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Inspección de Trabajo acredita que la Universitat de Barcelona discriminó a un investigador por ser ciego

Justo López, en su despacho de la Universitat de Barcelona en mayo de 2023.

Pol Pareja

Barcelona —
2 de abril de 2024 22:13 h

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La Universitat de Barcelona (UB) discriminó durante más de un año a un prometedor investigador en Física Cuántica debido a su ceguera. Así lo acredita una resolución de Inspección de Trabajo a la que ha tenido acceso este periódico, que confirma la información publicada por elDiario.es el pasado junio.

Con una ceguera reconocida del 79% debido a una retinosis pigmentaria que le dejó prácticamente invidente a los 20 años, Justo López (Albacete, 1975) llegó a la Universidad de Barcelona en abril de 2022 tras obtener un contrato María Zambrano, un programa del Ministerio de Universidades diseñado para atraer a las facultades españolas a académicos de prestigio que están en el extranjero. 

Según Inspección de Trabajo, la UB generó un “efecto discriminatorio” a López al no querer asignarle horas de docencia “por su discapacidad”, a pesar de que él lo había solicitado. El informe reprocha a la universidad que utilizara la excusa de que el académico no sabía catalán, cuando el conocimiento de este idioma no era ningún requisito para acceder a su plaza.

La resolución considera que el “verdadero motivo” para no asignarle clases a López era “el pensamiento de que la discapacidad visual podría ser un inconveniente” para ejercer la docencia. 

El propio director del Departamento le admitió a López que no le dejaban dar clases por su discapacidad. “Digamos que le cuesta a la gente y a mí también…”, le explicó, según pudo comprobar elDiario.es. “Nunca me he encontrado con una situación así. Lo he hablado en la comisión permanente y vi que tienen prejuicios, igual que los puedo tener yo”, añadió.

El investigador llegó a la UB tras haber estado en la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY) con una beca Fulbright y haber impartido durante años clases en distintas universidades latinoamericanas. “He estado en universidades de Estados Unidos, Colombia, Chile, Argentina y España”, explicaba en su despacho en mayo del año pasado. “Y en ningún lugar me había sentido tan discriminado como aquí”.

La resolución es muy dura con la UB: “No consta que el Departamento de Física Cuántica y Astrofísica se pusiera en contacto con la Oficina de Seguridad ni con nadie más para pensar en cómo adaptar el puesto de trabajo como docente teniendo en cuenta su discapacidad visual”, reza el texto. Trabajo no determina ninguna sanción por los hechos porque el caso se encuentra pendiente de juicio.

“La UB ni [siquiera] ha analizado cómo poder contrarrestar los posibles inconvenientes que la discapacidad visual del señor Justo López pudieran afectar a su docencia”, remacha la resolución. El cómputo de horas de clase impartidas es relevante para después poder acceder a una plaza fija como investigador. 

Preguntados por elDiario.es, desde la UB aseguran que no tienen conocimiento de las conclusiones de Inspección de Trabajo que aparecen en esta información. “Estamos a la espera de la resolución de la demanda judicial y de la inspección de trabajo”, afirman en un comunicado, que se puede leer íntegro al final de este artículo. “En caso de que se confirme [que ha habido irregularidades] la UB tomará las acciones pertinentes a la hora de corregirlo y arreciar con contundencia su compromiso con la inclusión y el buen trato a todas las personas”.

Más de un año sin ayuda para trabajar

Inspección de Trabajo considera que no sólo el hecho de no asignarle clases supuso una discriminación para López. La resolución reprocha a la UB que tardara casi un año y cuatro meses en contratar a un ayudante para que le leyera al académico documentos y artículos en papel para poder tenerlos grabados y escucharlos.

“Durante todo este tiempo, el Sr. Justo López no pudo desarrollar sus tareas en condiciones de igualdad con el resto de personal investigador”, afirma el informe, que señala este aspecto como otra discriminación sufrida por el investigador.

Trabajo también recrimina a la UB que el académico tuviera que recurrir a amistades, familiares o incluso pagar de su bolsillo a colaboradores para poder prestar sus servicios “en condiciones de igualdad”.

“A mí me juzgan por lo que investigo”, explicaba López a este periódico hace un año. “Y ahora mismo no tengo las herramientas para trabajar”. La UB le brindó finalmente un asistente después de un año y cuatro meses de espera.

La reacción de la UB

En el artículo que denunció su discriminación, este académico aseguró que la reacción de la UB solo llegó después de anunciar que iba a dejar la universidad y advertir de que haría público su caso y tomaría acciones legales. 

Fue entonces cuando la universidad le programó seis horas de clase al semestre y tanto el rector como el vicerrector de investigación le atendieron. López les trasladó que su decisión de abandonar la UB estaba tomada y que se iría a la Universidad de Zaragoza.

A día de hoy, sin embargo, este investigador continúa en la UB. A las pocas semanas de que su caso apareciera en elDiario.es, la universidad contrató finalmente a un asistente para que le leyera los documentos en papel. 

El académico explica que el asistente que contrató la universidad tampoco duró mucho: renunció al cabo de tres meses, después de que se constatara que no cumplía con las 15 horas semanales para las que fue contratado. “Cuando se fue, la universidad no me puso a nadie más”, señala López. “Ha sido todo muy desgastante”.

A pesar de la reacción de la UB, el investigador siguió en todo momento con su intento de cambiarse de universidad. En un principio, según su relato, la UB le dijo que no era posible porque los contratos María Zambrano no pueden mudarse de centro.

Cuando finalmente le dijeron que le facilitarían el traslado, él ya había anunciado a la universidad de Zaragoza que no podía cambiar de facultad, de manera que la mudanza ha tenido que esperar unos meses más de lo previsto.

“Mi contrato en la UB finaliza el 5 de abril”, explica ahora. “Cuando se acabe me iré a la Universidad de Zaragoza”.

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