Contundente informe del fiscal Eduardo Gutiérrez en el final del juicio por la violación múltiple a una joven de Sabadell en 2019. Tras su polémico interrogatorio a la víctima de este martes, que le ha valido críticas de hasta la fiscal de Sala del Tribunal Supremo de Violencia sobre la Mujer, el representante del Ministerio Público ha reafirmado que el relato de la joven debe servir para condenar a los acusados pues es “verídico” y “creíble”, todo lo contrario que el de los acusados.
El fiscal ha confirmado su petición de 37 a 41 años de cárcel a los acusados, uno de ellos como autor material de la agresión sexual y los otros como cooperadores necesarios al crear la intimidación necesaria para que la violación tuviera lugar. Los otros dos violadores no han sido juzgados. Por la alta petición de pena y por su papel activo en la investigación sorprendió más el interrogatorio de Gutiérrez a la víctima, a quien cortó con frecuencia, hizo retroceder a otros aspectos secundarios sobre los que ya había declarado y llegó a preguntar si estaba “segura”.
Sobre el caso se ha pronunciado este miércoles la fiscal de Sala Delegada de Violencia sobre la Mujer, Pilar Martín Nájera, quien ha considerado que el interrogatorio se hizo “sin ningún tipo de sensibilidad ni empatía”, algo que “no se debe producir nunca”. En una desautorización pública en toda regla, muy inusual en la carrera fiscal, Martín Nájera ha lamentado que en el interrogatorio faltara “educación en artes psicológicas”.
Ajeno a las críticas, desde el estrado de la Audiencia de Barcelona Gutiérrez ha defendido su petición de penas apoyado en la declaración de la victima y en los informes de los peritos, que han ubicado al menos dos de los cuatro acusados en la nave donde tuvo lugar a violación la madrugada del 3 de febrero de 2019 tras el análisis de las huellas dactilares halladas y de las cámaras de seguridad de la zona. El peritaje médico ha confirmado que la víctima presentaba diversas lesiones compatibles con la violación.
La principal prueba de cargo, ha defendido el fiscal, es la testifical de la joven, que a criterio de Gutiérrez no tiene “ningún móvil espurio” para incriminar a los acusados y tampoco “motivos para inventar haber sido víctima” de la violación grupal. Ha remarcado el fiscal, empleando la misma expresión que la víctima, que las relaciones no fueron consentidas ya que la joven estaba “muerta de miedo”. Tal y como marca la jurisprudencia del Supremo, los acusados crearon un “clima de intimidación ambiental” sobre la víctima que, a criterio del fiscal, “contribuyó” a que se cometiera la violación e impidió que pudiera huir. “Es tan evidente que el único momento en que estuvo sola, escapó”, ha apostillado.
Pese al duro interrogatorio al que fue sometida, la víctima explicó que fue abordada por un hombre -que no ha podido ser identificado- a la salida de un bar de Sabadell, que la agarró por el cuello, para después llevarla a una nava donde la violó y fue obligada a mantener relaciones sexuales por turnos con otros dos hombres, uno de los cuales está procesado mientras otro se dio a la fuga cuando fue puesto en libertad antes de que se conocieran los informes toxicológicos que le incriminaban.
Antes del informe final del fiscal y de las defensas ha sido el turno de la declaración de los acusados. El principal encausado, incriminado por las pruebas, ha admitido que mantuvo relaciones sexuales con la víctima, pero ha asegurado que estas fueron “consentidas”: “Me besó el cuello (...), se abalanzó sobre mí y nos acostamos”, ha dicho en respuesta a preguntas de su defensa, pues se ha acogido a su derecho a no contestar al fiscal ni a la acusación particular de la victima, informa EFE.
El acusado ha señalado que esa noche había una fiesta en la nave, cuyas puertas estaban abiertas y a la que cualquiera podía entrar o salir. Según su versión, en un momento dado, accedió al local un chico abrazado a una chica que “parecía contenta y empezó a bailar”, tras lo cual se puso a conversar con él. “Me dijo que quería hablar conmigo. Entramos a la habitación, se sentó a mi lado y me dijo que si tenía novia”, ha continuado el procesado, quien ha “jurado” que ella “entró voluntariamente” al cuarto, delimitado por una cortina.
Una vez en el interior, ella le había besado el cuello y se habría “abalanzado” sobre él, a raíz de lo cual habrían mantenido una “relación sexual consentida”, según la versión que el acusado ha mantenido en el juicio. “Nunca la vi atemorizada o nerviosa en la nave”, ha remarcado. El acusado ha afirmado que no vio a nadie más entrar en la habitación tras él y que, poco después, el mismo chico con el que había entrado en la nave acompañó a la joven hasta la salida.
En su informe final, su abogada, Raquel Ramos, que este martes ya cuestionó a la joven sobre por qué no había “llamado a un timbre” cuando fue abordada por la calle, ha incidido de nuevo en el comportamiento de la víctima como estrategia de defensa. La letrado ha afirmado sin pruebas de que la joven tenía “ganas de seguir la fiesta” la noche de los hechos y que “no se resistió ni llamó”. La abogada ha insistido en que la víctima tuvo oportunidad de huir y pedir ayuda y que no lo hizo.
“Tal vez los hechos no fueron muy bien cómo explica la víctima. Existió una atracción física y sexual entre ellos y mantuvieron relaciones sexuales. No es un agresor sexual”, ha concluido para pedir la absolución. En cambio el fiscal ha asegurado que la versión que han expuesto los acusados es “increíble”, ya que sus coartados carecen “de toda falta de lógica y credibilidad” al ser “genéricas” y “sin poner nombres” que pudieran corroborarlas.
Por su lado, los otros tres acusados, que también han declarado únicamente a cuestiones de sus letrados, se han desvinculado de los hechos al detallar que no los presenciaron. Uno de ellos ha explicado que pasó toda la madrugada en la calle y que, cuando acudió a la nave alrededor de las 8 de la mañana, “una persona decía que un chico había violado a un chica”. El segundo ha indicado que esa noche la pasó con su novia en casa de un amigo, que vive cerca de la nave, a la que solo acudió momentáneamente para coger papel de fumar de su hermano, que se encontraba allí. Y el último ha alegado que tampoco vivía en el local, aunque ha reconocido que pernoctó allí tras salir de fiesta aunque no vio ni escuchó nada: “Me quedé dormido tranquilamente”. El juicio ha quedado visto para sentencia.