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'Dragon boat', el deporte chino que practican pacientes de cáncer de mama y que se extiende en España

“¡Cinco, diez, diez!”, grita a su equipo Eulàlia, la entrenadora de Picam’s Dragons. Así empiezan los entrenamientos de los sábados por la mañana en el puerto de Badalona de este equipo de dragon boat, un deporte que proviene de la tradición china y consiste en remar al ritmo de un tambor en una barca de madera decorada con cabeza y cola de dragón.

Este deporte asiático atracó en España durante la década de 2010, con diversos equipos en todo el territorio. Pero lo que lo hace peculiar es que la mayor parte de agrupaciones compiten en la modalidad BCS, que responde a las siglas Breast Cancer Survivors. Es decir, está compuesto íntegramente por supervivientes de cáncer de mama que se benefician de esta práctica para mejorar su sintomatología.

El primer equipo BCS fue el de Flamenco Rosa en Murcia, seguido de Estelas Rosas de Cantabria. Picam's Dragons fue el primero de Catalunya, nacido en 2019. Actualmente hay más de una decena de equipos de dragon boat BCS por todo el territorio y poco a poco aumentan en número.

Diversas investigaciones han destacado los beneficios de este deporte para las mujeres que sufren o se recuperan de cáncer. A diferencia de otras formas de ejercicio, el remo no tiene riesgo de caídas fuertes o golpes que podrían ser perjudiciales para las supervivientes de cáncer de pecho.

“No me puedo apuntar a un equipo de pádel porque me pegan un pelotazo y me joden el brazo”, explica Isabel, capitana del equipo. Además, el gesto al remar es repetitivo y, a pesar que requiere fuerza, esta se puede graduar dependiendo de a qué velocidad se quiera ir. Al ser un equipo en el que todas viven la misma situación, reina la empatía en el caso de que alguna no pueda seguir el ritmo. 

El deporte también ayuda a fortalecer la musculatura del pecho tras una mastectomía y previene los síntomas y aparición del linfedema, una de las consecuencias más comunes del tratamiento de este tipo de cáncer que consiste en la hinchazón del brazo del costado en el que se ha realizado la cirugía y que es prácticamente imposible de revertir.

“Un brazo pesa más que el otro”, describe Isabel. Pero ella asegura que después de empezar con el dragon boat ha mejorado su dolor e incluso asegura que ahora solo tiene dificultades para comprar ropa que no apriete su brazo afectado.

Juan Miguel Gil, jefe del servicio de oncología médica del Institut Català d’Oncologia (ICO), cuenta que, al realizar una extirpación de los ganglios durante el tratamiento del cáncer de mama, los conductos linfáticos que facilitan el retorno de los líquidos del brazo quedan afectados. Por ello, el movimiento repetitivo de remar ayuda a la circulación de los fluidos y en consecuencia a mejorar la sintomatología.

Salud más allá del cuerpo

Picam’s Dragons fue el primer equipo BCS de Catalunya. Como indica su nombre, fue una iniciativa de la fundación Prevenció i Informació Càncer Molins de Rei (PICAM). Se sumaron a la tendencia que ya se estaba dando internacionalmente y que, según cuenta Isabel, surgió a partir de un estudio hecho por el doctor canandiense Don McKenzie en 1996. 

Ese año, en Vancouver, se celebró el primer festival internacional de dragon boat fuera de China. Este médico y deportista, al verlo, se inspiró y decidió entrenar a 24 pacientes de cáncer de mama en esta disciplina de remo y apreció beneficios en su sintomatología, tanto física como emocional.

“Pertenecer a un equipo es una ayuda psicológica para las enfermas ya que evita que queden aisladas”, explica el doctor Gil. Celeste, de 51 años, lo ratifica. Ella llegó hace un año, justo al terminar su primer ciclo de quimioterapia. “Al entrenar me sentía viva”, confiesa. Su tipo de cáncer, llamado triple negativo, era de tratamiento difícil y poder asistir a los entrenamientos de dragon boat le proporcionaba soporte moral y psicológico. 

“No necesité siquiera terapia psicológica”, ríe Celeste, para ejemplificar hasta qué punto a ella le ayudó el dragon boat. Recuerda que mientras duraba su tratamiento de quimioterapia, pudo recibir consejos y resolver dudas de las compañeras que habían pasado por un proceso similar.

“Para mí esto es una ilusión y lo necesito después de un tratamiento tan duro”, coincide Sandra, de 54 años. Ella y Celeste son las únicas del grupo que comparten este tipo de cáncer, que tiene altas posibilidades de reaparición. Para Sandra, estar en el mar es conseguir paz y no pensar en ello. “Creo que esto es vivir y esta vida me encanta”, canturrea recordando una canción de C-Kan. 

Una de las facetas que más le gusta de esta práctica es la competitiva. Le ilusiona apuntarse a campeonatos y preparar el transporte y el alojamiento, así como conocer a gente nueva. Recientemente se ha inscrito al certamen del International Breast Cancer Paddling Committee (IBCPC) que se celebrará en 2026 en Francia, donde más de 5.000 mujeres supervivientes de cáncer de mama de todo el mundo se reunirán para compartir su afición por el remo. 

“Yo antes no viajaba mucho, pero ahora tengo la cuenta bancaria tiritando”, se queja Isabel entre las carcajadas de sus compañeras. En el equipo la mayoría participan en varias competiciones nacionales durante el año, pero todo ello se lo financian solas y algunas no se lo pueden permitir. 

“No solo es el tratamiento, se necesita un apoyo después”, añade Celeste. Explica que algunas mujeres no pueden seguir trabajando tras recuperarse del cáncer y sus ingresos sufren. Por ello, muchas acaban por perderse oportunidades como el certamen de 2026 en París.

Pero, a pesar de su entusiasmo por las competiciones, ganar no es su prioridad. En el pasado Festival Internacional de dragon boat en Castelldefels no consiguieron ningún primer puesto, pero aseguran que les da igual. “Si no ganamos nosotras, ganan otras en la misma situación”, reflexiona la capitana. 

No hacen falta burbujas sino información

A pesar de los beneficios de este deporte, muchos familiares de las integrantes de este equipo se mostraron reticentes a que practicaran dragon boat. Algunos de ellos tenían la creencia de que los pacientes de cáncer se debían mantener aislados para evitar contagios y bajadas de defensas. Pero muchas de ellas, como Celeste, se negaron. “Mi hermana me quería tener en una burbuja”, ratifica. 

“Las mujeres no tienen que estar aisladas. Además el deporte no baja las defensas; al contrario”, confirma el oncólogo Juan Miguel Gil. “Se ha demostrado en distintos estudios que el ejercicio mejora el pronóstico y la supervivencia”, confirma. Por ello, este médico también es presidente de la fundación Rema Contra el Cáncer, que se formó en 2023. Asegura que los beneficios que tiene el dragon boat son poco conocidos, incluso entre los profesionales de la oncología y quiere, a través de la organización, dar a conocer la práctica.

“No te informan”, avisa Celeste. Isabel asiente y añade que, hace 20 años, después de superar su primer cáncer de mama, no recibió demasiada información. Simplemente le advirtieron de que no se diera golpes en el brazo afectado y de que no levantara peso. Pero más allá de estas prohibiciones no tuvo otros consejos ni le dijeron qué deportes podía practicar o no. 

Buscó activamente una alternativa al gimnasio y descubrió que, tanto el tiro con arco como el dragon boat son positivos para las supervivientes de cáncer. Pero se inclinó por la práctica china, ya que prefería un deporte en equipo. 

Isabel no quiso que otras tuvieran la misma falta de información que ella, así que se dedicó a ilustrar a otras, como Celeste, sobre los efectos secundarios del tratamiento o los beneficios del dragon boat. Ella se muestra muy agradecida de haber tenido esta guía y quiere ejercer el mismo papel con otras mujeres, para las que tiene un consejo: revisarse los pechos. Y, ante cualquier cambio, bulto o rojez, ir al médico. “La vida me ha dado una segunda oportunidad”, dice, con una sonrisa, a pesar de todo.