Gabriel Mattioli, de perder la visión en una paliza a impulsar la investigación científica ocular
La vida de Gabriel Mattioli dio un vuelco la madrugada del 15 de agosto de 2015. Tras pasar una noche de juerga en las Fiestas de Gràcia, y cuando ya se iba a casa, resultó víctima de una brutal paliza que le llevó directo al Hospital de Sant Pau. Horas después, le comunicaron que le había estallado el globo ocular del ojo izquierdo y que iba a perder la visión. Y a la mañana siguiente, menos de 48 horas después del incidente, ese joven barcelonés de 28 años tuvo una suerte de revelación: iba a dedicarse impulsar la investigación científica centrada en la oftalmología y la pérdida de visión.
Aquella decisión repentina pudo parecerle, incluso a él mismo, una reacción “febril”, fruto de la medicación, de las operaciones y de las horas en cama. Pero con el paso de los años, la idea no se desvaneció, rememora Mattioli, hasta el punto de que hoy dirige la fundación Punt de Vista, que se dedica exactamente a eso: otorga anualmente un premio de 20.000 dólares –10.000, en esta edición– a la mejor investigación académica del mundo en materia de recuperación de pérdidas de visión, ya sea por daños físicos o por las múltiples enfermedades que pueden causar ceguera, entre las que destaca el glaucoma.
Mattioli, que actualmente tiene 36 años, es matemático de formación, con un doctorado centrado en los modelos estadísticos aplicados a la neuroimagen. La tesis, de hecho, la presentó mientas estaba de baja, meses después de la agresión. “Soy científico y sé que la solución a dolencias como esta pasan por la investigación”, constata. “Hoy todavía no existe el trasplante de ojos, pero estoy convencido de que algún día la humanidad sabrá hacerlo. Quizás yo no pueda recuperar mi ojo, pero sí contribuir a que quien sufra una agresión igual dentro de diez años sí pueda”.
Desde la sede de la fundación en la calle Balmes, donde trabajan actualmente tres personas, Mattioli explica a elDiario.es cómo empezó todo, aquella madrugada de agosto de 2015. “Estaba con unos amigos, y en el momento de irnos a casa apareció un grupo de jóvenes, de entre 14 y 16 años, que buscaban literalmente pelea, sin ningún conflicto previo”, relata. Al principio, pareció que podían evitarlo y siguieron su camino. Pero minutos después, todo se torció. “Regresaron poco después varios chicos más y armados con palés que habían cogido de la decoración de las calles”, prosigue Mattioli.
Lo que pasó a continuación, él no lo recuerda. Mientras trataba de ayudar a uno de sus amigos, le golpearon en la parte posterior del cráneo con un palo. “Me pudo haber matado”, sentencia hoy Mattioli. Ya en el suelo, le empezaron a golpear y a dar patadas hasta que una de ellas impactó contra su ojo. “Me estalló el globo ocular. Es la misma lesión de quienes reciben una bala de goma de la policía”, pone como ejemplo. Tras el suceso, le ingresaron de urgencia en el Hospital de Sant Pau y allí le comunicaron que no volvería a ver por aquel ojo.
“Al segundo día, me desperté asumiendo que no volvería a ver de ese ojo”, arranca Mattioli, “y pensé que algún día habría un juicio, que en el mejor de los casos me darían un dinero que no me solucionaría la vida, que no me devolvería la visión, y que tampoco me lo habría ganado trabajando. Entonces decidí que la mitad me lo quedaría para mí y la otra, para darlo a la investigación”. Aquella idea fue un flechazo que sorprende incluso a Mattioli, que añade sin embargo que durante tiempo permaneció en un segundo plano entre sus prioridades.
Tras el juicio, la hora de la verdad
Durante más de un año, este joven barcelonés se tuvo que someter a ocho operaciones. Al principio, optaron por no quitarle el ojo dañado. Aquello le infundió cierto ánimo. “Intuía que si la medicina podía aportar soluciones en 10 o 20 años, sería mejor si yo conservaba el ojo”, evoca. Pero al final tuvo que tirar la toalla y, tras sucesivas visitas a quirófano, aceptó que le pusieran una prótesis. Si no, nadie le garantizaba que no fuese a necesitar más cirugías y él había llegado a la conclusión de que de esa forma no podía recuperar la normalidad.
Con los años, llegó el juicio y, después, la indemnización de 100.000 euros. Mattioli debía decidir si daba parte de ella a la ciencia. Era 2017. “Entonces me di cuenta de que no había sido un impulso febril, sino un compromiso que no se había resfriado”, relata. Dejó su trabajo en el sector privado –en una empresa de gaming– y decidió que no iba a dar sencillamente el dinero, sino que crearía la fundación Punt de Vista para promocionar la investigación, la divulgación y la red de acompañamiento a personas con pérdida de visión.
Su creación fue en 2018 y, desde entonces, han organizado tres premios. Un “punto de inflexión” para la entidad, explica, fue llegar a un acuerdo con la norteamericana Association for Research in Vision and Ophthalmology (ARVO), la red de investigación más reputada del mundo en su ámbito. Es ella la que se encarga de gestionar el premio Point of View Award, que entrega la fundación de Mattioli, en lo que respecta a la selección y evaluación de los estudios académicos. A cargo de la fundación barcelonesa corre la financiación y la difusión, que incluye la visita del ganador a la capital catalana para participar en actos de divulgación.
Una investigación para todas las dolencias
En cuanto a la temática, para optar al premio las investigaciones deben centrarse en la recuperación de la visión. “Al igual que los demás sentidos, la visión es una función cerebral: la profundidad, los colores, la identificación de caras… Todo pasa por el cerebro y el ojo es solo un sensor”, describe Mattioli. “De esta forma, yo y la gran mayoría de quienes perdemos la visión, sea por un glaucoma, por una catarata o por un golpe, lo que nos ocurre es que sencillamente se nos apaga la bombilla, pero el cerebro sigue funcionando”, describe.
De ahí que muchas de las soluciones que se estudian puedan ser válidas para una gran variedad de dolencias. En 2021, la ganadora de la primera edición del premio fue la investigadora Nasha Nelidova, del Institute of Molecular and Clinical Ophthalmology de Basilea, en Suiza. Y en 2022, se hizo con el galardón Tasneem Khatib, de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), que está investigando la recuperación del nervio óptico a través de tratamientos genéticos.
Khatib estará en Barcelona para participar en una mesa redonda el 19 de octubre en el Colegio de Ópticos y Optometristas de Catalunya. El otro gran evento de la Fundació Punt de Vista, el 9 de noviembre, será la gala Noche de la Visión, una cena benéfica en el Hotel Hilton que organizan junto la Asociación Discapacidad Visual Catalunya B1+B2+B3. Los eventos solidarios, junto con las donaciones, los socios y las subvenciones, son la fórmula actual de financiación de la entidad.
Al margen de consolidar el premio, la entidad de Mattioli trabaja ahora para acompañar a quienes sufren pérdida de visión. Al no ser una enfermedad que pone en riesgo tu vida, como puede ser el cáncer, no existen redes de afectados con los que hablar ni referentes a los que acudir para superar la parte más psicológica. “Desde el primer momento te asaltan dudas como si podrás volver a trabajar, a usar el móvil, a conducir… Es mucho más que dejar de ver por un ojo”, reivindica.
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