaminantes. “Es como tener una olla hirviendo y tapada: el vapor no puede salir”, ejemplifica Querol. 

En invierno, coincide además con el frío, que hace que las calderas y calefacciones estén a toda mecha en los pueblos y ciudades. En la comarca, un elevado porcentaje de las mismas funciona con biomasa. La leña y los pellets, si no se queman en estufas de alta eficiencia, pueden desprender muchas partículas. A ello se le suman las quemas agrícolas de residuos, que se suelen hacer en invierno y cuando no hace viento, y las emisiones que genera el amoníaco de los purines. Cabe recordar que Osona es uno de los epicentros españoles de las macrogranjas con más de un millón de cerdos censados

Todo ellos se mezcla con los causantes de partículas PM10 más habituales de cualquier región, como son el tráfico rodado o el polvo que levantan las obras o la actividad industrial. 

“Las industrias se han ido renovando, diría que se trata sobre todo de un problema de emisiones domésticas. En 2016 y 2017 estuvimos midiendo la calidad del aire los días de Navidad y coincidieron los picos con Nochebuena y Nochevieja, que es cuando todo el mundo está en casa”, observa Querol. 

La quema descontrolada de biomasa en calefacciones de hogares es para Querol el principal reto a corregir. “Hay muy pocas medidas al respecto”, lamenta. Su equipo de investigadores, explica, ha traído a Catalunya en varias ocasiones a expertos del gobierno de Lombardía, en Italia, donde también se juntan las inversiones térmicas con el mismo tipo de emisiones. Lo que hacen en esa región es catalogar las calderas de biomasa según su los niveles de emisiones y subvencionar la transición hacia las más eficientes.

Fuentes del departamento de Acción Climática de la Generalitat reconocen que este es un problema recurrente y relacionan el uso de biomasa y las chimeneas de leña con la pobreza energética. Y añaden también el papel de las granjas. “Muchas usan biomasa y gasoil para calentar. Y haciendo uso de estos combustibles, que no tienen filtros. Es otro de los temas que hay que trabajar”, aseguran, mientras buscan la “forma” de que esas naves modernicen sus sistemas de calefacción. 

Desde Manlleu, el concejal Andreu Garcia coincide con la enumeración de todos los factores. Lamenta especialmente que no haya datos para calibrar el impacto de los purines, contra los que asegura que los ayuntamientos no pueden actuar. Pero discrepa de uno de los causantes citados, el de las quemas agrícolas de desechos. “Por tradición, estas quemas se hacen a partir de enero y sobre todo en febrero. Ahora mismo no encontrarás ninguna”, explica. De ahí, argumenta, que su municipio no las haya prohibido estos días, como sí hizo el año pasado en episodios similares durante enero y febrero.

Las medidas de protección de la salud

A largo plazo, la única solución que ven los expertos a los picos de contaminación por partículas finas en la Plana de Vic pasa por reducir emisiones, ya sea cambiando el sistema de calefacción de los hogares o reduciendo el tráfico en favor del transporte público. Pero a corto plazo, en medio de estos episodios, también hay medidas que la población puede y debe adoptar. 

A pesar de las quejas de los científicos de que las Administraciones no han lanzado alertas contundentes a la población, tanto la Generalitat como el Ayuntamiento de Manlleu recuerdan que sí han emitido avisos: se recomienda no usar el coche o compartirlo, revisar el buen funcionamiento de las calefacciones, suspender obras que generen polvo “siempre que sea posible técnicamente”, prohibir el uso de radiales o intensificar la limpieza de calles. Aunque el comunicado de Manlleu no lo incluye, el aviso de la Generalitat sí especifica prohibir la quema de rastrojos y restos vegetales y potenciar su gestión a través de alternativas como la trituración o la recogida para compostaje.

El pediatra Campillo recomienda el uso de mascarilla, aunque reconoce que no es óptimo. Y aconseja no abusar esos días del deporte al aire libre. Pero insiste en las medidas a largo plazo. “Como no podemos cambiar la orografía del lugar ni su meteorología, la única forma de atacar las causas es reducir las emisiones sustancialmente”, concluye.

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