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La crisis acaba con el cine Imax, uno de los símbolos de la Barcelona postolímpica de Maragall

Lo inauguró el entonces alcalde de Barcelona Pasqual Maragall acompañado del ministro de Obras Públicas socialista Josep Borrell a rebufo del éxito de los Juegos Olímpicos de 1992 y cerrará pasado el verano. El cine Imax del Port Vell, “uno de los símbolos de la Barcelona del siglo XXI”, tal como lo definió Maragall durante su inauguración por todo lo alto en febrero de 1995, no ha podido hacer frente a la crisis ni al desfase de su tecnología antaño pionera.

La falta de público a pesar de las promociones y de la oferta para escuelas, la competencia en 3D de las salas comerciales de la ciudad con un aforo mucho más pequeño, la limitada oferta de su cartelera y las dificultades económicas del sector que arrastra desde 2011, han llevado a Teatroimax, la empresa explotadora de la instalación situada en pleno centro de Barcelona junto al Maremagnum y el Acuario, a echar el cierre definitivo. Y lo mismo pasará con el cine Imax de Madrid. Del boom inicial por este formato cinematográfico creado en Japón en los años setenta aún resisten los cines de Leganés, Palma de Mallorca y Valencia.

El pasado 22 de julio, la empresa convocó a los once trabajadores afectados para trasladarles la decisión de cerrar argumentando que “no les salían los números”. Parece ser que no ha servido de mucho el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que se aplicó hace tres años y que supuso una drástica reducción de la jornada laboral para prácticamente toda la plantilla. Según lamentan fuentes de los trabajadores, la empresa esperaba conseguir remontar las pérdidas sólo con el recorte salarial sin invertir en contenidos nuevos ni en tecnología. “Si no estrenas y no cuidas lo que tienes, es normal que la gente no venga”, han asegurado a la agencia ACN.

La crisis de los cines Imax viene de lejos y se sospecha que tras el anuncio de su cierre se podría esconder la venta del edificio para transformarlo en un teatro musical con el visto bueno del actual equipo de gobierno municipal, muy preocupado por ofrecer al turismo entretenimiento de calidad. Ya en el año 2008 la productora holandesa de musicales Stage Entertainment planteó la posibilidad de convertir este cine en un teatro musical porque Barcelona no tiene locales de este tipo con un aforo que llegue a las 1.800 plazas. El proyecto estaba muy avanzado y contemplaba incluso derruir completamente el edificio obra de los arquitectos Enric Sòria i Jordi Garcés, pero los recelos de la Autoridad Portuaria, propietaria del solar donde se construyó el cine Imax, y el desacuerdo sobre el precio de venta obligaron a aparcar la idea.

Mientras se despeja la incógnita sobre su futuro uso, la página web de Barcelona Turisme sigue ofreciendo al turista el cine Imax como un “espacio innovador” y un “referente del ocio en Barcelona”, y utiliza como reclamo que la instalación albergó en 1996 el XVIII Congreso Internacional de Teatros Imax y el 1er Festival Internacional de Cine de Gran Formato. Recuerda que es el primero de estas características que se construyó en España y que ofrece tres tipos de formato: el Imax, un formato plano proyectado en una pantalla de 27 metros de alto y con una gran calidad; el Omnimax, con pantalla semiesférica de 180 grados y 900 m2 de superficie; y el 3D, cine en relieve con gafas polarizadas.

Lo inauguró el entonces alcalde de Barcelona Pasqual Maragall acompañado del ministro de Obras Públicas socialista Josep Borrell a rebufo del éxito de los Juegos Olímpicos de 1992 y cerrará pasado el verano. El cine Imax del Port Vell, “uno de los símbolos de la Barcelona del siglo XXI”, tal como lo definió Maragall durante su inauguración por todo lo alto en febrero de 1995, no ha podido hacer frente a la crisis ni al desfase de su tecnología antaño pionera.

La falta de público a pesar de las promociones y de la oferta para escuelas, la competencia en 3D de las salas comerciales de la ciudad con un aforo mucho más pequeño, la limitada oferta de su cartelera y las dificultades económicas del sector que arrastra desde 2011, han llevado a Teatroimax, la empresa explotadora de la instalación situada en pleno centro de Barcelona junto al Maremagnum y el Acuario, a echar el cierre definitivo. Y lo mismo pasará con el cine Imax de Madrid. Del boom inicial por este formato cinematográfico creado en Japón en los años setenta aún resisten los cines de Leganés, Palma de Mallorca y Valencia.