La eliminación de los peajes instala el caos en la AP-7: “Sabes cuándo entras pero no cuándo saldrás”
Da igual el día que sea. Laborables, vigilias de festivo, domingos… La autopista AP-7, la principal arteria de Catalunya, se ha instalado en el caos desde que el pasado septiembre el Estado eliminase los peajes de la autopista. El fin de la pandemia ha supuesto la guinda definitiva para consolidar esta vía como una ratonera en la que nunca se sabe qué pasará.
“Sabes cuándo entras pero no cuándo saldrás”, señalaba por teléfono el domingo Lluis Junyent, barcelonés de 47 años, precisamente mientras estaba parado en un atasco en la AP-7 a la altura de Sant Celoni (Girona). “Es una auténtica lotería”.
Las retenciones durante los domingos de verano eran habituales en esta autopista cuando era de pago. Ahora, sin embargo, son aún mayores y afectan a cualquier día de la semana. Un accidente en esa vía puede suponer retenciones de decenas de kilómetros que obligan a los vehículos a permanecer parados durante horas. “La autopista ha tocado techo”, admitió hace pocos días Ramon Lamiel, director del Servei Català de Trànsit (SCT).
Así se demostró la tarde del jueves, a pocas horas de la verbena de Sant Joan, cuando se dieron retenciones de más de 60 kilómetros en diferentes puntos del mapa viario catalán, debido a la operación salida. El punto más caliente de los atascos se dio en esta autopista que, a las cuatro de la tarde ya registraba colas de más de 26 kilómetros.
El principal motivo del caos es el aumento del tráfico de camiones, que han optado por esa vía al volverse gratuita. Desde el Ministerio de Transportes aseguran que prácticamente se han doblado los vehículos pesados que circulan por la AP-7. “La liberación de los peajes ha tenido un importante impacto en la distribución del tráfico”, señalan desde el Ministerio.
Al aumento de camiones hay que sumarle los vehículos privados que también han sido atraídos por la gratuidad de la autopista. “Han llegado nuevos vehículos que antes iban por carreteras alternativas y ahora optan por la vía con más calidad”, señala Àlvar Garola, profesor de Ingeniería Civil y Ambiental en la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). “A su vez, también hay nuevos coches de gente que antes se desplazaba por otros medios”.
En algunos tramos, como en la zona de Montmeló (Barcelona), el número de vehículos supera el 40% de la capacidad máxima de la autopista. Es decir, donde caben un máximo de 5.200 vehículos por kilómetro y hora algunos días llega a haber más de 7.000. En el tramo próximo a Vilafranca del Penedès (Barcelona) la saturación es incluso mayor: en ocasiones se supera el 55% la capacidad máxima de la vía.
El efecto llamada que ha generado la eliminación de peajes es claro, admiten desde Trànsit. Como ejemplo, señalan que en el resto de vías catalanas (con excepción de la C-33) el tráfico es similar al que había en 2019.
Más coches y más camiones también significa un aumento de la siniestralidad. Mientras en las carreteras convencionales se han reducido los accidentes porque tienen menos camiones, en la AP-7 han aumentado sobremanera. En lo que va de año han muerto ya 14 personas en esta autopista. Durante este mismo periodo en 2019 habían fallecido cuatro personas.
Al escenario descrito hay que sumarle las obras que se están ejecutando en la vía, principalmente para acabar de retirar las casetas de los peajes eliminados. También se han reducido las grúas repartidas a lo largo de la autopista, un servicio que anteriormente ofrecía la empresa concesionaria y que suponía que los vehículos averiados se retiraban con más premura que en la actualidad.
Sin soluciones inmediatas
El Govern catalán anunció el pasado martes medidas para intentar revertir la situación actual. El conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, admitió el “problema de saturación” y propuso una batería de soluciones improvisadas que, según admiten tanto en el Ejecutivo catalán como los expertos consultados, son parches que no lograrán atajar el problema del todo.
La primera medida anunciada pretende restringir el tráfico de camiones. Los vehículos pesados no podrán circular por esta vía ni durante el puente de Sant Joan ni durante los fines de semana de julio. La restricción se aplicará los sábados por la mañana y los domingos por la tarde. Además, los vehículos pesados que circulen por esa vía deberán hacerlo en algunos tramos únicamente por el carril derecho y con un máximo permitido de 80 kilómetros por hora.
La Associació General d’Autònoms-Pimes Transportistes de Catalunya (AGCTC) ha sido muy crítica con la decisión y ha señalado en un comunicado que “profundiza en la precariedad del sector” de los transportistas. Esta entidad reprocha al Govern que se haya tomado la decisión sin consultarles, considera que la medida es “injusta e insuficiente” y que afectará a las exportaciones. Desde la AGCTC aseguran que el 60% de las exportaciones estatales pasan por esa vía.
Por otro lado, el Govern ha abierto la licitación de un nuevo contrato para repartir grúas a lo largo de la vía y paliar la falta de recursos para retirar vehículos. Por ahora se ha resuelto con un contrato menor para los próximos fines de semana a la espera de la adjudicación definitiva.
La otra medida establecida por el Govern fue la apertura de un carril adicional entre Parets y Sant Celoni, una de las “zonas negras” de la autopista. Este fin de semana pasado, no obstante, se volvieron a registrar largos atascos en distintos puntos de la AP-7 a pesar de la apertura de este carril extra.
Elena también señaló al Ministerio de Transportes por la falta de inversión en las infraestructuras catalanas y en la red de Rodalies. Aseguró incluso que desde el Ministerio liderado por Raquel Sánchez ni siquiera se pensó en licitar las obras de la retirada de las casetas de los peajes hasta que no se implementó la gratuidad en la AP-7. “Esto ha supuesto obras durante mucho tiempo cuando debería haberse resuelto anteriormente”, aseguró el conseller. Desde el Ministerio niegan cualquier improvisación y aseguran que esas obras sí estaban licitadas antes de levantar los peajes.
Preguntados por soluciones a corto y largo plazo, desde Transportes optan por “mejorar la accesibilidad de la autopista” mediante la construcción de “nuevos enlaces” o la remodelación de los existentes. A su vez, también defienden actuaciones para “mejorar la capacidad de la autopista” mediante el incremento del número de carriles y recuerdan que este julio se presentará un “plan completo” para la AP-7 y la AP-2 para “dar respuesta a la nueva realidad sin peajes”.
Garola, el ingeniero de la UPC y experto en infraestructuras, apuesta por una mejora en la gestión del tráfico más allá de algunas obras puntuales en los enlaces. “Creo que en el futuro la tendencia será gestionar de manera más activa las vías y no construir nuevas”, apunta.
Lo que sí que cree Garola es que el regreso de los peajes a la vía es inexorable. Sobre todo porque España se ha comprometido con la Unión Europea a tener para 2024 un modelo de financiación para todas las autovías, pero también porque suponen un instrumento efectivo de gestión del tráfico.
“Estamos condenados a volver a los peajes”, concluye Garola. “El coste de mantener estas infraestructuras es muy caro, el hecho de que pasen camiones obliga a una mayor renovación y Europa nos lo exige”.
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