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CRÓNICA

ERC y Junts desoyen los primeros gestos del PSOE y Díaz a la espera de una propuesta de calado para negociar

Arturo Puente

5 de agosto de 2023 21:45 h

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“Que nadie espere una negociación como las de la pasada legislatura”. La advertencia la lanza una voz que conoce bien el estado de ánimo del eurodiputado que reside en Waterloo. Carles Puigdemont no tiene, sobre el papel, ningún cargo directivo en su partido, pero nadie duda de que cuando Junts tenga que tomar una de las decisiones de más calado de los últimos años, será el expresident quien llevará las riendas de la negociación con el PSOE y quien tendrá la última palabra sobre la investidura de Pedro Sánchez.

“Es hora de hablar sobre el fondo, no más parches”, remacha la misma fuente sobre los planes de Puigdemont. Tras una primera semana de celebración y análisis de los resultados del 23J, el Gobierno ha comenzado a lanzar mensajes que sirven a la vez de gestos de buena voluntad hacia el independentismo y de globos sonda para calibrar el precio de su apoyo.

La Ministra de Hacienda, María Jesús Montero, abrió este lunes el melón de la financiación autonómica al asegurar que es “una prioridad esta legislatura”, al tiempo que Sumar anunciaba una iniciativa para permitir que las lenguas oficiales distintas del castellano puedan ser utilizadas en el Congreso.

Son sin duda dos mensajes. Pero, si se trataba de tantear hasta qué punto ERC y sobre todo Junts podrían conformarse con cuestiones económicas, competenciales o lingüísticas, la respuesta prácticamente unánime del independentismo ha sido que la investidura será mucho más cara.

En su última comparecencia del curso, Pere Aragonès no desestimó el asunto de la financiación, e incluso incorporó el traspaso de Rodalies, las Cercanías de Renfe en Catalunya. ERC se ha caracterizado esta legislatura por evitar menospreciar los temas de gestión ordinaria. Pero el president también fue rotundo señalando que lo medular es solucionar de una vez por todas el conflicto, lo que a su entender solo ocurrirá con un referéndum de autodeterminación.

Amnistía y referéndum es prácticamente el único eslogan que aún une a los republicanos con Junts. Pero, además, Puigdemont ha ido más allá y ha desdeñado la iniciativa de Sumar para abrir paso al plurilingüismo en el Congreso al recordar que una propuesta similar ha embarrancado esta legislatura en el Senado, hundida, a su parecer, por las enmiendas del PSOE.

Financiación, competencias y lengua pueden ser condiciones necesarias aunque no suficientes. Pero, ¿hasta dónde está dispuesto a llegar Sánchez con su bien conocida audacia? Desde el Gobierno se mantienen en silencio y dan más bien pocas pistas desde aquel enigmático “la democracia encontrará la fórmula de la gobernabilidad” que dijo el presidente en funciones a sus compañeros de partido el día después del 23J.

En las filas independentistas algunos leyeron aquella frase como un signo de que Sánchez se disponía a sorprender a todos con alguna maniobra intrépida, como en su día fueron los indultos o la derogación de la sedición. Aunque pronto otras voces socialistas les hicieron aterrizar. Salvador Illa zanjó de inmediato que no habría referéndum y, esta semana, Félix Bolaños aseguró en tono conciliador que entendía que los partidos independentistas comenzasen sus negociaciones con “posiciones de máximos”, pero advirtió que “no se entendería” que no las rebajasen para evitar una repetición electoral.

Una nueva oportunidad

Las dos formaciones, ERC y Junts, son conscientes de que no pueden desaprovechar la actual oportunidad para negociar de tú a tú con el Gobierno. Pero, a la vez, los de Puigdemont miran de reojo los malos resultados de ERC, que atribuyen a haber sido demasiado indulgentes con el PSOE, y se conjuran para que a ellos no les pase lo mismo. Desde la noche de las elecciones, la frase más repetida en las filas de los herederos de Convergència es: “No investiremos a Sánchez a cambio de nada”.

Para Junts, el papel de bisagra que le han dado las urnas no solo es una ocasión para interlocutar con la Moncloa sino, sobre todo, para demostrar que puede negociar mejor que ERC, de forma más exigente pero también más eficaz. Eso o, de no ser posible, redibujarse como un partido de férreas convicciones secesionistas y al que no le tiembla la mano para bloquear una investidura si no se cumplen sus peticiones.

En ambos casos, calculan en Junts, su recuperado protagonismo les permitiría pugnar por ser el primer partido independentista, pasando por delante del partido en horas bajas de Oriol Junqueras en las próximas elecciones al Parlament.

En ERC ven el momento muy diferente. La secretaria general de la formación explicó este martes en una entrevista en Catalunya Ràdio que su partido creía indispensable evitar una repetición electoral que diese una nueva oportunidad a la derecha. Ahora bien, Rovira también considera que es el momento de plantear un frente de negociación independentista unido y que, con más fuerza que en la legislatura pasada, pueden forzar al Gobierno a moverse más.

El esquema de negociación de los republicanos descansa sobre tres patas. Para comenzar, el cumplimiento de los acuerdos pasados. Después, los temas de gestión ordinaria, como la financiación o Rodalies. Por último, lo que llaman “proceso de negociación para resolver el conflicto político”, donde sitúan los grandes puntos del referéndum y la amnistía en genérico. “No concretaremos, no queremos quemar opciones”, explica un dirigente del partido.

El frente independentista no arranca

ERC no oculta que, con una posición menos dura que Junts y después de que las matemáticas parlamentarias hayan hecho indispensable al partido de Puigdemont, han quedado desplazados del centro de la negociación. “En el PSOE están priorizando a Junts”, resumen los republicanos.

En el partido de Aragonès leen los resultados del pasado julio como un toque de atención de su base electoral independentista, por lo que consideran que deben volver a acercarse tanto a Junts como a la CUP y a las entidades soberanistas.

Según entienden en Esquerra, la negociación de investidura es una oportunidad de oro para acudir como frente independentista, pero acusan directamente a Puigdemont de no desear esta unidad y de haber abortado los contactos entre dirigentes de ambas formaciones.

Mientras tanto en Junts todos siguen con disciplina la consigna lanzada por Puigdemont, que recetó “discreción y prudencia”. Las diferentes voces del partido, siempre activas y polifónicas, han callado de golpe, a la espera de nuevos acontecimientos.

El expresident ha visto relanzado su protagonismo en el panorama político español pero, sobre todo, ha recuperado su dominio absoluto sobre el partido, después de haber soltado las riendas hace justo un año.

El ala moderada de Junts intentó hacer valer su programa pragmático en las elecciones municipales de Barcelona, con la candidatura de Xavier Trias. Pretendían demostrar que un Junts menos arrinconado en el debate nacional era capaz de ser primero en las urnas incluso en una plaza tan importante como la capital. Los resultados no les quitaron la razón, pero el naufragio de la investidura, arrebatada gracias a la alianza de PSC, comuns y PP, dejó a Trias fuera de escena.

El exalcalde, con todo, ha sido explícito a la hora de pedir que su partido no rechace de entrada una investidura de Sánchez y ha recomendado negociar para conseguir “una legislatura provechosa para Catalunya”.

El de Trias es uno de los mensajes más conciliadores que han surgido desde las filas de Junts. Muy distante, por ejemplo, a la afirmación que hizo el expresident Quim Torra cuando advirtió que “el derecho de autodeterminación pertenece al pueblo catalán y es, por tanto, innegociable”. Será Puigdemont quien, una vez más, tenga que desempatar entre los suyos.

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