Hay una guerra que se libra en las escuelas. The Schools Wars, las batallas por la defensa de la educación pública ante el creciente interés de los sectores privados hacia la formación de los niños y jóvenes. Así tituló su libro en 2011 Melissa Benn, periodista, activista y una de las voces más críticas contra la deriva liberalizadora del sistema educativo inglés. Invitada por la Fundació Jaume Bofill y la UOC, Benn llevó a Barcelona la reivindicación que mantiene desde la Local School Network, la asociación en defensa de una educación comprensiva -la que no selecciona sino que incluye, desde la infancia hasta la adolescencia- por delante de una mayor presencia del sector privado. No debemos olvidar que las escuelas privadas inglesas, a pesar de la crisis, cerraron el curso 2014-2015 con un número de alumnos récord.
¿Cuál es esta batalla que se está librando en el mundo la educación?
La más grande tiene que ver con la privatización. Después de la Segunda Guerra Mundial, en Inglaterra la educación era una cuestión nacional y municipal. Pero en las últimas tres décadas, y sobre todo en los últimos cinco años, se ha convertido en un sistema semiprivatizado. Cada vez más empresas están creando escuelas. Esto pone en peligro la idea de la educación como un bien público. Lo que no tenemos todavía son escuelas gestionadas por empresas con ánimo de lucro, pero existe el convencimiento de que esto llegará. Si introduces el ánimo de lucro la educación se convierte en otra cosa.
Distorsiona sus objetivos.
Claro. ¿Cómo puedes decidir si una educación es buena o no en un sistema de mercado? Con los resultados. Y así lo que obtienes es una visión muy restringida de lo que es la educación, que no debe ser un resultado sino una experiencia. Esto también conlleva que muchas escuelas quieran aceptar sólo a los alumnos que obtienen buenas notas. Alimenta la selección en las escuelas, lo que agrava un problema ya de por sí grave en Inglaterra: las desigualdades. Todo se mide a través de un rendimiento de cuentas basado en los resultados. Las escuelas responden así ante el Gobierno.
¿Cómo se puede evaluar y pedir rendición de cuentas a los centros si no es con resultados?
Buena pregunta [ríe]. Debes aceptar de entrada que el rendimiento de cuentas será limitado. Sin querer convertirles en el Santo Grial de la educación, en Finlandia lo basan todo en un cuerpo de profesores altamente cualificado, formado y considerado. Así el rendimiento de cuentas está más arraigado a la labor de los maestros. En Inglaterra hemos ido en la dirección opuesta. Antes solíamos formar muy bien a nuestros maestros, pero ahora algunos reciben formación durante seis semanas en verano y en septiembre ya están dando clase.
¿Se pone demasiada presión sobre los maestros?
Sí, de hecho hay una crisis de contrataciones.
¿Faltan maestros en la pública?
En algunas materias, sí. Muchos dicen que hay demasiada faena, que no disfrutan de su docencia porque tienen muy poca autonomía. El Gobierno se llena la boca con la autonomía, la de los centros y la de los maestros, pero todo está controlado desde arriba.
Me hablaba de la desigualdad en las escuelas. ¿Hasta qué punto afectan las desigualdades?
Cuando mis hijas iban a la escuela del barrio, allí coincidían alumnos de seis años que conocían Gaudí y habían leído libros en casa, y otros que no sabían escribir su nombre porque venían de hogares muy pobres. Esto es una tarea enorme para el maestro. Pero uno de los grandes problemas es que les decimos a los niños que si obtienen buenos resultados ganarán movilidad social, y esto es mentira, porque les espera un sistema universitario extremadamente caro y jerárquico. Debemos darles oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida. En el sistema actual, si a los 16 años fracasas, estás casi acabado.
¿Cree que el nivel de penetración de los intereses privados en la escuela que se vive en Inglaterra llegará a Europa?
¡Ya ha llegado! Un caso paradigmático es la apuesta de Suecia por las free schools [un modelo similar al de las escuelas concertadas]. El secretario de Educación inglés, Michael Gove, las ponía como ejemplo. Y ahora se ha visto que han fracasado. Ahora bien, el gran banco de pruebas ahora mismo es Estados Unidos con las charter schools y el influjo en la educación de los ricos filantrópicos -como Gates o Clinton-, los exámenes estandarizados ... Pero yo diría que la batalla es global.
El sistema público europeo es un oasis. ¿Lo podremos mantener?
Espero. Mi mensaje es que no debéis seguir el camino de Inglaterra.
Pues se decía que eráis uno de los referentes del anterior ministro de Educación, José Ignacio Wert.
Es bastante complicado. La derecha política no solía estar interesada en la escuela pública, sino en la privada. Pero ahora sí que se han interesado, porque han visto en ella un beneficio moral y económico. Es una pugna progresiva en la que la derecha acusa a la izquierda de haber fracasado en la ayuda a los pobres, y que ahora serán ellos quienes lo harán. Pero no hay evidencias de ello.
¿Cuáles diría que son las medidas más urgentes para mantener una educación pública de calidad?
Una de las cosas que debemos hacer es recuperar al menos la supervisión local sobre las academies y las free schools [dos modelos de centros privados en Inglaterra]. Las escuelas pueden estar gestionadas por iglesias o por empresas, pero que al menos estén incluidas en el sistema escolar local, que colaboren, que sean justas a la hora de admitir alumnos. Todo esto se está discutiendo.
¿Es optimista?
¡Aquí estoy en Barcelona dando una conferencia! [Ríe] O sea que sí. He vivido lo suficiente como para ver muchos cambios políticos. Ahora por ejemplo el partido Laborista ha elegido Jeremy Corbyn, que quiere iniciar una comisión nacional de educación para inyectar las ideas de la escuela pública en el debate. Tengo la esperanza de que la aproximación del mercado a la educación pública está fracasando. Ahora sólo hace falta que sumemos a este fracaso nuestras ideas positivas.
¿Cree que el mercado se ha interesado en la escuela pública en parte porque el Estado ha fracasado a la hora de diseñar una política educativa que respondiera a las necesidades actuales?
Yo aquí veo la narrativa de la derecha. Un intento de destruir la reputación de la educación pública para reconstruirla a su manera. La derecha ha entrado en este debate afirmando que todo lo que se ha hecho en educación es un desastre. Y eso no es verdad. En Inglaterra se suelen preguntar: '¿Por qué las escuelas públicas no pueden ser como las privadas?'. Hombre, pues porque en las privadas las familias pagan 35.000 libras al año, tienen campos de fútbol y parecen hoteles de lujo. ¡Es una cuestión de recursos!
La fotografía que acompaña la entrevista es de Chris Boland.Chris Boland.