“Escribir es vivir”, declaró Isabel-Clara Simó como colofón de una trayectoria que escribe ahora una nueva página con el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes. La autora alcoyana hilvana estas reflexiones desde la perspectiva de su madurez y con una cuarentena de obras publicadas, entre ellas éxitos de ventas tan rotundos como su novela Júlia o la juvenil Raquel, con casi 50 ediciones. Simó ha hecho méritos para ganar el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes desde que empezara a publicar a finales de la década de los 70, con el volumen de cuentos És quan miro que hi veig clar, que ganó el premio Víctor Català en 1978. Con su particular humor nos cuenta que “cuando hace muchos años que estás en el oficio, van cayendo premios. Esto es inevitable”.
Dice usted que ha “amado locamente los Països Catalans” y que no se había sentido correspondida... ¿Tras recibir el galardón más importante de las letras catalanas se siente más querida?
Me he sentido rechazada en muchas ocasiones y, sin embargo, no he parado de escribir. No me he sentido querida a menudo, ahora sí. El Premi de les Lletres Catalanes es un acto de amor completo. Me da alegría que esta vez pueda decir que soy mujer, cuando normalmente por el hecho de ser mujer, y ahora viuda y vieja, soy vista desde una mirada paternalista. Mucha gente siempre ha tenido la imagen que escribo historias de amor, algo que no he hecho en la vida, que escribo interiores, que es donde ponen a las mujeres, y cosas para tías. Hay dos elementos que han jugado en mi toda la vida: el hecho de ser mujer y ser valenciana. Ahora en cambio, me han dado este premio, en parte, por ser mujer y valenciana.
Vamos, que ha recibido un tratamiento cultural específico por ser mujer...
¿Sabes qué decía Virginia Woolf? Decía “escriban como hombres femeninos y como mujeres masculinas. No se apoyen en ningún agravio”. Ya ha pasado el momento en que la mujer tenía que decir estoy aquí. Ya hay muchas autoras para hacer este papel. Deseo que llegue el día que dejemos de tener tratamientos culturales específicos para las mujeres. Esto significa que la situación de igualdad ya no hará falta. Pero todavía hacen falta actos de mujeres y eso quiere decir que no hemos avanzado lo suficiente.
¿Cómo fueron sus primeros pasos en la literatura?
Llegué a la Universidad de Valencia sin más conocimiento de mi lengua que la oral. Allí, entré en contacto con el grupo de Joan Fuster y ellos fueron quienes me contaron que tenía una lengua milenaria y me hablaron de Ausiàs March, al que yo no conocía. Era analfabeta absoluta y total.
¿Cómo aprendió el arte de escribir?
Me animaron a ir escribiendo cartas e iba progresando con un diccionario Fabra. Poco a poco fui aprendiendo y un día decidí escribir un cuento, como había escrito antes otros cuentos en castellano, y de repente me cayeron unos lagrimones así de gordos porque, por primera vez en mi vida, estaba escribiendo en la lengua en la que pensaba, lo que hoy no se puede ni imaginar. En ese momento decidí que sería escritora y sería siempre fiel a esta lengua.
¿Para qué sirve la literatura?
Después de la muy dolorosa pérdida de mi marido, por una vez en la vida me tomé la literatura como terapia, porque la literatura no es útil para nada, es un instrumento de pensar, de sentir y de cultura.
El último libro que tiene publicado es Jonás, el cual planteó como un testamento literario ¿Ha recuperado las ganas de escribir? Jonás
No entiendo la vida sin escribir y no pienso tirar la toalla porque no me sentiría jubilada, me sentiría cadáver. El “Nobel catalán” ha reactivado las ganas de escribir. Estaba en una situación difícil y atascada literariamente, me ha hecho un empujón. Yo soy muy desgraciada si no escribo ya pesar de todos los problemas que he tenido, me he vuelto a enganchar, es como una droga.
¿Ha llegado a descifrar sus propias novelas?
Cada novela tiene un tema, ya sea la soledad, la incomunicabilidad o la injusticia, que, tal como nos enseñó Virginia Woolf, es el río, pero no el cauce del río. Lo importante, es el tema de la novela y el argumento es mucho más prescindible. Intento que cada novela tenga un tema sobrecogedor. La literatura es arquitectura, no decoración de interiores. He intentado hacer novelas de ideas con unos argumentos que fueran masticables.
¿Qué espera en cada libro que escribe?
En cada libro que publico, lo que he aprendido de la anterior, no me conformo con la mediocridad.
¿Su posición política ante el proceso independentista se mantiene intacta?
Soy una independentista con muchas ganas de dejar de serlo. Soy una independentista de los Països Catalans, pero no soy antiespañola, no odio España, quiero que seamos buenos vecinos y quiero que España sea plural, con mezclas, como yo, que soy de Alcoy, con un apellido judío, que seguro tengo un poco de árabe y también de cristiana. A mí me gustaría llegar a un estado de normalidad. El independentismo no es una ideología, es un estado que quieres alcanzar. Yo tengo muchas ganas de dejar de ser independentista, esto querrá decir que he visto la independencia de los Països Catalans.