Instaurar la duda al tribunal para lograr la absolución del acusado. Es una estrategia de defensa tan clásica como eficaz y el objetivo de las abogadas de los dos Mossos d'Esquadra acusados de reventar un ojo a Ester Quintana con una bala de goma. Para que el intento gane consistencia (o se desinfle), serán claves los testimonios de los antidisturbios que a partir de este lunes desfilarán ante la sección tercera de la Audiencia de Barcelona. También resultarán fundamentales las periciales que se presentarán la última semana del juicio.
El juez que instruyó el caso, la Fiscalía y la acusación de Quintana señalan al subinspector Eduard C. y al escopetero Llorenç B. como responsables del disparo de una bala de goma que dejó sin ojo a la mujer cuando faltaban pocos minutos para las nueve de la noche de la jornada de huelga general del 14 de noviembre de 2012. La Fiscalía solicita una pena de dos años de prisión y la acusación particular nueve.
Por contra, la defensa sostiene que no fueron los acusados los que dispararon y que otro proyectil policial pudo haber causado las lesiones de Quintana. Además, sitúa la furgoneta policial de los acusados a unos metros de la zona donde lo hacen el resto de partes -la confluencia de Gran Via con el Passeig de Gràcia. En consecuencia, piden la absolución.
Discrepancias sobre el tipo de arma, el lugar y el autor de los tiros para sembrar la duda al tribunal y provocar que termine por absolver a los acusados, ya que no se puede condenar a nadie por unas lesiones de autor y material desconocido. Hay hasta una expresión en latín: In dubio, pro reo (en caso de duda, a favor del acusado). Durante la primera semana del juicio la defensa de los dos agentes ya ha dado muestras de su estrategia a tres niveles:
El arma policial
El arma policialLa defensa cree que las lesiones sufridas por Ester Quintana pudieron ser causadas por el impacto de un proyectil policial distinto a una bala de goma. Pudo tratarse, según esta tesis, de un proyectil viscoelástico o de 'foam'. Lo apuntaron frente al tribunal el pasado miércoles los dos enfermeros que atendieron a Quintana pocos minutos después de la agresión: un sanitario afirmó que la lesión “no se parecía en nada” a un ojo reventado por bala de goma que había tratado en 2012.
Los dos enfermeros contradijeron el informe pericial que concluyó que Quintana se quedó sin ojo por una bala de goma. El dictamen pericial es trascendente: fue la base del juez instructor para enviar el caso a juicio, y resultará fundamental, junto a las otras cinco periciales, a la hora de dictar sentencia. Los enfermeros fueron propuestos en su día como testigos por el letrado de la Generalitat que defendía a los mossos y entre ambos suman tan solo dos casos de atención a heridos por bala de goma: uno en el muslo y el mencionado en el ojo de 2012. Otra testigo, sin embargo, oyó dos horas después de la lesión de Quintana como un jefe de antidisturbios preguntaba a sus agentes: “¿Tú has tirado bolas?”. Fuentes jurídicas consultadas, además, recuerdan que la relevancia para el caso de las pruebas periciales que se presentarán la última semana de juicio es mayor que la de los enfermeros testigos.
El autor del disparo
El autor del disparo Que el objeto causante de la lesión de Quintana fue un proyectil policial lo tienen claro todas las partes. De hecho, la Generalitat (tras varias versiones), ha asumido su responsabilidad indemnizando a Quintana. Además del tipo de arma policial, hay discrepancias sobre el autor de los dos disparos que Ester Quintana oyó antes de perder el ojo izquierdo. Fiscalía, instructor y acusación particular señalan al subinspector y al escopetero de la unidad antidisturbios Dragó 40.
Su defensa, por contra, asegura que la única orden mandada por el subinspector y cumplida por el escopetero acusados fue la de realizar una o dos salvas. Sostienen, además, que en el momento en que Quintana perdió un ojo se efectuó por lo menos un tercer disparo por otro agente policial (que la defensa no identifica).
Éste es el principal escollo de la defensa: no hay otro agente identificado como el posible autor de los disparos más que los dos acusados. La declaración de 29 antidisturbios esta semana servirá para ver si los Mossos siguen la misma estrategia de confusión que utilizaron en la fase de instrucción. En julio de 2013, ocho meses después de los hechos, el subinspector de la unidad Dragó 414 “creyó recordar” haber ordenado un disparo sin proyectil y adelantar a las otras dos furgonetas en la Gran Vía. Esta nuevo versión de Interior hizo que el instructor citara a los antidisturbios como testimonios, aunque finalmente cerró la instrucción manteniendo a los dos imputados iniciales que ahora se sientan en el banquillo.
Al contrario que la conselleria de Interior, la afectada, Ester Quintana, ha sostenido siempre la misma versión de los hechos. Lo ratificó en su declaración del pasado martes, cuando aseguró que vio bajar de una furgoneta policial a un mosso “con una arma grande”, descripción que encaja con la pistola de balas de goma. Después se giró y recibió el impacto.
El lugar de los hechos
Las imágenes de televisión y la declaración de Quintana y de varios testigos muestran como las tres furgonetas de antidisturbios dieron vueltas a toda velocidad a la fuente que hay en la confluencia de Passeig de Gràcia y Gran Vía en un momento donde la zona estaba tranquila. De hecho, una testigo aseguró que minutos antes se había reabierto el tráfico en Gran Vía tras la manifestación por la huelga general del 14-N.
La defensa de los acusados sostiene que el furgón donde iban los acusados se paró a una distancia de entre 20 y 40 metros de la confluencia, en la propia Gran Via, para dispersar a una cincuentena de personas procedentes de plaza Catalunya. Fue ahí cuando la furgoneta Dragó 414, aseguran, que iba en tercer lugar, adelantó a las demás y se paró en el cruce entre ambas calles.
Los acusados no pudieron apreciar el adelantamiento. Ni tampoco serían los causantes de las lesiones, sostiene su defensa, ya que al no haber rebasado la confluencia de Gran Via con Passeig de Gràcia no habrían tenido ni visibilidad ni posibilidad material de alcanzar a Quintana.
Primer juicio por balas de goma
El espaldarazo más importante a la tesis de la defensa, de momento, ha venido de fuera de la sala de la Audiencia de Barcelona. En un intento de presionar al tribunal el primer día del juicio, el comisario jefe de los Mossos, Josep Lluís Trapero, aseguró que el cuerpo “no puede dar información de cómo y quién protagonizó los hechos”. “No escondemos nada pero no lo sabemos”, remachó. Para sembrar dudas sobre la culpabilidad de sus agentes llegó a realizar una comparación con el caso Wanninkhof, donde se condenó a una mujer que posteriormente resultó ser inocente.
Para llegar al primer juicio a agentes de los Mossos d'Esquadra por disparar balas de goma ha sido necesario identificar a los supuestos responsables. En otros casos, ante la imposibilidad de saber quién disparó, los lesionados se han quedado sin saber el nombre de su agresor (y sin verlo en el banquillo). Fue lo que le pasó a Nicola Tanno, uno de los siete heridos por balas de goma en Catalunya. En este sentido, los colectivos de derechos humanos vienen recordando desde hace años que la administración sí tiene mecanismos para identificar, o cuanto menos aproximarse, a un autor de un disparo de bala de goma.
Sin embargo, lograr identificar a un agente tampoco es garantía de condena. Por ejemplo, la Audiencia de Barcelona absolvió el año pasado a un mosso acusado de romper la pierna a un manifestante en la huelga general del 29 de marzo de 2012 ya que el tribunal consideró que la lesión también hubiera podido ser provocada por una caída. “Con base en el principio In dubio, pro reo, procederá dictar sentencia absolutoria para el acusado”, concluyeron los magistrados. Es el entrecomillado que desean los dos mossos que se sientan en el banquillo del caso Ester Quintana.