La Generalitat ha reconocido abiertamente que en Lleida existe una transmisión comunitaria de coronavirus desde principios de junio, hace un mes. Hasta ahora, desde el Departamento de Salud daban a entender que les preocupaba que la elevada incidencia del virus en la zona derivase en cadenas de contagios fuera de su control, pero este lunes han admitido que este escenario se da desde hace semanas.
“Sabíamos a inicios del mes de junio que había transmisión comunitaria, igual que en otros territorios de toda Catalunya”, ha expresado Pere Godoy, responsable del Servicio de Vigilancia Epidemiológica y Respuesta a Emergencias de Salud Pública en Lleida y Alto Pirineo y Aran.
Godoy ha descrito una evolución del virus en Lleida “díficil de controlar”, lo que les llevó el pasado sábado a ordenar el confinamiento perimetral de la comarca más afectada, el Segrià (de la que Lleida es capital). El punto de partida de la zona, según este responsable de salud pública, era ya desfavorable al coincidir varios “ingredientes”: más población susceptible de contagiarse (la pandemia golpeó menos a Lleida en marzo y abril), la llegada de trabajadores del campo temporeros (unos 30.000) y el mantenimiento de la actividad en el sector agroalimentario.
Godoy ha detallado de hecho cómo se ha pasado en varios casos de los brotes concretos a la transmisión comunitaria. A partir de los focos de contagios en empresas hortofrutícolas o mataderos, los trabajadores han contagiado a sus familias y estas, a la comunidad. “Ahora tenemos una doble tarea añadida: la detección y el aislamiento de casos y el trabajo a nivel comunitario para reducir las probabilidades de contagio”, ha apuntado.
Las medidas pueden durar más de 15 días
Los 210.000 habitantes de la comarca del Segrià permanecen confinados desde el pasado sábado a las 12 horas. Aunque el Departamento de Salud había expresado la semana pasada que no se planteaban ningún cierre perimetral, al final se optó por ello ante el evidente aumento de contagios. También debido a la creciente presión de pacientes con COVID-19 en el principal hospital de Lleida, el Arnau de Vilanova.
Las medidas de confinamiento impiden entrar y salir de la comarca salvo por motivos laborales. Dentro del perímetro, la actividad se mantiene de acuerdo con la normativa de la nueva normalidad, aunque restrigiendo las reuniones –en público o en privado– a 10 personas. Sí se ha cesado la actividad en los centros de días de mayores y se han vuelto a restringir las visitas a los geriátricos, en los que se hará un cribado de forma generalizada.
La Generalitat ha constituido este lunes una comisión de seguimiento de la epidemia en el Segrià presidida por el delegado del Govern, Ramon Farré, que se reunirá cada mañana. “Iremos ajustando todo lo que haga falta para que las medidas sean efectivas”, ha apuntado Farré. Integrarán la comisión directores de los servicios de Presidencia, Economía y Hacienda, Interior, Salud, Trabajo y Asuntos Sociales y Agricultura, Ganadería y Pesca.
El escenario con el que trabaja Salud es que las medidas se mantengan al menos 15 días. “Una vez se desencadena la transmisión a estos niveles, cuesta bajarla. Ya lo experimentamos en marzo y abril”, ha declarado Godoy. “Durante los próximos 10 o 15 días seguirán aumentando los casos, no hay que escandalizarse por los números”, ha expresado la gerente de la Región Sanitaria de Lleida y Alt Pirineu y Aran, Divina Farreny, que ha centrado su intervención en reclamar a la población que extreme las medidas individuales de seguridad como la distancia física, el lavado de manos y el uso de mascarilla. Si la incidencia no se reduce en las próximas dos semanas, Salud no descarta recurrir a un confinamiento domiciliario.
Se doblan los brotes, la mayoría en empresas de fruta
Los brotes han seguido produciéndose estos días en la zona. De los ocho conocidos hasta ahora, Salud ha informado que se ha saltado a 14 brotes activos. De ellos, 10 corresponden a diagnósticos en empresas hortofrutícolas, dos en residencias de mayores, uno en el albergue de temporeros Jericó y otro en un edificio del Centro Histórico de Lleida.
Uno de los factores que dificultan la contención de la epidemia en la zona de Lleida es la llegada de unas 30.000 personas para trabajar en la recogida de fruta. Sus condiciones laborales y de alojamiento preocupan a las autoridades sanitarias. Sin ir más lejos, varios de los ocho brotes de la región sanitaria de Lleida estaban vinculados a la actividad en empresas del sector agroalimentario y hortofrutícola.
Aun así, el delegado del Govern Ramon Farré ha defendido que el sector ha “cumplido con sus deberes”. “Otra cosa” son, ha añadido, los temporeros sin papeles que han acudido a la región para trabajar sin las condiciones para tener un contrato, y que se estima que serían unas 2.000. “Antes de la COVID-19, durante y después tenían una situación de vivienda muy complicada, con sobreocupación en muchos casos de edificios, pero no vinculados a las condiciones ordinarias de la campaña agraria”, ha argumentado.
Llamada a profesionales voluntarios
Desde Salud han hecho un llamamiento para profesionales sanitarios de toda Catalunya a que se desplacen a Lleida para apoyar la emergencia sanitaria. La llamada se hizo el sábado y, según Farreny, todavía no hay datos de cuántos profesionales se han ofrecido voluntariamente.
De momento, ha dicho, un equipo de la región sanitaria del Pirineo bajará este martes al Segrià con el objetivo de hacer tests a profesionales y usuarios de todas las residencias del Segrià. Este lunes se han detectado casos nuevos en otra residencia de la comarca, que se suma a los contagios ya controlados en el centro privado Castrillón.