Ganemos Barcelona
Vivimos tiempos de cambios profundos. Aprovechando el contexto de crisis, los poderes económicos han emprendido una abierta ofensiva contra los derechos y las conquistas sociales de la mayoría de la población. Sin embargo, el anhelo de una democracia real es cada vez más intenso en las plazas, en la calle, en la red pero también en las urnas.
En los últimos años, multitud de movimientos e iniciativas ciudadanas han denunciado la estafa que estamos padeciendo y han evidenciado la incapacidad de la vieja política para dar respuesta a las necesidades de la gente. Estas iniciativas, sin embargo, han topado a menudo con la arrogancia de unas élites que se sienten impunes, que no corrigen sus errores y que ahora nos quieren imponer una segunda transición para que nada cambie.
No nos podemos permitir un bloqueo institucional desde arriba que nos deje sin futuro. Tenemos que fortalecer, más que nunca, el tejido social y los espacios de autoorganización ciudadana. Pero ha llegado la hora, también, de reapropiarnos de las instituciones para ponerlas al servicio de las mayorías y del bienestar común.
Para demostrar que lo sabemos hacer de otra manera tenemos que ir paso a paso. Y el primer paso es empezar por aquello que conocemos de cerca: el ámbito municipal, nuestra ciudad, nuestros barrios.
Barcelona es un espacio decisivo para impulsar la rebelión democrática que hace falta. En primer lugar, porque ya cuenta con un tejido asociativo y reivindicativo capaz de hacer realidad proyectos de cambio ambiciosos. En segundo lugar, porque una rebelión democrática en Barcelona no sería un fenómeno meramente local. Conectaría con muchas iniciativas hermanas que buscan romper desde abajo con el actual régimen político y económico. En nuestro país, en el conjunto del Estado y en Europa.
Porque creemos en el derecho a decidir, queremos decidir, aquí y ahora, cómo ha de ser la Barcelona que necesitamos y deseamos.
Queremos una ciudad que promueva la honestidad de los gobernantes y que impida la connivencia mafiosa entre política y dinero. Hay que poner fin a la acumulación de cargos, limitar sueldos y mandatos, impulsar agendas transparentes y establecer mecanismos efectivos de control de los responsables públicos. Queremos un nuevo contrato ético entre ciudadanía y representantes.
Tenemos que encontrar la forma de detener y revertir las desigualdades insultantes que se han producido en los últimos años. Queremos una ciudad sin desahucios ni malnutrición, donde la gente no se vea condenada a vivir a oscuras o a padecer aumentos abusivos en el precio del transporte público. El acceso a la vivienda, a la educación, a la sanidad, a una renta mínima, deben ser derechos garantizados a todos y no privilegios al alcance de una minoría.
Queremos una auténtica democracia metropolitana, que obligue a los representantes a mandar obedeciendo. Una democracia con descentralización y elección directa de los concejales y concejalas de distrito, con controles sociales sobre los presupuestos y con iniciativas y consultas ciudadanas vinculantes que ayuden a tomar decisiones compartidas y legitimadas.
Necesitamos una Barcelona acogedora pero dispuesta, también, a plantar cara a los grandes lobbies financieros, inmobiliarios y turísticos. Necesitamos instituciones que apuesten por la economía social y por la creación de empleo sostenible. La contratación pública deberá respetar criterios de justicia social y ambiental.
No queremos una ciudad que venda el patrimonio urbano al mejor postor. Queremos instituciones que recuperen el control democrático del agua, que impulsen medidas fiscales y urbanísticas que acaben con la especulación de suelo y fomenten políticas energéticas y de transporte ecológicamente sostenibles.
Muchas de estas iniciativas son defendidas, desde hace tiempo, por movimientos sociales, vecinales y sindicales y por diferentes espacios políticos. Pero no las podremos llevar a cabo sin la implicación de amplios sectores de la sociedad.
Rescatar la democracia de los poderes que la mantienen secuestrada es un reto difícil, ambicioso, pero al mismo tiempo apasionante. Exige la gestación de nuevos instrumentos de articulación social y de intervención política donde se encuentre la gente organizada y la que comienza a movilizarse. La que lleva tiempo luchando y la que se siente estafada pero anhela ilusionarse con un proyecto común.
Por eso impulsamos esta Plataforma ciudadana. Para construir una candidatura de confluencia, con vocación ganadora, de mayorías. Una candidatura que entusiasme, que tenga presencia en los barrios, en los lugares de trabajo, en el mundo de la cultura, y nos permita transformar las instituciones en beneficio de la gente.
No queremos ni una coalición ni una mera sopa de letras. Queremos rehuir las viejas lógicas de partido y construir nuevos espacios que, respetando la identidad de cada uno, vayan más allá de la suma aritmética de las partes que los integran. Pensamos que nuestra ciudad reúne las condiciones para hacerlo posible.
No hay una fórmula mágica para resolver las dificultades que nos encontraremos en el camino. Tendremos que caminar preguntando y tendremos que hacerlo sin miedo. Las mejores experiencias nos demuestran que si nos organizamos a partir de objetivos y prácticas concretas, podremos alcanzar metas que parecían imposibles.
Pese a la dureza de la crisis, se ha abierto una grieta histórica que no podemos ni queremos desaprovechar. Vivimos tiempos excepcionales que exigen iniciativas valientes y creativas. Si somos capaces de imaginar otra ciudad, tendremos el poder de transformarla.
Te invitamos a pensarlo juntos el próximo 26 de junio. Por nosotros, por los que nos han precedido en el empeño y por los que vendrán. Ha llegado la hora de demostrar que es posible construir una ciudad diferente. Ha llegado el momento de ganar Barcelona.