Junto con la Science Gallery del Trinity College Dublin el centro de Cultura Contemporáneo de Barcelona (CCCB) presenta la exposición +Humanos hasta el 7 de abril de 2016. Una muestra que combina unos cincuenta trabajos del mundo del arte y de la ciencia con los que se apuntan algunas de las diversas direcciones que pude tomar la especie humana en un futuro quizá no tan lejano.
Es el presente el que ya está dibujando las sendas a seguir. Sin embargo, y ahí incide la exposición del CCCB, el debate está servido, se abren importantes incógnitas para la ciencia, la filosofía y la ética. Desde la exposición apuntan ideas, lanzan preguntas, el resto de detonadores del discurso son las obras expuestas, cada una de ellas abre un tema, un interrogante. La elaboración de futuribles corre a cargo del visitante.
Con obras de arte, artefactos históricos, vídeos, investigaciones científicas y productos comerciales, la exposición se divide en cuatro ejes temáticos para “crear el marco de exploración”: Capacidades aumentadas, Encontrarse con los otros, Diseñando el entorno y La vida en los límites. Van a continuación algunos apuntes.
En +Humanos se cuestionan asuntos esencialistas como, por ejemplo, hasta qué punto es uno humano, cuándo deja de serlo para ser “otra cosa” si a su cuerpo se le añaden prótesis, chips, si se altera su química o su ADN. Si el alma puede existir sin su cuerpo biológico y adaptarse a vivir en los circuitos de un ordenador.
Lo que en términos de trasvase e inmortalidad, por un lado, plantea si seremos capaces de aislar nuestra consciencia y almacenarla en un ordenador convertida en datos replicables. O, al revés, ¿se puede implantar el “cerebro artificial” de un ordenador en el cuerpo de una persona? Paralelamente, el cuerpo humano, con los avances médicos quizá pueda tener recambios ad infinitum cada vez que un órgano se le atrofia... Si se juntan estas perspectivas, tenemos motivos justificados para creer que en el futuro los Dioses no estarán solos en la historia del Tiempo.
En cuestión de hibridación, existirá una cultura cyborg cuando el humano sea capaz de aumentar sus capacidades ya sea con química, ingeniería del ADN, añadidos protésicos mecánicos o electrónicos. Y la muestra nos plantea si el día de mañana con tantas modificaciones en el cuerpo nos separaremos del Homo Sapiens como especie... Sepa que si usted usa lentillas, ya es un poco cyborg.
Paralelamente, también puede que nuestras creaciones, las máquinas, tomen conciencia o algo parecido –para entenderlo en términos humanos– que desconocemos... ¿Será posible la convivencia? ¿Gozaremos de los mismos derechos y deberes? Sabíamos que los ordenadores no sólo juegan estupendamente al ajedrez, pero es que son capaces de hasta escribir libros no del todo malos como True Love, que los críticos literarios dicen que un Anna Karenina al estilo Murakami. Si las computadoras ya son capaces de 'hacer' arte, ¿cuánto camino les queda por recorrer para pensar y sentir de forma autónoma?
Sin embargo, nada es gratuito. Nuestra especie, que desde los albores de su génesis ha pugnado por convertir el medio en algo amable para su existencia –hasta el punto que la edad del planeta que habitamos lleva el nombre Antropoceno–, actualmente puede verse superada por las consecuencias de dichos cambios. ¿Seremos capaces también nosotros mismos de salir de los problemas que nos vamos creando? ¿Es demasiado tarde para hallar una salida del atolladero?
A diferencia del pasado, la velocidad con la que se producen los cambios introducidos por el hacer del hombre es enorme. También la ciencia avanza exponencialmente, crea el problema y la solución. Es un equilibrio precario, las consecuencias de nuestras acciones sobre el planeta jamás habían tenido tanta repercusión y los márgenes de corrección se estrechan. ¿Tendrá la especie humana capacidad de reacción cuando la urgencia lo demanda? ¿Cambiará de nuevo el planeta o deberá ella evolucionar para adaptarse?
Como apuntan con el símbolo “+” de la exposición, la lectura que se hace es positiva, no se evaden cuestiones fundamentales finismundistas, pero el mensaje de fondo es optimista: más allá de los problemas y consecuencias que podamos crear, la especie humana, mutada o no, tirará para delante. Así sea, por el bien de todos y, sobre todo, de nuestros hijos.