El cooperativismo está saliendo del armario y lo está haciendo con orgullo. La mejor prueba de su coraje se podrá ver el próximo fin de semana en el espacio Fabra i Coats de Barcelona, en la segunda edición de la Feria de Economía Solidaria de Catalunya (FESC).
El experimento del año pasado fue todo un éxito y sus inventores y promotores, la Red de Economía Solidaria (XES), están convencidos que la presente edición será aún más potente. Si el año pasado había 114 empresas, en esta edición habrá 183, y se calcula que el número de asistentes puede pasar de los 7.000 del 2012 a los 9.000. Ante estas buenas expectativas, la feria ocupará casi el doble de espacio de la antigua fábrica Fabra i Coats.
Los asistentes podrán asistir a diferentes charlas y, sobre todo, visitar las paradas de las 183 empresas de economía solidaria que aprovecharán el encuentro para darse a conocer y hacer nuevos contactos de cara a futuras colaboraciones. Habrá paradas de energías renovables, de productos alimenticios ecológicos, de banca ética y participativa, de escuelas libres y también de periodismo, como los editores de la revista Alternativas Económicas o de la Fundació Periodisme Plural, que edita el Catalunya Plural.
El portavoz de los organizadores, Xavi Palos, ha avanzado que habrá 10 grandes ejes temáticos y que prácticamente están representados todos los sectores. Para las entidades participantes es una oportunidad inmejorable para expandirse, y a nivel colectivo es la excusa para reivindicar la buena salud del cooperativismo, que en Cataluña emplea a 40.000 trabajadores.
De hecho en Cataluña la crisis no ha afectado al mundo cooperativo con tanta fuerza como lo ha hecho en las empresas convencionales. Palos, que forma parte de la cooperativa Trèvol, conoce muy bien el sector y está convencido de que “la crisis ha ayudado a la gente a autoorganizarse” y a ponerse de acuerdo con otros compañeros para iniciar un nuevo proyecto. La portavoz de la Federación de Cooperativas de Trabajo de Catalunya, Olga Ruiz, confirmó esta percepción y explicó que cada vez hay más gente interesada en crear una cooperativa, incluso entre profesionales de sectores tradicionalmente liberales, como los ingenieros o los periodistas. Tanto es así, que han recibido visitas de personas que, sin ni siquiera saber qué proyecto quieren desarrollar, les preguntan qué hay que hacer para crear una cooperativa. “Evidentemente les decimos que se lo saquen de la cabeza, porque hay que tener el proyecto muy claro”, explica Ruiz.
Según los datos extraídos del Ministerio de Trabajo y recogidos por la Federación, durante el 2012 se crearon un 36% más de cooperativas que durante el año anterior. Cataluña es la comunidad del Estado con más cooperativas, aunque son pequeñas, a diferencia sobre todo de Euskadi y Andalucía, donde las organizaciones son más grandes. “Venimos de una época donde todo valía y este contexto es favorable para las economías solidarias. Cada vez hay más público que conecta con iniciativas de inmersión social”, continúa Ruiz. Tanto Palos como Ruiz destacan también que, aparte del compromiso de los consumidores, también hay una profesionalización de las cooperativas que cada vez son más eficientes y pueden hacer la competencia a grandes empresas. “Nos estamos normalizando”, dice Ruiz.
“Una seta que no hace gracia”
Aunque este tipo de economía demuestra con cifras su buena salud, no suele aparecer mucho en los medios de comunicación, en parte porque 40.000 trabajadores son todavía pocos en comparación con los de la economía tradicional, y además porque son incómodos para el sistema, que prefiere las empresas convencionales. “Somos como una seta que no les hace mucha gracia”, asegura Palos.
De hecho, en algunas oficinas de la Tesorería de la Seguridad Social ni siquiera conocen la normativa que afecta a las cooperativas. Y lo mismo ocurre en los algunos juzgados y gestorías. Palos critica que no se hable de este tipo de organizaciones en los institutos y la Formación Profesional.