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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La trampa del neoliberalismo

El igualitarismo neoliberal defiende que nadie merece privilegios. Se opone por ejemplo a un trato legal preferente como el dado en las llamadas acciones afirmativas en empleo y educación, sueldos comparables, y ventajas para las mujeres en la custodia y la violencia doméstica.

La ley no debería tratar de forma diferente a la mujer y al hombre. Hay que respetar las diferencias entre el esposo y la esposa derivadas de sus diferentes aspiraciones. Si una mujer tiene una fuerte preferencia por hacer la colada y cuidar de los niños, más que por hacer un trabajo remunerado, y si su marido prefiere éste trabajo en lugar de hacer las tareas domésticas, la carga extra de trabajo doméstico y cuidado de niños que tienen las mujeres, es debida a su propia elección y es una desigualdad justa, de la que las mujeres son responsables. (Richard Arneson, “Feminism and Family Justice,” Public Affairs Quarterly 11 (1997): 313-330)

La jurista Martha Fineman describe como las primeras reformadoras feministas cayeron en la trampa del igualitarismo liberal formal. La neutralidad respecto al género era un objetivo feminista que en principio coincidió con las nociones liberales de igualdad.

El concepto de igualdad se asocia tradicionalmente con el surgimiento de la filosofía del individualismo liberal. También se cita a menudo como el principio animador clave del feminismo moderno... Fue la defensa de la idea de que todos los seres humanos son, por naturaleza, libres, iguales, y dotados con los mismos derechos inalienables, lo que llevó primero a las mujeres a desafiar su situación de inferioridad legal.(Martha Fineman, Equality: still illusive after all these years. Social Citizenship and Gender, Cambridge University Press 2009)., Equality: still illusive after all these yearsSocial Citizenship and Gender

Aceptaron así las feministas como real la visión idealista de la familia en que las mujeres eligen libremente la tarea de cuidar, y en caso contrario los hombres comparten al 50% dicha tarea:

Las reformadoras feministas estadounidenses argumentaron que la absoluta igualdad de trato y la neutralidad respecto al género era la única base adecuada para las reformas, tanto dentro como fuera de la familia… La idea era hacer que los cónyuges compartieran todas las responsabilidades y los beneficios de la institución del matrimonio, con un punto de vista androcéntrico y roles intercambiables. (Martha Fineman. Women, marriage and motherhood in the united states: allocating responsibility in a changing world, 2011)Women, marriage and motherhood in the united states: allocating responsibility in a changing world

Sin embargo la fantasía igualitaria pronto empezó a resquebrajarse. El reparto equitativo era difícil de lograr:

Los hombres no suelen ser cuidadores primarios, ni co-cuidadores al 50%, de los hijos, ni de dependientes, ni del hogar. Los matrimonios pueden fracasar, los niveles de divorcio son altos. Siempre habrá nacimientos fuera del matrimonio. Los trabajos no están diseñados para dar cabida a la maternidad. El cuidado a menudo se traduce en sueldos más bajos y menos oportunidades de formación y progreso profesional.(Martha Fineman. Women, Marriage And Motherhood In The United States: Allocating Responsibility In A Changing World, 2011) Women, Marriage And Motherhood In The United States: Allocating Responsibility In A Changing World,

El modelo igualitarista de familia confunde lo que tendría que ser con lo que es, habla de los nuevos padres, igualitarios y corresponsables, sin atender a las tozudas estadísticas: solo un 7% de los padres (♂) se encarga de los niños en condiciones de igualdad completa con la mujer (Pau y Marga Marí-Klose, Elizabeth Vaquera y Solveig Argeseanu. Infancia y futuro. Fundación la Caixa, 2010). Infancia y futuro.Fundación la Caixa, 2010Esta confusión lleva a una legislación uniformadora que valora más las afinidades que las diferencias. El lenguaje neutral al género enmascara los privilegios masculinos e invisibiliza la discriminación, considerando que ésta es una excepción detectable y corregible, dentro de un sistema justo y equitativo, caracterizado por la libertad individual y la autonomía.

Dicen los igualitaristas:

Las situaciones diferentes del hombre y de la mujer pueden ser explicadas, no por la violencia contra la mujer ni la discriminación sexista, sino por sus preferencias diferentes.(Epstein 2002, 33; Stolba and Furchtgott-Roth 1999, xii)

Pero la pretendida libertad de elección puede ser aparente. Las mujeres pueden tomar decisiones limitadoras y perjudiciales para ellas diciendo que lo hacen libremente. El concepto de libertad de elección no refleja adecuadamente la estructura patriarcal de la sociedad y su influencia en las elecciones de la mujer.

La esposa, el progenitor estadísticamente más propenso a estar en desventaja en el mercado, es más probable que también sea el progenitor que debe ajustar sus actividades profesionales para dar cabida a la crianza del niño. Este ajuste se traducirá en costos potencialmente incalculables para su desarrollo profesional y personal. (Martha L. Fineman. Research study granted for the Graduate School Research Committee of the University of Wisconsin, 1981. A study of rhetoric and results in the regulation of the consequences of divorce) A study of rhetoric and results in the regulation of the consequences of divorce)

En el caso de la prostitución, por ejemplo, no podemos colocar en primer plano la libertad de elección, lema del neoliberalismo, blandiendo el estandarte del “consentimiento individual”, sin tener en cuenta las condiciones que han llevado a ese consentimiento, su auténtica validez, y las consecuencias de esa elección. Retrocederíamos al argumento del “esclavo por convicción” absolutamente rechazado en todas las legislaciones, anteponiendo la opción individual al bien común y la protección del débil. La prostitución no es un trabajo sino una forma de ganarse la vida inevitable para muchas mujeres.

Siempre he simpatizado con el socialismo y me entristecen profundamente los rasgos neoliberales en su política. Por ejemplo en lo que respecta a la prostitución, Cataluña se ha convertido según muchos en el burdel de Europa con su política permisiva en este tema. Como dice la magistrada del TSJC Matilde Aragó Gassiot en la presentación de la plataforma 'Dret a no ser Prostituïdes' , Cataluña ha adoptado una estrategia de fomento de la prostitución:

  • L’any 2010, es dicta el Decret 112/2010, de 31 d'agost, pel qual s'aprova el Reglament d'espectacles públics i activitats recreatives, fet pel Sr. Saura i President Montilla, i aquella normativa (del 2002) va ser modificada, art. 41, amb una regulació encara més permissiva - incorporant un element d’espai propi per les dones, com a tot element - sense fer cap referència, ni cap debat social previ, sobre la conveniència de regular o no els prostíbuls, ni sobre la relació evident i constatada (així en tots els procediments judicials oberts) entre tràfic de persones i la prostitució. Es diu que les dones que hi treballin han de ser autònomes. I cal preguntar-se, des de quan són autònoms els treballadors que donen el rendiment a favor d’un negoci d’un altre? Això es va aprovar amb l’aquiescència tàcita de les institucions, inclòs l’Institut de la Dona. En la pràctica, Catalunya és pionera de la tolerància als prostíbuls i s’ha donat carta blanca a la seva instal·lació, aconseguint que tinguem el bordell més gran d’Europa. I s’ha fomentat les organitzacions contràries a l’abolicionisme i de foment del “treball sexual” fins al punt injustificable de que entrin a formar part de les xarxes legals de lluita contra la tracta de persones.

Me duele ver como el socialismo ha caído en la trampa neoliberal, pero me duele mucho mas ver a mujeres que se llaman a sí mismas feministas y utilizan los mismos argumentos sobre la mujer que los liberales más extremos.

Artículo publicado en Dones en Xarxa

El igualitarismo neoliberal defiende que nadie merece privilegios. Se opone por ejemplo a un trato legal preferente como el dado en las llamadas acciones afirmativas en empleo y educación, sueldos comparables, y ventajas para las mujeres en la custodia y la violencia doméstica.

La ley no debería tratar de forma diferente a la mujer y al hombre. Hay que respetar las diferencias entre el esposo y la esposa derivadas de sus diferentes aspiraciones. Si una mujer tiene una fuerte preferencia por hacer la colada y cuidar de los niños, más que por hacer un trabajo remunerado, y si su marido prefiere éste trabajo en lugar de hacer las tareas domésticas, la carga extra de trabajo doméstico y cuidado de niños que tienen las mujeres, es debida a su propia elección y es una desigualdad justa, de la que las mujeres son responsables. (Richard Arneson, “Feminism and Family Justice,” Public Affairs Quarterly 11 (1997): 313-330)