Cómo se produce el cambio social y político y qué papel juegan los movimientos sociales es una pregunta central en el seno de los activismos y los debates académicos. La misma emergencia de movimientos sociales es indisociable de la existencia de conflictos y marcos de valores contrapuestos entre diferentes grupos de interés.
¿En qué medida utilizar la violencia o apostar por la noviolencia para hacer visibles estos conflictos y presionar por otro tipo de soluciones? ¿Qué formas de acción elegir para la protesta?
Se remontan muy lejos en el tiempo las historias y experiencias de personas y colectivos que se han rebelado ante lo que consideraban injusto con mecanismos que, durante el final del siglo XIX y sobre todo el siglo XX, llamamos desobediencia civil o acción directa noviolenta. Un ejemplo es el relato de Sófocles, hace unos 2.500 años, en donde Antígona argumenta su desobediencia en base a la idea de que la ley de la autoridad política no es absoluta y, en consecuencia ( no puede ser ninguna sorpresa el espoiler ), es castigada duramente.
Romper la obediencia, actuar ante la injusticia son estrategias que pretenden sacudir el servilismo, cortocircuitando el habitual ejercicio de poder para ponerlo en cuestión y pedir una alternativa. En palabras de Luther King, la acción directa noviolenta busca “generar una crisis y propiciar una tensión” de manera que quien se niega sistemáticamente a negociar se vea obligado a enfrentar el problema.
La elección de los instrumentos para la acción refleja los valores de los activistas. En un amplio análisis publicado en 2006, Della Porta y Diani, especialistas en el tema, identifican en los movimientos sociales de los últimos años y del mundo occidental un abanico más amplio en sus formas de acción, y la tendencia y el rechazo de la violencia como instrumento para la acción. Aunque este debate sobre noviolencia o violencia para producir el cambio social o político parece decantado hacia la primera opción, esto no excluye, sin embargo, que exista el debate o que las fronteras entre acción noviolenta o violenta estén claramente dibujadas.
En nuestro país, la apuesta por la noviolencia desde los activismos tiene una larga trayectoria, pero no está exenta de debates. La última ola de capitalismo feroz y de retroceso derechos que vivimos ha vuelto a poner en el foco diversas luchas, que no hacen más que reflejar las múltiples vertientes en las que actualmente se concreta el conflicto social y político .
La denuncia de la represión policial y de la criminalización de la disensión, el derecho a la autodeterminación de los pueblos, la defensa de derechos sociales básicos de la mano del cuestionamiento de la propiedad privada, o el derecho a decidir sobre el propio cuerpo y las relaciones sexuales y afectivas son algunas de las luchas y resistencias presentes en nuestra agenda social y política cotidiana.
Más allá de los condicionamientos de los medios de comunicación, hay que compartir espacios y aprendizajes sobre cómo afrontan la cuestión de la violencia y la acción noviolenta las personas y grupos que impulsan y sostienen esas luchas, y cuáles son las aportaciones que, hoy, podemos hacer desde del movimiento por la paz.
Desde la FCONG (Federación Catalana de ONG) queremos generar espacios que permitan profundizar en estas cuestiones, y favorecer que continúe siendo bien visible aquello que no puede ser ignorado.
Por debatir sobre ello, organizamos mañana (viernes 15 de noviembre ) y el sábado las jornadas: '¿Vale todo para hacer frente a las violencias? Movimientos sociales y por la paz: luchas y alternativas'. Invitados están.
Para más información :
http://www.confederacio.org/index.php?option=com_content&view=artículo&id=116:ot-shi-val-para-hacer-frente-a-las-violencias&catid=5:info-general