Era 5 de julio. Yovel llevaba meses con problemas en el estómago hasta el punto que vomitaba sangre y no podía comer. Ese día de verano fue a Urgencias en el Hospital Clínic. “Antes de ingresar me dijeron que si no tenía tarjeta sanitaria tenía que pagar”, explica. “Allí ingresé por dolor abdominal y lo expliqué todo, las alergias, las enfermedades que padecía, etc. Y al cabo de unas horas me dieron el alta y me cobraron [saca la factura del bolsillo y la desdobla] 240 euros”. Concepto: Visita urgencia. Modo de pago: cheque, banco o caja.
Pagó y se fue de madrugada, con el alta y la factura en mano. “Ni siquiera pregunté por qué me cobraron, me pareció lógico porque el médico me dijo: 'si voy a Cuba y enfermo allí tendré que pagar allí'”. En ese momento, cuando Yovel ingresó, llevaba un año y medio en España, solo tenía el pasaporte cubano y no estaba empadronado. Tiene 22 años y vive con el VIH. Su nombre auténtico no es Yovel pero prefiere no revelar su identidad porque en estos momentos está tramitando el padrón y la tarjeta.
“Me hablaron de Adeslas y contraté un seguro porque pensé que no tenía dinero para pagar más urgencias como esa, hay otras cosas que uno tiene que pagar. Entonces detectaron que tenía una úlcera”, comenta. Meses después de ingresar en urgencias se enteró de que fue víctima de exclusión sanitaria y que no tenían por qué cobrarle por la atención que recibió.
Al cabo de cuatro meses, en septiembre, Yovel llegó a STOPSIDA, una entidad que trabaja por la salud sexual desde y para la comunidad LGTB y trabajadores y trabajadoras sexuales. Allí les contó cuál era su situación. “La úlcera estaba siendo más o menos tratada pero el tratamiento antirretroviral no lo estaba recibiendo, llegó en una situación lamentable”, explica Luis Villegas, coordinador de proyectos de STOPSIDA.
“Un amigo de Luis me dijo que podía ir al Clínic, que no me preocupara ya que no tenía que pagar nada. A mí me pareció raro pero fui y estuve un mes hospitalizado y me dieron un tratamiento antirretroviral”, cuenta Yovel. Luis lamenta que esos meses que pasaron desde que ingresó a urgencias en verano hasta que fue hospitalizado, hace poco, su salud se fue deteriorando.
Luis se queja que en urgencias del Clínic no informaron a Yovel de cuáles son los trámites que debe hacer una persona para acceder a la tarjeta sanitaria sino que hicieron todo lo contrario, diciéndole que si no tenía papeles tenía que pagar. “Toda esta situación se hubiese podido evitar y no es el único caso, nos llegan más como este del Clínic, en el que hay personas dentro de la administración que exigen facturar los servicios de urgencias cuando no se puede”, denuncia.
Cuando Yovel llegó a España ya había entrado en vigor el polémico RDL 16/2012 del PP que restringe el acceso de los inmigrantes en situación irregular a la sanidad pública. En Catalunya, el Govern ha dicho en muchas ocasiones que aquí no hay exclusión sanitaria porque una instrucción catalana permite el acceso a la sanidad pública a través del empadronamiento –en verano se aprobó la nueva instrucción– y que los casos que se conocen son la excepción. Con todo, si se trata de una urgencia o de la atención de un menor o una embarazada, sea cual sea su situación legal, los inmigrantes tienen derecho a ser atendidos en igualdad de condiciones que los españoles, en Catalunya y en el resto de España. Sin embargo, todavía sigue ocurriendo que se factura en algunos casos.
Distintas entidades, como la Plataforma per una Atenció Sanitària Universal a Catalunya (Pasucat), han puesto de manifiesto en reiteradas ocasiones que existe aún una enorme desinformación entre el propio personal sanitario y administrativo sobre cuáles son los derechos de los inmigrantes. La falta de compromiso político del Govern para poner remedio a esta situación ha llevado a detectar cerca de 150 casos de exclusión sanitaria en Catalunya –y estos son los que conocemos a través de las entidades– desde que entró en vigor el RDL en 2012. De estos 150, a 33 se les facturó por ser atendidos en urgencias, según recoge un informe de la Pasucat de Junio de 2015. Precisamente la necesidad de una campaña informativa era uno de los puntos que se reivindicaba en la propuesta de resolución aprobada con el apoyo de todos los grupos en el Parlament a excepción del PP y Ciutadans. Concretamente pedía “incrementar la campaña informativa y formativa dirigida al conjunto de centros sanitarios y la red de servicios sociales en relación a las solicitudes de tarjeta sanitaria”.
Este periódico ha preguntado al Departament de Salut por cuál ha sido la acción del govern en esta línea. Según Salut, se ha hecho una campaña informativa “con la distrubución de unos pósters en todos los centros” proveedores del CatSalut acompañado por el soporte normativo de la instrucción 08/2015 así como también formación al personal que trabaja en el mostrador. Fuentes de la Pasucat explican a a este medio que el Ayuntamiento de Barcelona está tramitando mejorías con el padrón pero todavía no hay ningún acuerdo.
¿Cuál es el criterio que están utilizando en el Clínic para facturar o cobrar a las personas? ¿La piel, el idioma, el origen? Nosotros somos una entidad pequeña y somos cinco trabajadores y conocemos esta información. Cómo puede ser que gente que está sentada en una recepción en un hospital no conozca la legislación?, reflexiona Luis Villegas.
Era 5 de julio. Yovel llevaba meses con problemas en el estómago hasta el punto que vomitaba sangre y no podía comer. Ese día de verano fue a Urgencias en el Hospital Clínic. “Antes de ingresar me dijeron que si no tenía tarjeta sanitaria tenía que pagar”, explica. “Allí ingresé por dolor abdominal y lo expliqué todo, las alergias, las enfermedades que padecía, etc. Y al cabo de unas horas me dieron el alta y me cobraron [saca la factura del bolsillo y la desdobla] 240 euros”. Concepto: Visita urgencia. Modo de pago: cheque, banco o caja.
Pagó y se fue de madrugada, con el alta y la factura en mano. “Ni siquiera pregunté por qué me cobraron, me pareció lógico porque el médico me dijo: 'si voy a Cuba y enfermo allí tendré que pagar allí'”. En ese momento, cuando Yovel ingresó, llevaba un año y medio en España, solo tenía el pasaporte cubano y no estaba empadronado. Tiene 22 años y vive con el VIH. Su nombre auténtico no es Yovel pero prefiere no revelar su identidad porque en estos momentos está tramitando el padrón y la tarjeta.