El embuste de Felip Puig sobre la casa de Vallromanes

“Ha habido medios de comunicación, que no quiero citar, porque, entonces..., pero ya deducirán, que dijeron que la casa que me compré en Vallromanes, había hecho yo, previamente, como consejero de Obras Públicas, una recalificación. Que han dicho que yo he estado... Bueno. ¿Usted me preguntará el porqué? No lo sé. Yo puedo... Sí. En los inicios, durante una etapa, eran, de alguna manera, ataques, bueno, decir: «Oye, aquí hay un punto de debilidad; intentemos aprovecharlo». Luego, en los últimos tiempos, ha sido más, digámoslo así, de fuerzas venidas de más allá -de más allá del Ebro- que a través de informes, y de acusaciones infundadas han intentado hacer eso”. Son palabras del conseller Felip Puig pronunciadas el pasado martes en la comisión de investigación sobre corrupción y fraude fiscal que lleva a cabo el Parlament de Catalunya.

Servidor fue quien escribió, y firmó, el 14 de marzo de 2005, un reportaje sobre la casa de Felip Puig en Vallromanes. En el semanario El Triangle, que es el que el consejero no quiso rebajarse a citar. Y por lo tanto escribo este artículo por alusiones. Al menos en este caso, Puig miente. O tergiversa deliberadamente la realidad, que viene a ser lo mismo. Sólo hay que repasar la hemeroteca para constatarlo.

En esencia, la mentira consiste en decir que se le atribuye una recalificación de terrenos que él no hizo cuando nunca se le atribuyó ninguna recalificación, que efectivamente no tuvo lugar entonces. En ningún momento del artículo se utiliza esta palabra. En la portada, el título dice: “Felip Puig favoreció al constructor que le vendió su casa”. Y en el interior: “Puig bendijo la especulación en la zona donde compró la casa”. Lo que se explicaba en el artículo (intentaré ser sintético) es que a principios de 2002, siendo Puig conseller de Política Territorial y Obras Públicas, se modificó el planeamiento de la urbanización de Torre Tavernera (zona también conocida como Can Cabrit-Can Palauet), situada en la ladera de una colina en cuya falda se encuentra el campo de golf de Vallromanes. Dado que la cota urbanizable del sector tiraba bastante arriba, en el planeamiento inicial se había previsto la construcción de casas aisladas, en parcelas de unos 1.000 metros cuadrados, pero el primer promotor urbanístico encontró más dificultades de las esperadas para conseguir compradores y en el año 2000 terminó vendiendo todos los terrenos que le quedaban a otro promotor, Alba AGC SA, que fue quien pidió un cambio de las condiciones urbanísticas.

El Ayuntamiento, gobernado por CiU, y la Comisión de Urbanismo de Barcelona, dependiente del departamento de Puig, aprobaron estos cambios, por los que se incrementó sensiblemente la edificabilidad de la zona (se permitió entonces la construcción de 129 casas adosadas) y se rebajaron las exigencias sobre los materiales constructivos. Justificado o no, el cambio reportó un beneficio más que evidente para el promotor. Meses después de que esto ocurriera el conseller compró su dúplex de Torre Tavernera a Alba AGC SA. Se acababa de separar de su segunda esposa, con la que vivía en otra localidad del Vallés Oriental, y necesitaba una nueva morada.

Los cambios urbanísticos de Torre Tavernera generaron una sonora polémica en la localidad, debido al fuerte impacto ambiental y paisajístico de la renovada promoción, seguramente todavía hoy bien visible, y de hecho fueron una de las causas del sismo que sacudió al equipo de gobierno local a lo largo de 2002. El concejal de Urbanismo fue el primero en renunciar (las competencias las asumió la alcaldesa, Maria Cabot), y meses más tarde lo hicieron los de Medio Ambiente, Hacienda y Deportes. La alcaldesa quedó en minoría y la oposición lo aprovechó para forzar una moción de censura en mayo de 2003, si bien en las elecciones del año siguiente volvió a recuperar el poder. Como se puede comprender, los cambios también molestaron sobremanera a los vecinos que habían comprado una parcela y edificado una casa con las condiciones iniciales del sector, por el agravio económico respecto a la inversión que ellos habían tenido que hacer y por el ruido de taladros martilleando la montaña que tuvieron que soportar durante dos años.

Esto es lo que se explicaba en ese artículo, y no que se hubiera hecho ninguna recalificación urbanística.

¿Había sido pura casualidad que Puig le comprara la casa a un promotor al que una decisión de su partido, si no directamente suya, había beneficiado? Tal vez sí. O puede que no. Seguramente también debe de ser casualidad que, en esas mismas fechas, Alba AGC SA le comprara unos terrenos en Fèlix Millet, según se sabría mucho tiempo después gracias al sumario del caso Palau, y que, en un ordenador de la secretaria de Millet, apareciera una anotación sobre un tal FP con la orden de “llevar 250 en efectivo a su casa del golf de Vallromanes”. Esto último, evidentemente, no aparecía en mi artículo, que como he dicho escribí cuatro años antes de que estallara el caso Palau. Por cierto, Alba AGC SA ya hace años que entró en concurso de acreedores.

Otro detalle que no pasó desapercibido a la gente de Vallromanes: coincidiendo con el aterrizaje de Felip Puig, el departamento de Política Territorial (PTOP) se mostró dispuesto a construir una rotonda en la entrada del pueblo, de la que salía un vial en dirección al camino del golf y de Torre Tavernera, es decir, de la casa del ilustre nuevo vecino. Toda la tramitación se hizo con una celeridad inusual, a finales de 2002, tanto es así que la empresa pública Gisa ya tenía redactado el proyecto antes de su aprobación, pero lo más inusual de todo es que el PTOP estuviera dispuesto a asumir el coste de una rotonda en un vial que era competencia de la Diputación de Barcelona. Al final, sin embargo, la rotonda no se llegó a hacer porque por medio CiU perdió la alcaldía y el nuevo equipo de gobierno, con una alcaldesa de ERC, la echó para atrás.

El martes pasado, pues, además de repetir hasta el aburrimiento que no está imputado ni citado por ningún juzgado (cosa que todo el mundo ya sabe), Puig demostró su habilidad para deformar la realidad, al menos en este punto. Y no era la primera vez que lo hacía. En realidad, el consejero ya usó la misma estrategia en una respuesta a una publicación comarcal, Línia Vallès, que en abril de 2005 se hizo eco de la información aparecida semanas atrás en El Triangle. El entonces portavoz del grupo parlamentario de CiU en el Parlament no respondió a El Triangle, pero sí escribió una carta de réplica para Línia Vallès en la que, como el pasado martes, basaba su defensa en atribuir afirmaciones falsas al artículo, cuando en realidad la falsedad principal era esa mera atribución.

Reproduzco a continuación unos fragmentos de aquella ingeniosa carta:

“Línia Vallès se hace eco, sin contrastar, de una información aparecida en El Triangle, donde se argumenta que yo, ocho meses después de mi nombramiento como consejero del PTOP, compré una casa en la urbanización Torre Taverna (sic). La información también dice que fui yo, en mi condición de Consejero y como máximo responsable en materia de urbanismo en Cataluña, quien dio el visto bueno al acuerdo del Ayuntamiento de Vallromanes que permitía urbanizar esta zona.

Supongo que los lectores ya habrán deducido que en ocho meses no se puede construir una urbanización y mucho menos ponerla a la venta.

No obstante, y por si alguien sólo leyó el titular, quiero comentar que la actuación de Torre Tavernera se aprobó definitivamente en 1989 y el estudio de detalle, que es el último requisito necesario para poder urbanizar, se hizo en 1998. Yo entonces no era Consejero. Mi nombramiento como Consejero del PTOP se produjo en noviembre de 2001, intentar atribuirme a mí esta recalificación es no tener claro qué calendario rige la cultura occidental“.

Nunca se publicó, e insisto que sólo hay que leer El Triangle número 722 para comprobarlo, que Felip Puig diera la autorización para urbanizar o recalificar Torre Tavernera, sino para modificar un planeamiento urbanístico que ya estaba aprobado y se estaba ejecutando, y que esta modificación que se produce siendo Puig consejero reporta un evidente beneficio al promotor que le vende la casa, además de causar un considerable revuelo en el pueblo. Puig faltó a la verdad entonces, pero como no era una carta dirigida a El Triangle no me pareció pertinente contestar, al fin y al cabo replicar a una réplica es tan cansino como posiblemente sea este artículo. Pero que, diez años después, vuelva ahora con el mismo embuste... eso sí que debe ser no tener claro hasta qué punto está pendiente del calendario la nueva cultura occidental.