'Dones en Xarxa' promueve los derechos de las mujeres y apuesta por su empoderamiento usando las TIC. Cree en el potencial de internet para alcanzar la igualdad efectiva.
Derecho a no ser miradas siempre como mujeres
Una vez más ha pasado el 8 de marzo y hay que hablar de los derechos de las mujeres. Cuando intentamos enumerar todos los derechos que nos son vulnerados día a día por ser mujeres -aquí y en el mundo- nos damos cuenta de que hay un continuo en todos ellos que es ser miradas como mujeres con la desequivalència que conlleva. Hay que reivindicar el derecho a no ser miradas como mujeres en todo lo que hacemos, decimos, sentimos o expresamos. Somos seres humanos, personas. Este es el derecho fundamental que es vulnerado sistemáticamente y tiñe toda nuestra vida. El problema es que no está recogido como derecho humano fundamental y, por tanto, es invisibilizado.
Cada vez que nos matan por ser mujeres, que abusan sexualmente de nosotros poque se nos mira como objetos sexuales por ser mujeres pero también cuando nos pagan menos por un mismo trabajo porque nuestra categoría laboral recibe un “nombre” menos relevante o cuando se nos juzga como madres porque queremos desarrollarnos profesionalmente a pesar de tener hijos / as, nos están mirando como mujeres.
El androcentrismo derivado del sistema patriarcal que impregna todas las facetas de la vida pública y privada de todas y todos nosotros hace que el hecho de ser mujer sea algo que provoque una mirada diferente: la mirada que se aplica a las mujeres (supongo que no hace falta que explique cuál es esta mochila que nos condena a un segundo plano en todos los aspectos). Entonces casi abandonamos la categoría de personas. Es un paradigma conceptualmente obsoleto pero socialmente dominante.
Atravesadas como estamos por esa mirada, a veces olvidamos que vivir sin androcentrismo es el derecho que debemos tener todas porque, derivado de éste, vienen los demás derechos. No nos deberíamos preocupar por nuestros derechos sexuales y reproductivos ni tampoco, por ejemplo, por cómo nos debemos vestir o comportarnos para que no nos violen por la calle (como nos están “enseñando” a hacer de forma infinitamente patriarcal los “Mossos d'esquadra” recientemente) si viviéramos sin androcentrismo. Soñamos: en una sociedad donde tuviéramos el derecho explícito -y se cumpliera- de ser miradas como personas, donde todo el mundo tuviera claro que cada persona es libre de decidir qué quiere hacer con su cuerpo y tiene derecho a no ser vulnerada ni violentada. Punto. Ya está. Sin más argumentos.
“Troceamos” los derechos y los vamos reivindicando uno a uno: derecho a no ser más pobres que los hombres, derecho a igual salario, derecho a estar en los puestos de decisión de los gobiernos y las empresas en igual número que los hombres, derecho a que los hombres se corresponsabilicen de las tareas de cuidado, derecho a caminar sola por la calle sin que sea una invitación a valorar verbalmente tu cuerpo ...
Es importante trasladar que cada una de estas pequeñas luchas tiene que ver con la vulneración de un derecho que debería ser fundamental pero que no está reconocido ni visibilizado. El “espejismo de la igualdad” hace que parezca una obviedad pero no lo es. Habría que plantearse por qué este derecho fundamental para las mujeres, que es vivir sin patriarcado, machismo, no queda recogido en ningún sitio y, por tanto, tampoco queda constancia de su vulneración. A veces es como luchar contra molinos de viento porque, a pesar de ser muy real parece un intangible. Por ello, este 8 de marzo reivindico como derecho fundamental no ser miradas como mujeres sino como personas, sujetos de derechos.
Una vez más ha pasado el 8 de marzo y hay que hablar de los derechos de las mujeres. Cuando intentamos enumerar todos los derechos que nos son vulnerados día a día por ser mujeres -aquí y en el mundo- nos damos cuenta de que hay un continuo en todos ellos que es ser miradas como mujeres con la desequivalència que conlleva. Hay que reivindicar el derecho a no ser miradas como mujeres en todo lo que hacemos, decimos, sentimos o expresamos. Somos seres humanos, personas. Este es el derecho fundamental que es vulnerado sistemáticamente y tiñe toda nuestra vida. El problema es que no está recogido como derecho humano fundamental y, por tanto, es invisibilizado.
Cada vez que nos matan por ser mujeres, que abusan sexualmente de nosotros poque se nos mira como objetos sexuales por ser mujeres pero también cuando nos pagan menos por un mismo trabajo porque nuestra categoría laboral recibe un “nombre” menos relevante o cuando se nos juzga como madres porque queremos desarrollarnos profesionalmente a pesar de tener hijos / as, nos están mirando como mujeres.