A la sombra de un mito, Juan Martín Guevara (Córdoba, Argentina, 1943) se ha acostumbrado a ser “el hermano del Che”. Tras años de silencio, empezó una militancia para reivindicar las ideas de su hermano, con el que convivió poco, pero compartió ideales desde Argentina como militante político y llegó a ser encarcelado. “Yo soy hermano de sangre de Ernesto Guevara y soy compañero de ideas del Che, para mí es una sola cosa”, resume.
Durante su paso por Barcelona para presentar su libro Mi hermano el Che (Alianza Editorial), Juan Martín no quiso perderse el acto de conmemoración de la Segunda República en el que se cambió el nombre a la plaza Juan Carlos I en el cruce de la avenida Diagonal y el Passeig de Gràcia. Imita entre risas las caras de sorpresa de la gente cuando su anfitrión, el director de la Casa América Catalunya, lo presentaba como el hermano del Che.
Tiene que convivir con esa aura.
Desde que Ernesto pasó a ser el Che y ser conocido yo pasé de ser Juan Martín Guevara a ser el hermano del Che, y más desde que hace unos años me he dedicado a transmitir y contextualizar su pensamiento. El Che no salió de un repollo, fue chiquito y tuvo una familia. Yo también fui siempre militante, y nuestros referentes son humanos, tienen encarnadura. Tenerlos ahí arriba como una especie de Cristo, no es un referente, eso es religioso y no te llama a hacer cosas, nadie va a querer quedar crucificado ahí con dos clavos. A la juventud hay que trasladarle esos referentes, porque si miras hacia atrás y no hay nada, andas desorientado. No es casual que los que quieren que la cosa cambie, traten de borrar la historia.
¿Cómo nace el mito del Che?
Primero desde el punto de vista político e ideológico, y luego comunicacional, el haberlo asesinado para no tener un personaje vivo complejo y peligroso, y después esconder el cuerpo y enterrarlo y decir que no hay cuerpo, y después tratar de decir que no hay nada, que no existió, que no hay Che. Pero sí hubo.
Eso se les va de las manos. Y cuando se les va de las manos empiezan a buscar métodos para que ese Che deje de ser peligroso. Primero buscan convencer de que era un asesino, pero no les funcionó. Entonces es cuando empiezan a levantarlo y a ponerlo en cuadros, cristalizarlo, frisarlo, minimizarlo, vulgarizarlo… Hacen cualquier cosa con tal de que no aparezca el pensamiento y lo que el tipo realmente hacía y por qué lo hacía. Pero yo no lucho contra el mito, digo que a esa imagen sin contenido hay que ponerle contenido.
¿Entonces considera que la mitificación es intencionada para quitarle valor político?
No, yo creo que se les fue de las manos, porque son los pueblos los que lo reivindican. La imagen de Cristo no sigue perdurando por el poder. Por supuesto hay quien manipula, sea el Vaticano, los evangelistas, los maronistas… Todos se lo quieren llevar, pero las imágenes perduran por lo que la sociedad entiende, desde un punto de vista religioso en un caso, y desde un punto de vista social y político del otro.
Lo que también es cierto es que una vez la imagen sigue viviendo le sacan jugo desde el punto de vista comercial. Siempre habrá un comerciante que agarre un objeto que sirve porque otro lo quiere, y le pone un valor y se queda con la diferencia. Lo que hay preguntarse es por qué quieren este objeto. Nadie vende estampas del vecino de la esquina, Juan González, pero todos quieren camisetas de Che o los Rolling Stones. La mercantilización existe, pero porque alguien lo quiere y hasta lo tiene tatuado.
¿Por qué la gente quiere la imagen del Che?
El porqué es un sustrato social. Alguno porque lo ve como rebelde, otro por ético, por valiente, porque dice que si no hay guerra no podemos cambiar la situación, porque es marxista, o porque es guapo… El hecho es que la imagen está, y los que pretendemos que además de una imagen sea una referencia tenemos una ventaja.
Lo que tenemos que hacer es meterle contenido. Si no existiera la imagen sería mucho más difícil. La gente no tiene camisetas de Lenin, así que para ponerle contenido antes tienes que colocar la imagen. En cambio todo el mundo conoce al Che Guevara. A lo mejor preguntas y te dicen “bueno, sí, era un cubano…”, y no, pero ya está ahí.
Compara mucho al Che con Cristo, pero también dice que eso no llama a la acción. ¿La mitificación no es un problema a la hora de activar esos valores?
Uno tiene que adaptarse a lo que hay. Este mito existe y no se puede desmitificar. Además sería una tontería. Yo no tengo ninguna religión, pero no me pondré a decir que Cristo está mal o que era un asesino, jamás, porque ataca creencias y sentimientos profundos, y además no iba a servir para nada.
Que siga el mito del Che, y ahora lo que hay que hacer es explicar por qué es un mito, porque era marxista, leninista, evidentemente guevarista, por lo que hizo, por lo que escribió. Y entonces si no te gusta, te diré que te busques otro mito, y si te gusta más, eso es lo que quiero. Se trata de poner el mito con los pies en la tierra, darle sentido, pensamiento, contexto y encarnadura. Y para algunos seguirá siendo un mito sin contenido, porque no les interesa, pero para otros pasará a ser algo más que una medallita.
A estas alturas, cuando la imagen del Che Guevara ya es tan pop, parece difícil añadirle contenido.pop
Había un compañero que decía que la revolución es difícil hacerla, pero hay que hacerla, aunque nos llenen la cabeza para que no cambiemos nada. Y esto vale para todo, porque tal y como está el mundo vamos mal. Y vamos mal como el Titanic al iceberg, no es que vamos mal unos sí y otros no. Vamos mal.
En ciertos sectores considerados de izquierda la figura del Che ha sido cada vez más criticada. El diario El País publicaba un editorial con motivo de los 40 años de su asesinato titulado 'Caudillo Guevara', que generó controversia, pero lo comparaba con terroristas y yihadistas.El País'Caudillo Guevara'
Para que vean lo que es el oportunismo, luego El País me ha hecho a mí más de una entrevista, porque hoy vende más esto que decir que es un asesino o un terrorista, porque en definitiva hoy el mito de Che no es un riesgo para el poder, pero saben que lo es para el futuro. El mito no es un riesgo, pero sí el pensamiento, que encarne en la sociedad.
Lo que no quieren es que busquemos la fórmula de cambiar la sociedad, y por eso te hablan de la guerrilla, porque saben que hoy no encaja, pero el tema no es la guerrilla, sino el capitalismo. Hay que pensar cómo hacemos para derrotarlo, porque Bill Gates no va a soltar todos sus millones porque sí, y digo todos, no la pequeña parte que dedica a ONG. Todo. Porque si ellos siguen acumulando, a nosotros no nos llega más que unas gotitas.
¿Y cómo habrá que hacerlo?
Hay que construir una sociedad equitativa, y no digo más equitativa, no. Equitativa. Porque si hablamos de estar un poquito mejor, eso es el poquitismo. Claro que te dirán que lo que se hizo en la Unión Soviética, en Cuba o en China fue mal. Sí, fue mal, evidentemente el capitalismo viene triunfando sobre esas ideas igualitarias, pero eso no quiere decir que el capitalismo sea bueno, ni que haya manera de mejorarlo desde dentro, pero les toca a los jóvenes.
Habrá que tener en cuenta la historia.
En el acto al que asistí de celebración de la República estuve escuchando lo que yo escuchaba cuando tenía 6 o 7 años y venían republicanos a mi casa: El Ejército del Ebro, Que la tortilla se vuelva, Otro gallo cantaría… Venían a casa esos republicanos, derrotados, como lo fuimos nosotros en Argentina en 1976, pero esa derrota no significa que no haya que cambiar el mundo. Hay que cambiarlo. Yo tengo 73 años y ya no estoy para eso, pero sí para decir que hay que hacerlo. Hay herramientas, y ya no son la guerrilla, pero habrá que buscarlas, imaginarlas. El pueblo tiene que buscar fórmulas, no puede quedarse tranquilo, aunque mediáticamente hay toda una intención de que la gente no piense en el cambio desde niños.
¿La gente no piensa en ninguna forma de cambio?
Si piensa en el cambio, será un cambio individual, tener más plata, mejor coche, mejor celular (teléfono móvil) o yo que sé qué, pero no para todos. El éxito es tu éxito. Y ahí están mostrándonos a Messi, pero Messi sólo es Messi porque es uno y no muchos, y además está fabricado. Los pibes ya no juegan al futbol porque es divertido, sino para ser Messi y ganar plata y después no pagar impuestos, porque más allá de lo que gana se había quedado cuatro millones de euros que eran del Estado para después repartirlo entre todos los españoles. Y ahora tenemos a los padres esperando a ver si de sus hijos les sale un Messi.
Esta cuestión de la mercantilización, de la utilización constante del valor, el dinero, el éxito, es algo que el Che tenía claro y contra eso luchó. Ese fue su pensamiento profundo, la guerrilla y las armas eran un método, pero puede haber muchos otros métodos para luchar contra eso.
Pensando en esa idea de buscar fórmulas para cambiar las cosas hoy, en una entrevista que le hizo Eduardo Galeano, el Che decía que “el poder en Latinoamérica, se toma por las armas o no se toma”. ¿Qué vigencia tiene esta idea hoy?una entrevista que le hizo Eduardo Galeano
Tiene una vigencia absoluta, pero cambiándole los términos. La guerrilla para él es un método, no el único. La violencia que existe desde arriba para abajo es constante. Ahora en Argentina el movimiento Ni una menos, de las mujeres, lucha contra la violencia que el machismo, el patriarcado y el capitalismo le bajan a la mujer. Pero reacciona nada más que un sector, y necesitamos que esta reacción de valores humanos y sociales agredidos sea respondida por todos. En todo caso, no te quepa duda que la violencia de arriba tendrá necesariamente que tener de una u otra manera violencia de abajo. No sé si será con guerrillas, pedradas o qué, pero por pedirlo amablemente nadie va a dejar el poder.
¿Entonces es necesaria la violencia?
Si me dicen que vamos a utilizar el método del Che de la guerra de guerrillas, diré que claro que no, que hoy no, pero no me pueden decir que no sirvió, porque la Unión Soviética fue con violencia, China fue con violencia, Nicaragua fue con violencia, Cuba fue con violencia y también la revolución francesa fue con violencia. Claro que sirvió. También le sirvió a Franco, ¿o acaso no usó la violencia? Y sirvió. Para algo que no te gusta, pero sirvió.
El tema es cómo utilizarla, dónde y cuándo, porque desde arriba no dejan de violentarnos. Si esa violencia de los de abajo serán manifestaciones, insurrecciones o qué, yo no lo sé. En todo caso, ese no es el eje fundamental del pensamiento guevariano. Él escribió un libro sobre la guerra de guerrillas, que tendrá 80 o 100 páginas. Tiene 3.000 páginas escritas sobre todos los demás problemas sociales, económicos y filosóficos, pero se pone el foco sobre esto porque choca al común de la gente.
Pero no se cuestiona sólo su pensamiento, también sus actos.
Un periodista alemán me dijo hace unos días que el Che estuvo en La Cabaña y ahí se fusiló gente. Decía que había que esclarecer eso, porque hay mucha gente que dice que es un asesino. Yo le dije que en Nurémberg se juzgó a gente que venía de haber metido a gente en campos de concentración, haberla hecho talco, haber hecho experimentos con personas… Fueron condenados a muerte y ahorcados.
En Cuba la revolución se hizo contra una dictadura feroz, en batistato hubo 20.000 muertos y estaban llenos de asesinos el Ejército y las policías especiales que tenía Batista para la búsqueda, captura y muerte de gente. Cuando la revolución triunfa, de aquellos 50.000 que tenía el Ejército, algunos cientos eran torturadores y asesinos, y algunos de aquellos son capturados. Se los juzgó con defensor y se condenó a muerte a los asesinos, no a los que no eran asesinos. Alguien puso la firma y era el Che porque era el jefe de La Cabaña, lo mismo que el de Nurémberg. Ahora, si vamos a comparar uno con otro, quiero ver qué alemán me va a decir a mí que los de Nurémberg eran buena gente y opositores.
¿Las izquierdas están poniendo hoy menos resistencia al poder?
No tenemos unidad, ni de acción ni de pensamiento. No podemos tener unidad de acción sin unidad de pensamiento. No tenemos unidad de proyecto. Nos han derrotado en este sentido, ideológicamente. Físicamente hubo derrota, pero la peor es la ideológica, porque entonces es como nos entregamos o en definitiva nos hacemos individualistas también. Buscamos cómo resolver yo mi problema, y los demás no importan.
¿Qué podemos aprender del pensamiento del Che?
El marxismo del Che se basaba en el estudio de Marx del capitalismo y en la imposiblidad del capitalismo de resolver los problemas económicos de la sociedad. El segundo punto, que es el leninista, es que si los que están afectados por eso no se organizan no va a haber posibilidades de combatirlo y derrotarlo. Estamos desparramados y triunfa la idea del éxito y cada uno por su lado, para felicidad de los de arriba.
Finalmente hay un tercer elemento que lo incluye él, y es que tiene que haber conciencia dentro de esto. Conciencia cuando se avanza para lograr el poder, pero también cuando se logra por lo menos tener parte del poder, o todo el poder. Porque si no se cambia la conciencia se vuelve perversa, y te ganan de nuevo, pero ya no por la estructura económica ni por las armas, sino por vos mismo. Esta es la crítica que le hace a la Unión Soviética, que fue justamente una falta de conciencia revolucionaria y proletaria del gobierno de la URSS lo que la echó atrás.
¿Y qué pasa con Cuba?
De Cuba se dice que está volviendo al capitalismo, y es cierto. ¿Pero de qué otra manera puede ser en un mundo que está así como está? ¿De qué otra manera Cuba va a sacar fuerzas o la posibilidad de llevar adelante todo el mundo como si fueran un remolcador impresionante? Ellos defienden lo poco que pueden defender. La responsabilidad de la verdadera izquierda, de los revolucionarios, es hacer la revolución en cada uno de nuestros lugares.
Evidentemente tienen mucha fuerza aquellos a lo que tenemos que tratar de voltear, para hacer “que la tortilla se vuelva”, como dice la canción. Lo que podemos cambiarle a esta canción que sea menos escatológica, que no les hagamos comer “mierda, mierda” a los pobrecitos burgueses, que cuando la tortilla se vuelvan coman lo mismo que nosotros. Que coman bien, pero como nosotros.
Se trata de ser todos iguales.
O parecidos, porque tampoco es una cuestión de uniformidad, pero con lo mismo, sí. Con lo mismo se puede hacer comida buena o mala, o algo que te guste más o menos. Algunos prefieren elegir el vino que van a tomar, aunque luego se pasen una semana sin tomar nada más. Eso está bien, que cada uno elija, pero con algo que esté al nivel de todos. Siempre critican el socialismo por querer hacer una cosa uniforme, y no, al hombre no lo puedes uniformar, pero sí regular y controlar las angurrias individuales. De eso se trata.