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Las familias alertan de un retroceso en la inclusión en las escuelas

Pau Rodríguez

El Diari de l'Educació —

Cuando la hija de María Cabello, con autismo, entró en la escuela Vora del Mar, de Cubelles, se creó una Unidad de Apoyo a la Educación Especial (UAEE), un recurso de apoyo a los cinco alumnos con necesidades educativas especiales que había en el centro, a cargo de una educadora y una maestra. El año que viene, que la niña hará cuarto de Primaria, en la USEE habrá 12 niños –con edades de P3 a sexto–, pero el mismo personal.

Esta es una de las diversas situaciones personales con las que la Federación de AMPA catalanas Fapac ha querido poner de manifiesto lo que denuncian como un retroceso de la escuela inclusiva en las aulas catalanas. Los datos que han presentado revelan cómo, en los últimos tres dos cursos, el número de alumnos con necesidades educativas especiales incluidos en centros ordinarios ha caído del 64 al 61% del total, aunque el departamento de Enseñanza siempre ha mantenido que la cifra de inclusión es superior, en torno a un 75%.

Actualmente, según la Fapac, son 10.986 los niños y jóvenes con alguna discapacidad escolarizados en centros ordinarios, mientras que el resto, 6.927, estarían en centros de educación especial. El descenso de la inclusión en los últimos años, que la Fapac atribuye a los recortes y a la falta de voluntad política de la Generalitat, ha repercutido en un aumento de unos 600 alumnos en las escuelas especiales.

Esta tendencia demuestra, según Àlex Castillo, presidente de Fapac, que “el departamento de Educación no cree que la escuela inclusiva sea la mejor manera de educar al alumnado con necesidades especiales”, y los acusa de “tener un discurso muy bien trabado pero que no llevan a la práctica”. Castillo ha pedido al departamento que actúen de acuerdo con lo que dice la Ley de Educación de Cataluña (LEC), que establece que un sistema educativo de calidad es el que garantiza la escolarización de todos los alumnos, incluidos los discapacitados.

Ante 61% de alumnos escolarizados en centros ordinarios, Castillo ha recordado además que ya el curso 1994-95 había alcanzado un porcentaje de inclusión alrededor del 67%, que luego cayó al 50% en el curso 2000-2001. Desde la caída del número de alumnos en centros ordinarios fue aumentando hasta llegar al 64% en el curso 2011-2012, pero ahora vuelve a caer.

Hay que decir, sin embargo, que desde el departamento de Enseñanza siempre han defendido que apuestan por la escuela inclusiva, y que en ningún caso han retirado recursos a los apoyos educativos para estos niños. Además, sus datos son más favorables a la inclusión. El curso 2011-2012, por ejemplo, estimaban que los alumnos con necesidades educativas especiales en centros ordinarios eran el 74% del total, diez puntos por encima que los cálculos que ha presentado este martes la Fapac.

Falta de información

Además de María Cabello, la Fapac ha invitado a tres madres más a explicar cuáles son los problemas que han sufrido a la hora de escolarizar a sus hijos con necesidades especiales en centros ordinarios. De entrada, lo que han denunciado es la “completa desatención” en que se ven inmersas las propias familias, según Raquel Fontanals, madre de una niña de 2 años con discapacidad. “Nadie nos da información, a veces te enteras de posibilidades por pura casualidad”, expresaba Fontanals.

Raquel y también Yolanda Catalán, otra madre en situación similar, lamentaban además que a menudo los padres y madres se ven en la cruel disyuntiva de tener que elegir entre un centro público donde su hijo corre el riesgo de quedar “aparcado” –porque no hay suficientes recursos para atenderlo adecuadamente– o un centro especial o una escuela concertada, donde sí podrá recibir más atención, pero que supondrá “un agravio comparativo” para la familia.