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Marina Subirats: “La escuela pública debe ser la de todos, no la de los pobres”

Subirats cree que la Ley Wert supone un retroceso de 50 años / J.Molina

Jordi Molina

Marina Subirats (Barcelona, 1943) abre las puertas de su piso del barcelonés barrio del Eixample al Diari de la Educació para repasar los aspectos más “perversos” de la LOMCE. La que fue directora del Instituto de la Mujer (1993-1996) y concejala de Educación en el Ayuntamiento de Barcelona (1999-2006) es ahora una de las voces más críticas y de más autoridad del ámbito educativo. Autora de más de una decena de títulos sobre la sociedad de clases, el papel de la mujer y el acceso a la Educación, Subirats alerta de la regresión que supone la ley Wert y defiende un modelo educativo basado en los valores.

¿Qué le parece la LOMCE?

Hago una valoración absolutamente negativa. Tiene apartados que nos vuelven muy atrás, en algunos aspectos es mucho más regresiva que la Ley General de Educación de 1970.

Aquella era todavía una ley franquista...

Sí, aunque la ley de 1970 abrió muchas puertas y algunos académicos de la educación la consideran una ley que ya apunta al post-franquismo. Como mínimo, esa norma quería avanzar hacia una legislación que permitiera el acceso de las clases populares a la educación. En cambio, la LOMCE cierra muchas puertas en este sentido, nos vuelve más de 50 años atrás.

En una entrevista reciente, el ex ministro de Educación (1982-1988), el socialista José María Maravall, decía que la LOMCE abre la puerta a una discriminación sistemática de los jóvenes en función de la renta de sus familias.

Hay leyes que eliminan barreras y otras que las crean. La LOMCE pone barreras en función de la clase social. Efectivamente, la reforma que impulsó el ministro Maravall, la LOGSE , era muy ambiciosa, mucho más que la LOE del Gobierno Zapatero. De hecho, y citando sus palabras, era “demasiado ambiciosa” y la prueba la tenemos en que muchos puntos de aquella norma nunca llegaron a ser implementados. Ahora, con la Ley Wert, la más polémica de todas, nos plantea un modelo educativo mucho más selectivo y que en el futuro hará aumentar las desigualdades entre la población. Y es aquí donde hay que tener mucho cuidado porque las desigualdades creadas a través de la educación tienen un plus de perversión: aparecen como indiscutibles.

¿Qué quiere decir?

Le pondré un ejemplo, si alguna persona pongamos que tiene mucho dinero, hay quién puede pensar que es injusto, ya sea porque los ha ganado ilegítimamente o porque los ha heredado. En cambio, si alguien tiene muchas titulaciones todo el mundo tiende a pensar que esa persona ha trabajado muy bien y que es inteligente. Cuando la desigualdad se sustenta en base a titulaciones académicas es muy aceptada, incluso por los que salen perdiendo, los que han sido eliminados por la propia estructura educativa .

¿Para ser más concretos, cuáles son los elementos de la LOMCE que nos indican que las clases bajas salen perjudicadas?

Principalmente, hay tres mecanismos. El primero es el favorecimiento de la escuela privada y concertada por delante de la pública. El segundo mecanismo es el de los circuitos. Es decir, cuanto más alargamos el tramo de enseñanza obligatoria para todos, más retrasamos el abandono escolar posterior. En los años cincuenta, el corte estaba en los 10 años. Después, se pasó a los 14 y las leyes más progresistas habían situado el tope en los 16. Lo que hace la LOMCE es volver a retrasar la edad a los 15 años. El tercer mecanismo es el las barreras selectivas. La reforma del ministro Wert multiplica las reválidas, los exámenes, todo tipo de pruebas. Todo esto son barreras, son filtros. Constantemente se etiqueta al alumnado y los selecciona únicamente en base al rendimiento académico. No evaluamos otros aspectos de los niños y los jóvenes.

¿Como cuáles?

Si reducimos la educación al test de matemáticas, de lectura o de inglés estamos olvidando que ser una persona es mucho más que todo eso. Hay que recuperar el factor de la socialización en las aulas. Debemos dar estímulos a los alumnos, otorgarles capacidad de ir por el mundo, de ilusionarse por sus propios proyectos. Hay que trabajar valores como la empatía, la solidaridad, la comprensión, la responsabilidad... ¿Nos relacionamos lo bastante bien hoy en día? ¿Nos cuidamos suficiente? ¿Cómo nos alimentamos? Obviamos estos factores como si los tuviéramos adquiridos y no valoramos los niños, niñas y jóvenes como personas.

¿Cómo se huye de este espiral?

Por ejemplo, cuando yo era jovencita era una buena estudiante. Te hablo de hace muchos años, en la Escuela del Mar del Guinardó, que siempre fue un paso por delante que el resto. Había una niña en la clase que, aunque tenía muchas dificultades en el estudio, tenía una autoridad natural maravillosa. Aquella niña, cuando faltaba puntualmente la maestra, era la cónsul, así llamábamos aquella figura, la que mantenía el orden en la clase. Yo quería mandar, pero no tenía autoridad para hacerlo, pero ella sí. Así que, en aquella clase quedábamos niveladas: yo era buena en el estudio y ella tenía un don natural para imponerse. Una escuela con una perspectiva amplia de la educación da más posibilidades de destacar a todos los niños. No necesitamos un modelo educativo dividido entre los mejores y los peores, entre grupos rápidos y grupos lentos, sino una escuela donde cada niño y cada niña pueda ser especial en algún aspecto y donde no nos dejamos a nadie por el camino.

Por el contrario y citando sus propias palabras, la reforma Wert nos lleva hacia un “fábrica de títulos”...

La LOMCE es una reforma que reduce la educación a un componente instrumental . En lugar de formar personas, nos prepara para un mercado de trabajo dual. De alguna manera nos dice que los que sean malos estudiantes sólo podrán aspirar a ser camareros. Y esto no tiene sentido, menos aún en un momento en que el mercado de trabajo se ha derrumbado, incluso para los titulados. Esta instrumentalización, en sociología de la educación, la consideramos como un proceso de etiquetación. Si los jóvenes salen etiquetados de la escuela es más fácil distinguir los válidos para cada puesto de trabajo y discriminar los excluidos y se consolida la sociedad dual que sólo interesa a determinados colectivos de la sociedad.

En barrios pobres de Barcelona –como el Raval o incluso el Poble Sec—encontramos escuelas con un 80% de alumnado recién llegado. En estos barrios, hay centros concertados que se corresponsabilizan de esta realidad, pero no siempre es así.

El compromiso de la escuela concertada depende de los barrios y, también, de cada escuela. Por mi experiencia debo decir que la mayoría no han asumido este compromiso. En mi etapa de concejal, encontrábamos que muchas ponían barreras para impedir el acceso de los inmigrantes pobres. Ahora bien, para acoger chicos y chicas de Alemania, Italia o Francia no tenían ningún problema, eso lo encontraban muy bonito. La mayoría de familias que van a la escuela concertada son de clase media -alta y no les interesa que las aulas se llenen de criaturas de origen pobre. Ahora bien, como dices, hay escuelas del Raval que no han tenido más remedio que asumir la realidad de sus barrios. La escuela Vedruna de ese barrio tiene un porcentaje de alumno inmigrado similar al CEIP Collaso y Gil. Pero no se puede decir que hoy en día la escuela concertada haya aceptado la inmigración, al contrario, ponen todas las barreras posibles. Comenzado por el precio prohibitivo para determinados colectivos.

La LOMCE permite que escuelas que reciben dinero público segreguen al alumnado entre niños y niñas.

La ley acepta concertar escuelas de un solo sexo, lo que durante mucho tiempo no se había hecho. La Iglesia ha pinchado en esta dirección muy intensamente y ha conseguido su objetivo, sobre todo a través de las escuelas del Opus Dei. De hecho, en Cataluña, bajo el Gobierno de Jordi Pujol ya se había hecho. Entonces el consejero Mas dijo que “sobraban un dinero” y que había creído que era una buena idea utilizarlo para concertar escuelas que segregan por sexo. Ahora no sólo seguimos teniendo escuelas concertadas que separan el alumnado en función del sexo, sino que nos podemos encontrar que escuelas mixtas pasen a ser de un solo sexo.

¿CiU se asimila al PP en esta visión de la educación?

CiU y PP comparten el punto de vista de clase. Tienen estilos diferentes, como diferentes son los estilos de Madrid y Barcelona, pero la defensa de la concertada ha sido común. En este momento hay mucha tensión por la cuestión nacional, pero en otras épocas han sido perfectos aliados.

Aunque la Ley Wert ha servido de dique de contención a las críticas que había recibido CiU a raíz de los recortes en Educación...

Sí , esto ha pasado de una manera general . Antes de la subida del independentismo había muchas movilizaciones contra el Gobierno de Artur Mas por los recortes en Educación y Sanidad. A partir de septiembre de 2012, cuando estalla la movilización independentista y Mas acepta ponerse al frente, las cosas cambian. El foco se pone en el eje nacional y parece que todos estemos de acuerdo. En el caso de la LOMCE hemos visto como CiU critica los aspectos centralizadores de la ley, pero calla en otras cuestiones, como en la defensa de la escuela pública. Muchos colectivos no están de acuerdo con la LOMCE, pero tampoco con la política educativa de CDC y, sobre todo , de Unió.

Movilizaciones en contra de los recortes, asociaciones de estudiantes, movimientos sindicales, mareas humanas en favor de la educación pública... Más allá del marco legal, la comunidad educativa parece que va un paso por delante. ¿Aquí es donde está la esperanza?

Sí y no. Las movilizaciones son un motor, pero también un problema. Por un lado hay muchos centros y muy profesorado que sabe y quiere enseñar de otra manera. Pero por el otro deben seguir luchando contra un marco legal del pasado, lo que aburre a la gente, cansa, desgasta e impide dar pasos adelante. Hoy sabemos que no hay que enseñar matemáticas o lenguas con píldoras. Cuando un niño tiene interés en transmitir lo que ha vivido, escribir es una necesidad, no una imposición. Los filtros en la educación son los grandes obstáculos para la modernización.

Finalmente y a petición de cinco familias el TSJC obliga a cinco escuelas a hacer un 25% de las horas de clase en castellano. ¿Qué tiene que decir?

Es patético que cinco familias tengan más fuerza que todo un país. Así que, como la mayoría de catalanes, lo he vivido como una bofetada. En un momento en el que pedimos una revisión de la relación entre Cataluña y España este tipo de ofensas sólo responden a un criterio: construir un enemigo. Los gobiernos que no funcionan, como el del PP, suelen buscar enemigos exteriores. La LOMCE busca una recentralización de las autonomías con competencias más fuertes para el Estado central. La lengua es sólo el principio. Poco a poco veremos cómo nos imponen unas versiones de la historia más bien franquistas. Evidentemente puestas al día, con un lenguaje moderno, pero el punto de vista de la historia estará en torno a la mitificación de Castilla y la uniformidad del estado. De hecho, el profesor Fontana ya nos ha alertado de este hecho hace unos días.

La cuestión de la lengua ha unido diversos sectores. ¿Puede ser un buen momento para trazar un hipotético Pacto Nacional para la Educación en Cataluña?

Lo veo difícil. Las escuelas religiosas y las grandes escuelas privadas no lo han querido hacer nunca. Los pactos son posibles cuando las fuerzas están equilibradas y cuando todo el mundo tiene algo que ganar. En este momento las fuerzas están muy desequilibradas, en la etapa de la Transición las fuerzas estuvieron algo más niveladas y , en ese momento , sectores de la privada estaban dispuestos a ceder sus centros para que fueran escuela pública . Y le hablo de antes de que muriera Franco. Ahora, con los gobiernos actuales es imposible. Sólo si la izquierda recupera fuerza se puede avanzar hacia un gran pacto.

En Barcelona nunca había gobernado la derecha. Sin embargo el porcentaje de escuela pública es inferior al 40%. Es necesaria una profunda autocrítica de los partidos que han gobernado, ¿no cree?

Esto viene de un proceso histórico. El franquismo no construyó escuela pública. En aquella época vino mucha población de fuera y se improvisaron escuelas privadas para atender a mucha gente. En la etapa de la Transición, una parte de estas escuelas privadas desaparecieron y otra parte, poca, pasaron a ser públicas. Aquella negociación la hizo CiU, que no tenía muchas ganas de aceptar muchas escuelas públicas. El déficit viene de lejos, pero si echamos un vistazo a los barrios que se han construido en los últimos años en Barcelona vemos cómo la escuela pública está muy presente. En mi etapa como concejal se hizo mucha escuela pública en la zona de Poble Nou o Nou Barris y en todos aquellos rincones donde más crecía la población. En cambio en zonas como el Eixample o Sarrià Sant-Gervasi casi no se ven. Depende de la composición social de cada Distrito.

¿Qué porcentaje bajo su juicio sería el idóneo entre la privada y la pública?

Necesitaríamos un 80% de escuela pública, como mínimo. La escuela pública debe ser la de todos, no la de los pobres. Debemos convertir la escuela pública en un servicio de calidad y de proximidad. Ahora bien, si aún así hubiera gente que se quisiera distinguir y creyera que pagando les irá mejor, pues tendrían un 20% de escuela privada para elegir un centro. Las clases altas siempre han pretendido la distinción más que la mezcla.

No parece que haya mucho margen para el optimismo.

Seguramente la Educación vive el peor momento de la democracia. Pero el trabajo que se ha hecho hasta la fecha ha sido muy bueno. Se ha subido muchísimo el nivel. En el año 75, cuando murió Franco, todavía había mucha gente joven analfabeta. Ahora bien, si sólo hacemos caso de lo que dice el informe PISA le estaremos haciendo el juego a la derecha. Tenemos sectores muy interesados en dar una imagen de que la enseñanza va mal y culpar la escuela pública y los colectivos más vulnerables. No les debemos hacer mucho caso porque lo que persiguen es hacer un negocio con la educación. Seguramente nos irá mejor si en lugar de compararnos con Francia, donde su escuela pública funciona desde el siglo XIX, nos miramos como estábamos hace unos años. Nosotros veníamos de una dictadura y se han acortado distancias muy rápidamente. Hay muchas cosas a corregir, pero no podemos devaluar el buen trabajo de los últimos 30 años. Ahora, si se impone esta ley, dentro de 15 años estaremos mucho peor.

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