El escándalo de los carteles de Maragall agrava la crisis interna de ERC por la sucesión y la investidura
La temperatura sigue en aumento en el seno de ERC y este lunes ha alcanzado unas cotas que amenazan con causar un auténtico incendio en la formación. El escándalo de los carteles que se mofaban de Ernest Maragall y su hermano, el expresident Pasqual Maragall, que salieron de las propias filas de los republicanos, ha disparado las críticas internas y ha empeorado la doble disputa que existe por la sucesión en la dirección y por la investidura de Salvador Illa.
Cuando Oriol Junqueras dimitió el 10 de junio para anunciar que optaría a revalidar la presidencia del partido en el congreso de otoño, la crisis en ERC se circunscribía a los malos resultados de las elecciones catalanas, que provocaron la renuncia del president Pere Aragonès. Pero apenas un mes después, la pugna por renovar los liderazgos del partido acumula un manifiesto de gran parte de la cúpula a favor de un relevo de Junqueras, un preacuerdo para entrar en el gobierno barcelonés de Jaume Collboni congelado tras un caos organizativo, y ahora una acción de falsa bandera de un grupo de militantes que ha causado rechazo y estupefacción y que alberga no pocos interrogantes.
Hasta ahora, ERC solo ha reconocido oficialmente que ha apartado al militante que puso los carteles, al que acusa de haber actuado solo y de haberlo confesado al partido solo cuando los Mossos d’Esquadra comenzaron a investigarlo. Pero el diario Ara ha apuntado a la existencia de un grupo paralelo dentro del partido, pensado para acciones controvertidas como esta, que cobraba por ello y que estaba en contacto permanente con el equipo de comunicación y, en concreto, con el viceconseller Sergi Sabrià. Este mismo martes, Maragall ha publicado una carta en la que señala al director de Comunicación.
Las primeras discrepancias entre 'roviristas' y 'junqueristas'
La primera prueba de que la noticia ha recrudecido la pugna entre los sectores de Junqueras, que aspira a regresar como presidente, y el de Marta Rovira, actual secretaria general que pilota la transición, ha sido la diferencia de versiones entre ambos bandos. No en cuanto a la autoría, sino en cuanto a su conocimiento. La portavoz del partido, Raquel Sans, ha asegurado este lunes que tanto Junqueras como Rovira fueron informados de ello tan pronto como el militante en cuestión lo confesó. Eso fue pocos meses después de que la policía identificara a los autores de los carteles, en mayo de 2023.
Pero Junqueras se ha desmarcado de esta versión oficial, procedente de una dirección interina del partido en la que actualmente pilotan los afines a Rovira. “Quiero dejar claro que nunca he tenido conocimiento de los hechos que se han publicado hoy”, ha insistido el líder republicano, que ha añadido que no fue hasta el 10 de junio que supo de la existencia de estas prácticas. “Estoy sorprendido y decepcionado. Como militante, pediré a los órganos que velan por el buen funcionamiento del partido para que lleguen al fondo de la cuestión”, ha añadido en X (Twitter).
Hasta que no se conozcan los detalles y el funcionamiento de ese grupo supuestamente secreto de guerrilla comunicativa, y quién lo manejaba, resulta difícil aventurar qué impacto tendrá en junqueristas y roviristas. Entre estos últimos, sin embargo, se ve como un movimiento de Junqueras que se haya trascendido el caso estos días.
De lo que no hay duda es de que una crisis de este calibre, que salpica a figuras clave de ERC como Sabrià y con un tema tan delicado, empeora las perspectivas de los republicanos ante una eventual repetición electoral si las negociaciones para investir al socialista Salvador Illa fracasan. Los republicanos aseguraron este sábado que esperan alcanzar un preacuerdo con el PSC –o con Junts– antes de finales de julio. Con lo conocido este lunes, es más probable que la militancia vea el pacto con los socialistas como un mal menor respecto a los comicios.
Maragall culpa al director de Comunicación de ERC
Ernest Maragall publicado una carta este martes en la que señala abiertamente al director de Comunicación de ERC, Tolo Moya, de estar detrás del grupo colgó los carteles contra él y su hermano. El exconcejal del partido en Barcelona no ha señalado en su comunicado a otros cargos republicanos, aunque ha añadido que ello “no excusa ni disminuye” la responsabilidad de la formación en todo el asunto.
Maragall expone que tras denunciar el caso a los Mossos d’Esquadra, las primeras diligencias policiales hicieron “evidente” que la autoría procedía de “personas contratadas desde algún ámbito de responsabilidad interna de ERC”. “Esa constatación me generó una mezcla de estupefacción y malestar profundo”, prosigue en su comunicado. Según expresa, Moya le ofreció entonces sus disculpas y le confesó que los hechos eran lamentables y que se habían producido por “una falta de control” por su parte sobre ese equipo paralelo.
Maragall, retirado de la vida política desde diciembre, asegura que retiró la demanda cuando supo que procedía del partido. “Una decisión tomada a conciencia para evitar que unos hechos lamentables, pero ya cerrados y de imposible repetición, pudiesen continuar causando un sufrimiento inútil a mi entorno familiar y personal”, añade.
Sin mencionar responsabilidades más allá del director de Comunicación, a pesar de que la investigación del Ara apunta al conocimiento de otros cargos como Sergi Sabrià, Maragall asegura tener confianza en la actual dirección para esclarecer lo ocurrido.
Voces críticas y exigencia de dimisiones en bloque
Entre el malestar y las críticas que han arreciado destacan las del grupo municipal de ERC en Barcelona, que lideró Maragall desde 2019 hasta diciembre de 2023. “Es inaceptable, un partido como ERC no se lo puede permitir”, ha afirmado Elisenda Alamany, actual presidenta del grupo.
Pero la mayoría han ido más allá y han pedido una depuración de responsabilidades al margen del militante en cuestión, que según la dirección del partido ya fue apartado y despedido. Las consecuencias, según la concejal Eva Baró, deben estar “a la altura del agravio y de la indignidad”. “Hay cosas que no se arreglan con parches. Hacen falta depuración de responsabilidades, expulsión de militancia y dimisiones en bloque. No nos merecemos pasar esta vergüenza”, ha dicho el edil Jordi Coronas.
En su tono habitual, el exdiputado Joan Tardà, que apoya a Junqueras, ha asegurado que como miembro del Consejo Nacional pedirá a la dirección “la verdad” y la asunción de responsabilidades ante lo que califica como “atentado contra el partido”. “Les toca a quienes lo conocían decir por qué nos lo han escondido”, se ha extendido Tardà.
Ni el president en funciones Pere Aragonès ni los consellers se han pronunciado sobre esta última crisis. Tampoco por ahora Marta Rovira. El exalcalde de Lleida, Miquel Pueyo, lo ha tachado también de indigno y ha elogiado el talante de Maragall, que llegó a retirarse de la causa (aunque desde el partido aseguran que nunca se lo pidieron). “La dimensión ética, personal y política de Maragall trasciende por mucho las jugadas de vuelo corto que ofenden a todas las personas y familias que nos hemos tenido que enfrentar al Alzheimer”, ha afirmado.
Fue el propio Junqueras el que afirmó, hace apenas diez días y en referencia al manifiesto a favor de una renovación, que los “trapos sucios” debían lavarse en casa. Pero no parece que los republicanos vayan a ser capaces de devolver la colada a su sede de la calle Calàbria hasta que se conozcan todos los detalles del caso.
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