Un distrito de Barcelona agrupa los principales barrios que crecieron en los años cincuenta, sesenta y setenta con el desarrollismo. Barrios populares que conquistaron sus derechos con las luchas vecinales y que décadas más tarde siguen siendo los más pobres de la ciudad. La renta media del distrito de Nou Barris se encuentra (con datos del 2012) 43 puntos por debajo de la media de la capital catalana. En el barrio con mejor situación económica del distrito, Vilapicina y la Torre Llobeta, la renta familiar no llega al 72% de la media de Barcelona, y en el más pobre, Ciutat Meridiana, es un 37,5% de la media de la ciudad.
Al igual que se han mantenido las desigualdades, también persevera la tradición de lucha, y más de un centenar de entidades agrupadas en la plataforma Nou Barris cabreada han puesto en marcha la campaña “no es pobreza, es injusticia” con el objetivo de “reclamar derechos, no caridad”. Reclaman datos claros para conocer la situación del distrito –“sabemos que somos pobres pero no sabemos el alcance de la tragedia”, asegura Carolina Recio, de Nou Barris Cabrejada– y por eso han hecho un informe recogiendo datos públicos y los que tienen las mismas entidades.
En cinco años, las diferencias sociales en la ciudad se han incrementado notablemente. La renta media de una familia de Nou Barris ha pasado de ser un 70,8% de la media de Barcelona en 2007 a un 57,1% en 2012. Las entidades estiman que el distrito tiene la tasa de paro más alta de la ciudad. Aparte, en los barrios se encuentra un creciente número de personas que sufren el paro de larga duración y muchas personas que, a pesar de tener trabajo, no pueden cubrir sus necesidades básicas, explica el informe.
Peor salud
La datos de salud, que es un buen indicador para conocer las desigualdades, muestran que la esperanza de vida en Nou Barris está por debajo de la media de la ciudad. Las entidades señalan que han detectado un incremento de los problemas de salud mental, un empeoramiento de la salud bucodental, que no está garantizada por el servicio público, un aumento de los embarazos adolescentes, del consumo de drogas y de las solicitudes de ayudas para pagar medicamentos. Los vecinos remarcan además que, al utilizar más los servicios públicos, también son más afectados por los recortes. En Nou Barris un 80% de la población tiene cobertura sanitaria exclusivamente pública, en comparación con un 60% en Barcelona.
Otro elemento que condiciona la salud es la alimentación. Las entidades muestran especial preocupación por la malnutrición infantil. El 25% de las becas comedor concedidas en la ciudad se dan en el distrito de Nou Barris, pero es también el distrito con más solicitudes denenegades. Desde la asociación de vecinos de Ciutat Meridiana –el barrio que los vecinos han llamado “Villa Desahucio”– Filiberto Bravo dice que “nos llegaban quejas de las escuelas y los centros de salud que a los niños se les notaba que tenían hambre”. Por eso los vecinos decidieron actuar y ocuparon lo que tenía que ser un centro de creación para convertirlo en banco de alimentos.
Bancos de alimentos, parroquias y asociaciones de vecinos distribuyen alimentos en el barrio y han notado un incremento de las personas con esta necesidad. El Banco de Alimentos de DISA, por ejemplo, atendía 400 familias en 2012 y este año atiende 1.004. Este sistema, sin embargo, no garantiza una buena alimentación a las familias, ya que depende de las remesas de donativos de las compañías colaboradoras. Las dietas de los usuarios se suelen basar en arroz y pasta. Por un lado, las entidades señalan que hay familias en situación de pobreza energética que no tienen agua o fuego para cocinarlo, y por el otro que esto no garantiza una buena alimentación. “Si tenemos niños que sólo comen pasta y arroz tendremos adolescentes diabéticos o ya tenemos niños con problemas de dientes o de vista”, apunta una portavoz.
Dificultades para acceder a ayudas
Un elemento básico de la respuesta, los servicios sociales, tampoco están a la altura, según las entidades. Aunque el Ayuntamiento los ha reforzado, los vecinos aseguran que los han cargado con funciones que no les correspondían, como la cuestión de la vivienda o los complementos a las becas de comedor, y que siguen sin atenderse todos los casos.
Lourdes Ponce, de Nou Barris Acoge, lamenta las dificultades para acceder a las ayudas, y explica cómo entidades como la suya se dedican a ayudar a los vecinos a rellenar formularios para cumplir los requisitos y no quedarse sin ayudas. A menudo, explica otra vecina, hay una fiscalización constante a los padres que acaba dejando a los hijos sin ayudas. “Hay escuelas que han dejado de hacer excursiones y campamentos porque las familias no los pueden pagar”, apunta Ponce.
Las entidades buscan también fórmulas para huir de la estigmatización de la pobreza. Una que valoran positivamente, aunque insuficiente, es el “supermercado por puntos” en que se ha convertido el Banco de Alimentos de DISA, que permite a las familias elegir sus alimentos, valorados en puntos que les dan servicios sociales. “Pierdes autonomía como persona cuando no puedes decidir qué comer”, lamenta Carolina Recio.
La campaña “No es pobreza, es injusticia” que se presentó ayer se plantea como una campaña de largo recorrido. A parte de las acciones en Nou Barris, la plataforma llama al apoyo de todos los barrios a una manifestación hasta la plaza Sant Jaume el próximo 11 de diciembre. “No es un problema sólo de Nou Barris sino de modelo de ciudad, Barcelona está generando pobreza”, concluye Recio.