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Enfermeras al borde del colapso: “Este trabajo es mi vida, pero me planteo muy seriamente dejar la profesión”

Imagen de archivo de una enfermera.

Sandra Vicente

25 de enero de 2023 23:08 h

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Paula Armengol es enfermera comunitaria en un Centro de Atención Primaria (CAP) de una comarca cercana a Barcelona. Hace doce años que ese consultorio es su hogar profesional y se ha llegado a conocer las historias e historiales de más de 1.800 pacientes, que son los que la tienen como enfermera de referencia. Pero toda esa gente que confía en Armengol pronto deberá prescindir de ella.

Después de años encadenando contratos temporales y un largo proceso de interinaje, Armengol se traslada a otro centro tras haber aprobado unas oposiciones. Conseguir un puesto fijo en el sector sanitario catalán, el que tiene el porcentaje más alto de interinidad de todo el país (alcanza al 64% de los trabajadores), debería ser una buena noticia. Pero para Armengol es “un castigo”.

Esta enfermera de 54 años ha dedicado toda su carrera a la sanidad comunitaria y se ha formado para ello, pero aún así, su plaza fija se halla en un ámbito totalmente diferente al que conoce. Armengol deberá pasar a trabajar al hospital de Can Ruti, a más de una hora de su lugar actual de trabajo, donde las tareas que deberá realizar “no tienen nada que ver” con las que hace actualmente, se lamenta.

En el CAP, su función se basa en hacer un seguimiento asistencial a los pacientes que, a menudo, se extiende a diversos miembros de la familia; a hacer tareas de prevención y, casi, a ejercer como agente socioeducativo. En cambio, las tareas de una enfermera en un hospital dejan de lado el seguimiento continuo del paciente y se cambian por intervenciones más puntuales que pueden ir desde atención en una UCI a cuidados agudos.

Este cambio de trayectoria profesional afecta a 180 profesionales sólo en la región sanitaria de Barcelona y está generando angustia e incerteza entre las enfermeras. “Es como si a un dermatólogo lo pones de ginecólogo. Eso que sería inimaginable con los médicos, ¿por qué nos lo hacen a nosotras?”, explica Armengol, que añade que “si hay especialidades es por algo”.

Esta enfermera está sufriendo episodios de angustia, que se acrecientan a medida que se acerca la fecha de su cambio de carrera, el 1 de febrero. “No tengo los conocimientos necesarios para trabajar a un hospital, no sé hacerlo. No soy temeraria y no quiero hacer lo que no sé hacer porque no quiero poner en riesgo al paciente. Durante toda mi carrera he podido ir a dormir tranquila y no quiero que eso cambie ahora”, explica Armengol, que durante la entrevista irrumpe en el llanto.



Unas oposiciones que tardaron cuatro años en resolverse

Las enfermeras están en huelga en Catalunya del 24 al 26 de enero. Sus reclamaciones se basan en mejoras laborales, pero también reivindican “un mayor respeto a la profesión”, tal como expresa Ester Giménez, presidenta de la Asociación de Enfermería Familiar y Comunitaria de Catalunya (AIFICC por sus siglas en catalán).

La falta de profesionales es crónica en todo el sistema sanitario y, en el caso de la enfermería, se nota en cuestiones como la que afecta a Paula Armengol, ya que se destinan profesionales a lugares sin tener en cuenta sus especialidades. “Necesitamos más enfermeras en puestos de decisión, porque de ser así no se darían casos como este”, explica Giménez, que asegura que hay muchos profesionales que “no pueden garantizar hacer un buen trabajo en estas condiciones”.

El traslado de Armengol se enmarca en un proceso de oposiciones muy anterior al que se anunció en 2021, de la mano del llamado 'Icetazo', el proceso de estabilización de la función pública que, en Catalunya, afecta a 59.000 profesionales. Las oposiciones a las que se presentó Armengol se remontan a 2018, cuando el Departament de Salut convocó unas oposiciones a las que se presentaron 17.000 profesionales sanitarios, entre los que se encontraron matronas, fisioterapeutas, enfermeras, auxiliares de enfermería y personal administrativo. Las 9.100 personas que aprobaron (entre ellas, 3.300 enfermeras) estuvieron esperando más de cuatro años a que se finalizara el proceso de oposiciones y no fue hasta el 28 de diciembre del pasado 2022 cuando enfermeras como Armengol supieron su destino.

“¿De qué nos sirve que nos aplaudieran en los balcones?”

Ella se presentó a las oposiciones para poner fin a “doce años de inestabilidad”. Cuando entró a trabajar como enfermera en el que es ahora su CAP pasó siete años encadenando contratos temporales. “Alguno de ellos duraba días”, explica. Después de eso, estuvo cinco años como interina y, cuando la Generalitat convocó estas oposiciones en 2018, se presentó en vistas de poder regularizar su situación.

“Es una vergüenza que tardaran cuatro años en saberse los resultados de las pruebas, y más siendo así”, se lamenta Armengol. Esta enfermera se refiere al hecho de que, el día después de adjudicarle su nueva plaza, la Generalitat convocara otro proceso de estabilización, esta vez sí en el marco del 'Icetazo', que resolverá las primeras plazas en función de un concurso de méritos, no de un examen de oposiciones.

“Es un proceso excesivamente amable, muy ofensivo para aquellos que ya hemos superado unas oposiciones. Seguramente, si las hubiera suspendido, sólo con los méritos me podría quedar en la plaza que tengo ahora”, se lamenta Armengol. Ante esta “impotencia”, los y las enfermeras que se encuentran en esta situación se han organizado en un colectivo de afectadas para gestionar la interlocución con el Instituto Catalán de la Salud, responsable de gestionar el personal sanitario.

Pero, según denuncian, la comunicación “se ha basado en mails”, a pesar de que han pedido muchas reuniones que nunca les han aceptado. Preguntados por este tema, desde el ICS no han contestado a las preguntas de este medio y se han remitido información relativa al proceso de oposiciones. “La dirección del ICS es consciente de que no todo el mundo, aunque sí la gran mayoría, puede escoger el ámbito deseado. Las direcciones de personal están revisando las comisiones solicitadas para mantener la idoneidad de los lugares de trabajo”, señalan. A pesar de que explican que en estas oposiciones, a diferencia de lo que pasaba en las anteriores, sí se ha intentado garantizar la continuidad en el centro, no han respondido cuántas personas se encuentran en la situación de Armengol.

Según afirman las enfermeras, esta es la misma respuesta que han recibido ellas por parte del ICS. Una respuesta que no satisface las inquietudes del colectivo que, por ejemplo, reclama saber si habría penalizaciones para aquellos profesionales que decidan renunciar a la plaza obtenida y presentarse al concurso de méritos del proceso de estabilización que hay ahora en marcha. “No quiero ir a un hospital. No puedo y no quiero poner en riesgo a ningún paciente. Este trabajo es mi vida, pero me planteo muy seriamente dejar la profesión. La cosa es que tengo 54 años. ¿Dónde voy a ir?”, se pregunta Armengol.

Paula Armengol no es el nombre real de esta enfermera. Ha pedido que se la identifique con un alias para que no se la relacione con la crítica que hace de la situación. “Estamos muy desamparadas porque las enfermeras somos las últimas cuando se habla del sistema sanitario. Y tenemos miedo de que haya represalias si explicamos lo que sucede”, dice la profesional. “Llevamos años muy duros a las espaldas, desde los recortes de 2010 hasta la pandemia, es una década en que lo único que nos llevamos es que la gente salió a aplaudirnos a los balcones, pero ¿de qué nos sirve eso?”, se lamenta esta enfermera.  

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