Illa gana las elecciones catalanas pero el independentismo refuerza su mayoría
El PSC de Salvador Illa ha ganado las elecciones catalanas 18 años después de que lo hiciera por última vez Pasqual Maragall. Los socialistas han conseguido imponerse por la mínima en votos y empatando en escaños ante una ERC que ha salido reforzada de estas elecciones del 14F y que ha conseguido superar por primera vez a la candidatura de Carles Puigdemont. Tras haber quedado por delante en papeletas, la formación socialista tiene previsto presentarse a la investidura, tal como prometió Illa en campaña y ha confirmado este domingo. Sin embargo el bloque independentista suma 74 diputados, 6 más que la mayoría absoluta, por lo que es el republicano Pere Aragonès quien tiene ahora más opciones de llegar a la presidencia.
“La victoria clarísima en votos tiene para mi un significado: pasar página, reencontrarnos”, ha proclamado Illa en su primer mensaje triunfante ante los suyos. “La Catalunya de siempre ha vuelto esta noche. Dije que si ustedes ponían los votos nosotros pondríamos el cambio y por eso les anuncio que me presentaré a la investidura. Es un primer paso en el cambio, pero vendrán más. No hay más solución que el reencuentro”, ha afirmado un Salvador Illa que ha concedido un momento para la emoción mientras agradecía a su familia haberle acompañado.
ERC ha dado la réplica enseguida para remarcar con contundencia que ellos también tienen previsto optar a la presidencia. “Desde ahora mismo intentaré buscar un acuerdo de todas la fuerzas para formar una mayoría para mi investidura”, ha asegurado Pere Aragonès. “Hemos frenado una operación de Estado que quería echar al independentismo”, ha celebrado, y ha remarcado a continuación que “el resultado es inapelable, al Parlament hay una clara mayoría de diputados independentistas y una clara mayoría de diputados de izquierdas”. Por eso, ha indicado que está convencido de que encontrará “una mayoría a favor de la amnistía para los presos y los exiliados y para un referéndum de autodeterminación”.
Sobre esta cuestión, el líder republicano se ha dirigido durante su intervención a Pedro Sánchez, para volver a reclamarle una “solución del conflicto” por la vía del diálogo. “Es hora de sentarnos y negociar una amnistía y un referéndum”, ha dicho, porque “el independentismo ha superado por primera vez el 50% de los votos y eso significa que inicia una nueva etapa”.
El independentismo ha obtenido este domingo su mejor resultado en la historia desde el inicio del procés en 2012. Con cuatro asientos más de los que tenía la legislatura anterior y habiendo superado el 50% del voto, el bloque independentista ha demostrado que se mantiene fuerte y con capacidad de aguantar la mayoría parlamentaria y el Govern. Será en las negociaciones de las próximas semanas cuando se decida cómo se reparten los papeles entre las tres formaciones independentistas que han conseguido representación en el Parlament: ERC con 33, Junts con 32 y CUP con 9. Los republicanos se lanzaban en esta ocasión a la investidura si superaban a la formación encabezada por Laura Borràs, algo que finalmente ha sucedido por algo más de un punto de voto.
Tras conocer los resultados, la candidata de Junts, Laura Borràs, ha asegurado que su objetivo será formar un gobierno independentista pero ha dejado en el aire el tipo de pacto al que pretenden llegar. “Esta es una victoria del independentismo, de país, porque nosotros siempre hemos pensado en términos de país”, ha dicho Borras. “Hemos superado el 50% de los votos y esto ha de tener consecuencias políticas en el Parlament. He hablado con Pere Aragonès y con Dolors Sabater para hacer que este gran resultado del independentismo de resultados. La gente nos ha lanzado un gran resultado y nos envía un mensaje claro de unidad”, ha insistido.
Los secesionistas han logrado imponerse en tres de las cuatro circunscripciones catalanas, Junts en Girona y Lleida, mientras ERC en Tarragona. La suma de ERC, Junts, CUP y PDeCAT ha sido mayoritaria prácticamente en todas la zonas interiores de Catalunya, de forma muy destacada en la provincia de Girona, a excepción de la zona costera de Lloret de Mar, y en la provincia de Lleida, tanto en el norte pirenaico como en la zona rural y la capital, a excepción de la Val d'Aran, tradicionalmente una de las zonas menos independentista de Catalunya.
Los socialistas han obtenido una victoria por la mínima, con 50.000 votos por encima de Esquerra, que les ha dado a ambos a un empate a 33 escaños. Con todo, el triunfo de Illa es claro, al haber conseguido llegar primero gracias a haber absorbido una gran bolsa de votos de la descomposición de Ciudadanos, que han perdido 30 diputados y se han quedado en 6 como recuerdo de su histórica victoria en 2017. El PSC ha conseguido mejorar 10 puntos de voto y prácticamente ha doblado sus escaños, lo que les convierte en la fuerza líder del bloque no independentista y les hace recuperar la hegemonía en prácticamente en toda la zona costera del centro y sur catalán.
La candidatura de Illa ha arrasado en el Área Metropolitana de Barcelona, con porcentajes de apoyo que hacía tiempo que el PSC no tenía. En el conjunto de la provincia el partido ha quedado 5 puntos por delante de ERC, pero han ganado por mucho más en L'Hospitalet, Santa Coloma de Gramanet, Cornellà o Viladecans, donde han rondado el 40% de apoyos. También han sido hegemónicos en grandes ciudades como Terrassa, Badalona, Sabadell, Tarragona o Mataró. Los socialistas intentarán gobernar, como han explicado, con un pacto con los 'comuns' y buscando unos apoyos exteriores que los resultados electorales hacen muy complicados.
“Nosotros creemos que podemos plantear un gobierno del cambio”, ha asegurado la portavoz socilista, Eva Granados. “Hablaremos con los 'comuns' porque consideramos que el pacto del Gobierno de España funciona. Nos presentaremos a la investidura y son los independentistas los que tienen que decidir si dan apoyo o no al presidente que han elegido los catalanes”, ha afirmado la socialista.
Este 14F ha traído además uno de los mayores hundimientos que se hayan visto nunca en unas elecciones. Ciudadanos ha pasado en solo tres años y medio de ganar unos comicios de forma contundente, con 36 escaños, a quedarse en 6 únicos representantes. La formación de Inés Arrimadas ha perdido cuatro de cinco cada votos obtenidos en las últimas elecciones y su elegido para pilotar su formación, Carlos Carrizosa, ha firmado un resultado que el partido no veía desde el año 2010. El hundimiento de la formación es general en todo el territorio y se explica, por un cúmulo de errores que comenzó en los primeros compases de la legislatura pasada, cuando Arrimadas optó por no presentarse a la investidura por carecer de mayoría.
La desinflamación del procés y la pérdida de influencia de Ciudadanos en el Congreso, junto a la fuerte irrupción de Illa entre su electorado, ha dejado el partido sin representación en Girona y Lleida, donde tenían 4 y 3, y con solo un diputado por Tarragona, donde en 2017 había ganado con comodidad. “Nuestro grupo va a seguir haciendo lo mismo que hasta ahora, defender la Constitución, las libertades y la democracia en Catalunya. Vamos a seguir trabajando para defender el constitucionalismo que se ha quedado en casa”, ha asegurado Carrizosa. El partido ha convocado de forma urgente una ejecutiva nacional del partido para valorar, este lunes, la situación en la que quedan tras el fracaso catalán.
La extrema derecha entra con fuerza
El partido que tomará el relevo y lidera ahora el espacio de derecha española será Vox, una formación ultra que ha entrado en el Parlament con más fuerza de la que preveían las encuestas y controlará 11 escaños como cuarto grupo más numeroso. La fuerza de la extrema derecha de Ignacio Garriga se ha sentido sobre todo en la provincia de Tarragona, donde ha obtenido más del 9%. Además ha superado ese mismo límite en municipios como L'Hospitalet, Terrassa o Badalona, en Santa Coloma o en Cornellà. En poblaciones como La Canonja, en las cercanías de Tarragona.
Vox ha logrado entrar con mucha fuerza en el área metropolitana, donde se convierte en cuarta fuerza o incluso tercera en algunos municipios. Lo hace gracias a que ha logrado comerse, además de una parte del electorado de Ciudadanos, también buena parte del voto tradicional del PP, un partido que pierde aún más comba y se queda a las puertas de no obtener representación. La formación de Alejandro Fernández se queda en tres escaños, uno menos que en 2017, y tocando el límite del 3% que, de no alcanzarlo, les hubiera dejado sin diputados. “No me gusta dulcificar la realidad. Nuestro resultado es muy malo”, ha afirmado Fernández, que ha culpado a la falta de movilización de los suyos.
Otra de las formaciones más favorecidas ha sido la CUP. Los anticapitalistas se han catapultado de los 4 diputados a 9, repartidos entre las cuatro circunscripciones. La formación de la izquierda independentista ha sido eficaz gracias al voto de castigo en las zonas interiores, donde se han doblado en índice de voto, pero también han crecido con más moderación pero de forma repartida en zonas del área metropolitana. El partido vuelve a tener la llave de un Govern independentista, un papel que ya ha jugado en las últimas dos legislaturas. Dolors Sabater ha remarcado que tiene “un papel clave” y que en los próximos días madurará cómo condicionará los pactos.
Los 'comuns' mantienen todos sus escaños, 8, pero retroceden puestos y en casi medio punto en porcentaje de voto. La formación de Jéssica Albiach había hecho una campaña con el objetivo de consolidarse en Barcelona y obtener representantes en el resto de provincias. Esta segunda meta sin embargo se ha quedado en un intento, pues solo mantienen el diputado que ya tenían por Tarragona. La candidata de En Comú Podem ha insistido en que su propuesta es formar un gobierno de izquierdas, que una a Salvador Illa y a Pere Aragonès, una opción que ambas formaciones interpeladas por el momento rechazan.
Una campaña caldeada y con vetos entre bloques
La campaña ha sido fría, debido a las restricciones de la pandemia, pero también bronca en su fase final. La carrera electoral hacia el 14F comenzó muy marcada por las resoluciones judiciales, después de que el Govern hubiera intentado aplazar los comicios y que el TSJC hubiese revocado esa decisión. Finalmente las elecciones quedaron convocadas y los partido se lanzaron a la arena, aunque la mayoría echándole en cara al candidato del PSC, Salvador Illa, que se hubiese opuesto al aplazamiento.
El llamado 'efecto Illa', que supuso un fuerte aumento en las perspectivas electorales del PSC justo antes de la campaña, pronto se convirtió en el llamado “todos contra Illa”. El candidato socialista había conseguido situarse en el centro del debate, y recibía críticas tanto desde el independentismo como desde los partidos de su derecha.
En la recta final de la campaña el foco informativo se centró en la negativa del exministro de Sanidad a realizarse dos pruebas PCR antes de los debates de TV3 y La Sexta y, en paralelo, sobre el veto firmado por los partidos independentistas a llegar a pactos de gobierno con Illa.
Esta última cuestión ha atravesado la carrera electoral. Los vetos cruzados entre el bloque partidario de la secesión y el contrario se han endurecido según pasaban los días, hasta el punto de que todos los partidos se han comprometido a no llegar a pactos ni por activa ni por pasiva, con la excepción de los 'comuns', que reclaman un gobierno transversal formado por los partidos de izquierdas.
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