Historia de un triunfo inesperado: cómo el independentismo conquistó el epicentro del 'establishment' empresarial catalán
Todo empezó por un artículo de prensa. Montse Soler, secretaria nacional de la ANC, leyó el pasado otoño un reportaje sobre las futuras elecciones a la Cambra de Comerç de Barcelona, una institución de empresarios fundada en 1886 y que, hasta hace pocos días, había estado siempre controlada por la gran burguesía de la ciudad.
“Lo primero que me dijeron fue que me olvidara del tema”, recuerda ahora Soler, profesora de Formación Profesional y, dentro de pocos días, también vocal de la Cambra. La sectorial de empresarios de la ANC quiso hacerla tocar de pies en el suelo. “Eso lo controlan las grandes empresas y ya lo tienen todo atado… no hay nada que hacer ahí”, le advirtieron.
Así había sido hasta la fecha. Las elecciones para elegir la presidencia y los vocales de la Cambra era algo que prácticamente se arreglaba de puertas para dentro. A veces ni siquiera se presentaban candidatos alternativos, otras veces votaban unos pocos empresarios. En las últimas elecciones de 2010, cuando se impuso el ahora presidente saliente Miquel Valls, votaron apenas un 2% de los empresarios a pesar de que la Cambra es la institución de este tipo más importante de Catalunya: tiene un presupuesto de 19,8 millones y representación en más de ochenta entidades, algunas de suma relevancia como la Fira de Barcelona, el Consorcio de Turismo, el Área Metropolitana de Barcelona y el Consorcio de la Zona Franca.
Esta es la historia de cómo un ejército de autónomos y pymes independentistas se movilizó para desbancar a la gran burguesía de una institución que llevaba 17 años gobernada por Miquel Valls y que ejerce de espina dorsal y portavoz de los intereses empresariales catalanes. “Cuando ganaron nos quedamos todos de piedra”, reconoce José María Torres, uno de los candidatos derrotados que se presentó formando tándem con el exconsejero delegado de Damm y Cacaolat, Enric Crous. “Es una derrota inmensa de la burguesía”, añade otro empresario que apoyaba la candidatura oficialista, liderada por el empresario Carles Tusquets.
Los precedentes
El intento de tomar la Cambra no era el primero que hacía la ANC. Cuando llegó el nuevo secretariado a la entidad, en marzo de 2018, se fijó como objetivo penetrar en colegios profesionales, federaciones deportivas y organismos de la sociedad civil. Se intentó primero en las elecciones al Colegio de Arquitectos, en mayo de 2018, pero la falta de tiempo dificultó articular una candidatura y finalmente se descartó.
En junio de 2018 se celebraron las elecciones al Colegio de Psicólogos y la ANC apoyó una candidatura, que quedó en segunda posición. Apenas habían tenido tiempo para prepararlo, pero los resultados ya anticipaban la fuerza que podía tener la entidad en este tipo de comicios. “Nos dimos cuenta de que teníamos que continuar con esa idea”, recuerda Montse Soler, la secretaria nacional de la ANC que coordinó la iniciativa.
Tras las elecciones en el colegio de psicólogos, Soler empieza a estudiar las federaciones deportivas para repetir una operación similar. Hasta que lee en la prensa catalana el artículo sobre las elecciones de la Cambra. “Vimos que eso afectaba a la economía y teníamos claro que era un tema clave”, explica Soler. En la ANC decidieron entonces aparcar la apuesta por las federaciones deportivas y volcarse en las elecciones de la Cambra.
Las elecciones en la Cambra no son sencillas de comprender. Se votan 60 vocales, de los cuales 40 se eligen por sufragio. Los 20 restantes se reparten entre 6 vocales que corresponden a las entidades patronales (PIMEC y Foment) y los 14 restantes son de pago y lo ocupan grandes empresas que aportan más de 75.000 euros anuales a la institución. Las 40 sillas que se eligen por sufragio se reparten en 13 grupos con sus respectivos epígrafes: hay uno dedicado a las industrias químicas, uno dedicado a la construcción… Y en cada uno de ellos se eligen entre uno y ocho vocales, en función del peso del sector en el empresariado.
Durante el verano de 2018 se suceden las conversaciones y reuniones en la ANC. Estudian el funcionamiento de este sistema y dan con la clave: vale lo mismo el voto de una gran corporación como La Caixa o Seat que el de un autónomo. También se dan cuenta de que la mayoría de los autónomos y empresarios pueden votar, no hace falta pagar ninguna cuota a la institución. “La mayoría de los empresarios con los que hablábamos no tenían ni idea de que podían participar en esos comicios”, recuerdan desde la organización independentista.
En el seno de la entidad se debate entre apoyar una candidatura concreta o crear una nueva. Algunos son partidarios de moverse sin hacer ruido, otros consideran que la ANC debe hacerlo público y ofrecer su marca al empresariado independentista.
Por primera vez en los comicios de la Cambra, además, se va a poder votar de manera telemática, algo que beneficia a los pequeños empresarios y autónomos porque no les obliga a cerrar su negocio para ir a votar. El sistema tampoco es sencillo y se requiere de un certificado digital. La ANC se vuelca entonces en explicar a sus asociados cómo obtener este certificado y cómo debe usarse. Se realizan vídeos explicativos, dípticos y se convence a los empresarios de la utilidad futura que va a tener para ellos este certificado.
Paralelamente, se organiza un grupo unos 50 voluntarios que se coordinan directamente con el Secretariado Nacional a través de un grupo de Telegram. Cada uno de estos voluntarios se encarga de buscar más colaboradores repartidos por el territorio, para que hagan llegar a los empresarios la necesidad de votar en las elecciones de la Cambra. Piden que se haga correr la voz y que se visite uno a uno a los empresarios. “Una cosa es que te llegue un correo pidiendo que vayas a votar”, apunta Soler, “la otra es que te venga a ver un empresario conocido y te lo pida, eso genera otro tipo de compromiso”.
La media docena de empresarios consultados señala otro aspecto que juega a favor de la entidad independentista: la gran base de datos de la que dispone la ANC. Un fichero con más de 100.000 direcciones y contactos de ciudadanos, muchos de ellos ordenados por sectores profesionales. “Consiguieron movilizar a empresas y gente que nunca había votado”, recuerda un empresario que apostaba por la candidatura de Crous y Torres. “Trasladaron al mundo empresarial ese voto independentista, más sentimental que otra cosa”.
Una campaña bronca
Llega la campaña y hay cinco candidaturas, algo excepcional teniendo en cuenta que en las elecciones de 2010 sólo votó el 2% del censo. Todas las fuentes consultadas coinciden en que la opción de votar telemáticamente -una idea promovida a través de la nueva Ley de Cámaras por la Generalitat, que deseaba un cambio en la institución- empuja a la presentación de candidaturas alternativas. A eso hay que sumarle el malestar entre autónomos y pymes, que consideran que, a pesar de ser mayoría, la Cambra queda siempre en manos de representantes de la gran empresa.
Empiezan unas semanas de campaña que nadie duda de calificar de “broncas”. Abundan los roces y descalificaciones, algo inédito en las elecciones en esta institución. “Se perdió el fair play habitual”, explica un representante en la Cambra de una gran empresa. Montse Soler, de la ANC, reconoce que eso les benefició. “Sabíamos que como más bronca fuera, más llegaríamos a nuestros votantes”, recuerda en conversación telefónica. “Era la base de nuestra campaña”.
Además de la candidatura de la ANC, llamada Eines de país, se presentan cuatro más. La considerada oficialista está liderada por Carlos Tusquets, presidente del banco Mediolanum y expresidente del Cercle d'Economia. Tiene el apoyo de grandes corporaciones como Seat, Planeta y Roca y dispone de amplios recursos, según las fuentes consultadas. “Tusquets estaba convencido de que con dinero y poniendo páginas en La Vanguardia ya lo tenía ganado”, se lamenta un empresario que lo apoyó. Este mismo empresario cree que los candidatos menos transgresores se atacaron demasiado entre ellos en lugar de hacer piña contra la candidatura secesionsta.
Entre las demás candidaturas hay una liderada por el economista y abogado Ramon Masià y otra por Enric Crous, exconsejero delegado de Damm y Cacaolat. Este último se presenta junto a José María Torres, presidente de Numintec, y la candidatura cuenta con el aval de PIMEC, la patronal de pymes. Muchos califican la candidatura de Crous y Torres como catalanista, a pesar de que Torres insiste en que era transversal y en ella había perfiles de todo tipo. La quinta candidatura, llamada 50a50, aboga por aumentar la presencia de mujeres en la instituciones empresariales.
Un par de meses antes de los comicios, empiezan a correr los nervios por el resto de candidaturas. Especialmente en la candidatura de Crous y Torres, que también se dirige a autónomos y pymes igual que la ANC. “Muchos de nuestros pequeños empresarios nos empezaron a decir que votarían a la ANC”, explica un miembro vinculado a la candidatura de Crous. “Nos decían que la veían como la más adecuada para cargarse al 'establishment'”. Durante la campaña, la candidatura independentista recibe el empujón de figuras mediáticas como Lluís Llach, Xavier Sala i Martín, Toni Comín, Beatriz Talegón, Santi Vidal y otros personajes influyentes del secesionismo.
La apuesta de la ANC genera inquietud, pero las otras candidaturas creen que no va a obtener un resultado tan bueno como el logrado. “A falta de dos semanas veíamos que tenían mucha movilización en redes”, recuerda Torres. “Todos asumimos que iban a entrar, pero no que conseguirían mayoría absoluta”. Según este empresario, en las conversaciones entre candidatos se empieza a asumir que todo quedará muy repartido y habrá que llegar a pactos. “Quién te diga que veía a venir una mayoría absoluta de la ANC es pitoniso o miente”, resume Torres.
En la ANC, en cambio, el optimismo recorre la candidatura. Se reúnen con el resto de candidatos, que les cuentan los avales que tienen. “Lo comparábamos con nuestros números y veíamos que íbamos muy bien”, rememora Soler. Saben que serán los más votados, pero no se quieren confiar.
Algunos de los empresarios ajenos a la ANC consultados para este reportaje reconocen que ellos sí se confiaron, que de alguna manera subestimaron el potencial de la opción independentista. “Jugábamos una guerra que hacía muchos años que se libraba con las mismas armas y reglas”, opina un empresario que apoyó a Masià. “De golpe apareció un nuevo jugador y unas nuevas reglas que lo trastocaron todo”.
El día de las elecciones
Llega el 8 de mayo. Minutos antes de que abra la Cambra, ya hay cola en la calle para votar. La alta participación anticipa un vuelco histórico y los candidatos más próximos al 'establishment' empiezan a ponerse nerviosos.
El equipo de Tusquets difunde una llamada de socorro a través de Whatsapp: “ANC y Crous, con indisimulado apoyo institucional, quieren hacerse con la Cambra para internacionalizar el procés”, reza el mensaje, “no podemos dejar que una institución empresarial se utilice para una finalidad política, cuyo único objetivo es desestabilizar el sistema, ahuyentar empresas y generar más incertidumbre y pobreza”. Desde el lado contrario se hacen circular mensajes en los que se recuerda la proximidad de Tusquets con Jordi Pujol.
Joan Canadell, el futuro presidente independentista de la Cámara, llega a la sede de la institución confiado. “Al ver que la participación había sido alta ya vimos que ganábamos”, recuerda en conversación telefónica. “Lo que no sabíamos seguro era si conseguiríamos la mayoría absoluta”. Se emiten 17.224 votos, el 4,1% del censo: ha votado más del doble de gente que en los anteriores comicios.
El recuento oficial confirma el vuelco: la candidatura de la ANC consigue 31 de las 40 sillas que se elegían por sufragio y obtiene la mayoría absoluta. La estrategia ha funcionado y, en algunos epígrafes, pequeñas empresas desconocidas se imponen a grandes corporaciones como Roca, FCC, Telefónica y El Corte Inglés, que quedan fuera del plenario de la Cambra.
Llegan los lamentos entre el gran empresariado. “Lo ocurrido es un auténtico desastre”, sostiene el representante de una gran empresa. “No es normal que en una cámara de comercio gane un grupo que la quiere transformar en una herramienta para la república”, añade. Los representantes de este sector señalan la “anomalía” que supone que el voto de un autónomo cuente lo mismo que el de una empresa como el Corte Inglés. “Esto debería arreglarse de cara al futuro”, subrayan.
Canadell, el nuevo presidente que tomará posesión la semana que viene, reconoce que fue una victoria de David contra Goliat. “No lo hicimos con grandes recursos”, señala, “pero sí le pusimos más ganas, inteligencia y supimos movilizar a nuestro electorado”.