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Panrico: La veteranía lidera la huelga indefinida en Santa Perpètua

Benoît Cros

Santa Perpètua de Mogoda —

“¿Quién iba a decir que nosotros, con nuestra edad, ibamos a hacer huelga durante 4 semanas?”. Isabel Espejo, de 53 años, es una de las empleadas de Panrico que llevan protestando desde el 12 de octubre delante de la fábrica donde han trabajado toda su vida. Hasta ahora, el clima había sido de relativa paz social en Santa Perpètua de Mogoda. Excepto los días puntuales de huelga general, la empresa nunca había conocido ningún conflicto social prolongado.

El piquete ha ido tomando forma desde el principio de la protesta: unas primeras pancartas, luego unas carpas para abrigarse de la intemperie. Un fuego está encendido permanentement para calentarse y para hacer barbacoas. El tiempo se hace largo a veces pero cada uno cumple con su turno, igual que en un día normal de fábrica.

Gertrudis está indignada: “Hace dos años nos recortaron el 25% y ahora nos quieren quitar el 35%”. Además de incluir 151 despidos, la última propuesta de la empresa es una reducción del 25% de los sueldos, lo que dejaría la nómina de Gertrudis en poco más de 1000 euros, con 37 años de antigüedad. “Quieren que haya otra vez pobres y ricos y que desparezca la clase media”, apunta. “Como esto no se arregle, me verán en la calle”, teme Gertrudis, que todavía debe 10 años de hipoteca.

Joaquín Cantero, 52 años, de los cuales 14 años en el departamento de aprovisionamiento de la fábrica, opina lo mismo: “Siempre paga el trabajador, nos quieren llevar a la pobreza”, critica. “Pero han sido los trabajadores los que han levantado esta empresa”.

La mayoría de los trabajadores hizo toda su carrera profesional en la fábrica de Santa Perpètua de Mogoda. “Yo trabajo en Panrico desde que tenía 15 años, pasé mi adolescencia aquí”, explica Carmen Larrosa, de 51 años. “Pensaba que me iba a jubilar aquí”, añade.

Gertrudis también es una veterena de Panrico y recuerda perfectamente su primer día en la fábrica, en 1972, con los 14 años aún no cumplidos. “Vine con mi madre caminando desde La Llagosta”, dice. “Mentí sobre mi edad porque sino, no me iban a coger”, añade. Su familia, originaria de Andalucía, era muy humilde: “Que yo trabajara supuso una ayuda muy grande para nosotros. Recuerdo cómo pudimos empezar a comprar cosas, una tele, ...”

En los dos últimos años, no solo las condiciones salariales han empeorado sino también las condiciones laborales. “Nos han exigido un ritmo de trabajo más alto”, denuncia Gertrudis, que trabaja en la sección de Donettes. “Además nos han reducido el tiempo para ir al lavabo a 9 minutos. Antes estábamos deseando venir a trabajar pero ahora se hace cada vez más duro”.

Frente a este panorama, los trabajadores dicen estar determinados. Y las cargas de los Mossos d’Esquadra los días 14 y 18 de octubre los unieron aún más. Pero la dificultad será aguantar más tiempo sin sueldo. Se constituyó una caja de resistencia que servirá para atender las familias más vulnerables en caso de que el conflicto se prolongue. Los efectos de la huelga se empezarán a notar a finales del mes, en el momento habitual de la paga. De momento, sin embargo, los veteranos de Panrico siguen resistiendo.

“¿Quién iba a decir que nosotros, con nuestra edad, ibamos a hacer huelga durante 4 semanas?”. Isabel Espejo, de 53 años, es una de las empleadas de Panrico que llevan protestando desde el 12 de octubre delante de la fábrica donde han trabajado toda su vida. Hasta ahora, el clima había sido de relativa paz social en Santa Perpètua de Mogoda. Excepto los días puntuales de huelga general, la empresa nunca había conocido ningún conflicto social prolongado.

El piquete ha ido tomando forma desde el principio de la protesta: unas primeras pancartas, luego unas carpas para abrigarse de la intemperie. Un fuego está encendido permanentement para calentarse y para hacer barbacoas. El tiempo se hace largo a veces pero cada uno cumple con su turno, igual que en un día normal de fábrica.