Palmeras de la brisa rápida es un libro de prosa sonriente y ritmo veloz, un viaje sentimental y narrativo a Yucatán, el territorio de los mayas, la península más nueva del planeta y uno de los lugares más desconcertantes de México. Juan Villoro se disfraza de turista de lo cotidiano y viaja a Yucatán, esa tierra que conoció a través de su abuela, una carismática señora que hubiera querido ser cantante de ópera y que fue la única persona a la que Villoro ha visto “llorar sin sentirse mal”.
Palmeras de la brisa rápida es un libro chispeante, agudo, muy divertido, pero, como escribió la crítica Fabienne Bradu, “se sospecha que el humor de Villoro es un caparazón de defensa sentimental al intentar reconquistar las palabras de su abuela”. Así, y a pesar de su gran humor, Palmeras de la brisa rápida también puede leerse como el relato de un fracaso: el Yucatán que descubre Juan Villoro poco o nada tiene que ver con el que le contó su abuela.
Como buen viajero sentimental y a diferencia de un explorador, Villoro “deja que sea la vida la que se ocupe de las sorpresas”. Así, durante el viaje, el escritor aprende una lección definitiva: la realidad se inventa y que un escritor es poca cosa más que un maravilloso inventor de futuros.
Palmeras de la brisa rápida es, como explica el crítico literario y escritor Jorge Carrión, “el testimonio de un escritor que busca su mito de origen”. Para la escritora mexicana Guadalupe Nettel, Palmeras de la brisa rápida es un “relato ágil, inteligente y divertido”. Sí, pero es muchas cosas, una obra que sigue apasionando a Enrique Vila-Matas hoy como el día que lo descubrió y que el escritor catalán describe como una “memorable narración con aspecto de obra literaria 'menor', sin duda para confundir a todo el mundo”.
Leer (en voz alta) y escucharse (a uno mismo) leyendo Palmeras de la brisa rápida es un buen camino para explorar sentencias profundas de esas que Juan Villoro, en la estela de su amado Lichtenberger, pronuncia con la sonrisa del aforismo: “El papel del escritor consiste en preguntar para que otros respondan”.
Ese es un rasgo de su estilo literario, único en la literatura actual en español. Escribir con perlas que, como comenta Carrión, son “aforismos inesperados, frases redondas y felices”. Juan Villoro es el inventor de aforismos más dotado e imaginativo de la literatura actual en español y uno de los mejores “explicadores” literarios del México de hoy. Sus reflexiones alrededor de su país son casi siempre tan lúcidas como acertadas e irónicas y también en Palmeras de la brisa rápida se advierten dos de sus conceptos clave a la hora de explicarlo: a) “la verdad nunca ha circulado con mucha claridad en el país de Cantinflas”; y b) muchos mexicanos parecen “cansados de soluciones y sólo quieren promesas”.
Villoro, en Yucatán, reafirma su idea de que “los mexicanos tienen un sismógrafo en el alma” y, aunque particulares, los yucatecos no dejan de responder a los patrones de todo lo mucho y muy contradictorio que significa ser mexicano.
Novelista, ensayista, cronista, guionista de cómics, articulista, cuentista, analista futbolístico, crítico de rock: Villoro es el hombre orquesta de las letras mexicanas. Transitando sin dificultad aparente de lo culto a lo popular, Villoro ha encontrado una manera tan lúdica y crítica como inteligente y divertida de acercarse a esa “articuladora fuerza de lo que no ocurre” que, según él, forja lo mexicano.
—¿Cómo sería México si fuera un país 'normal'?— le pregunto.
—Si fuera un país 'normal' no sería México—, responde.