El expresidente de la Generalitat Jordi Pujol ha confesado este viernes que durante años su familia ha tenido dinero sin declarar en el extranjero, una cantidad que heredaró de su padre, Florenci Pujol, en 1980. Así lo ha admitido en un comunicado remitido a los medios de comunicación. El todavía presidente de CiU ha anunciado que el dinero ha sido regularizado “en los últimos días”.
Pujol, que no ha especificado la cantidad acumulada, ha expresado que “nunca se encontró el momento para regularizar” el dinero, y ha pedido disculpas: “Pido que sepan separar los fallos de una persona, por muy significativos que hayan sido, y que esta declaración sea reparadora”.
La confesión del expresident concuerda con algunas de las informaciones publicadas en los últimos meses, en las que se recogía que la familia de Pujol tenía cuentas en el extranjero, en especial el mayor de sus hijos, Jordi Pujol Ferrusola, al que su examante acusó de mover grandes cantidades de dinero negro.
Pujol explica en el comunicado que su padre dejó la herencia a sus siete hijos y a su esposa, y que hasta que los hijos no fueron mayores de edad la gestionó una tercera persona que el entonces president escogió. Que el dinero estuviera fuera del país responde, según Pujol, a la voluntad de su padre de garantizar una suma para la familia en una “época difícil”.
Al final del escrito, Pujol se pone a disposición de la justicia. “Soy el único responsable de los hechos descritos, y quiero manifestarlo de forma pública, con un compromiso absoluto para comparecer ante las autoridades tributarias o, si hiciera falta, ante instancias judiciales”, sentencia.
La noticia llega justo en un momento de renovación tanto en Convergència como en la federación CiU. Justo la semana pasada su hijo Oriol Pujol dimitió definitivamente por su implicación en el caso de las ITV, y la nueva dirección de CDC tendrá que pronunciarse en breve sobre estas revelaciones del que fue indiscutible líder del partido durante décadas y todavía presidente de la federación.
Una herencia sin declarar durante más de 30 años
El dinero que Florenci Pujol Brugat dejó a la familia de su hijo, cuya cuantidad no queda especificada en ningún momento, “no se encontraba regularizado en el momento de su muerte”, en septiembre de 1980. Y durante los siguientes 34 años permaneció sin declarar, hasta estos últimos días. “Lamentablemente no se encontró nunca el momento para regularizar esta herencia”, dice el expresident, aunque reconoce que tuvo oportunidades para hacerlo en las tres ocasiones en las que se ha decretado la amnistía fiscal en este tiempo.
Su padre, “habiendo vivido los años 30 y 40, tenía miedo de lo que pudiera pasar, y más a un político comprometido”, argumenta Jordi Pujol con intención de exculpar a su padre y señalarse a si mismo como único responsable de la situación: “Aunque mi conciencia y mi cargo me empujaban a renunciar a esa herencia, la última voluntad de mi padre junto con sus dudas sobre mi opción vital por la política pesaron todavía más”.
Artur Mas: “Es una cuestión privada y familiar”
El president de la Generalitat, Artur Mas, ha considerado que el hecho de que el expresidente Jordi Pujol haya anunciado este viernes que en los últimos días su familia ha regularizado una herencia que tenía en el extranjero “es una cuestión privada y familiar”.
Lo ha dicho en unas declaraciones a la prensa previas a un acto con la Joventut Nacionalista de Catalunya (JNC), que se ha celebrado en Santa María de Palautordera. “Se trata de un tema que no tiene ninguna relación ni con el Govern de Catalunya ni con CDC, sino que se trata de una decisión personal del propio presidente que ha creido oportuno dar estas explicaciones”, ha declarado Mas.
“Ante las informaciones aparecidas desde hace casi dos años alrededor de los miembros de mi familia más directa y de las insinuaciones escritas sobre el origen de los medios económicos de la misma, me veo en la obligación de poner de manifiesto los siguientes extremos:
Mi padre Florenci Pujol y Brugat, dispuso como última voluntad específica que un dinero ubicado en el extranjero -diferente del comprendido en su testamento-, rendimiento de una actividad económica de la que ya se ha escrito y comentado, y que no estaban regularizados en el momento de su muerte en septiembre de 1980, fueran destinados a mis siete hijos y a mi esposa, porque él consideraba errónea y de incierto futuro mi opción por la política en lugar de seguir en el mundo de la actividad económica. Y más aún, porque habiendo vivido de cerca la época difícil de los años 30 y 40 tenía miedo de lo que podía pasar, y más de lo que podía pasarle a un político muy comprometido.
La repentina muerte de mi padre tuvo lugar a escasos cinco meses de mi toma de posesión como presidente.
En aquel momento la minoría de edad de la práctica totalidad de mis hijos me convertía en responsable legal de cualquier decisión, y pese a que mi conciencia y mi cargo me empujaban a rechazar esta herencia, la última voluntad de mi padre junto con su opinión y dudas sobre mi opción vital por la política pesaban todavía más, y finalmente decidí encargar su gestión y regularización a una persona de máxima confianza de mi padre y también mía, gestión de la que no quise saber nunca el más mínimo detalle, hasta que llegados a la mayoría de edad todos mis hijos se decidió que esta persona cediese esta gestión a uno de mis hijos. Es en este momento que mi error original contaminó directamente a mis siete hijos y a mi esposa.
Lamentablemente no se encontró nunca el momento adecuado para regularizar esta herencia, como sí han podido hacer el resto de personas que se encontraban en una situación similar en tres ocasiones excepcionales a lo largo de treinta años de vigencia del actual sistema tributario. Finalmente ha sido en estos últimos días que los miembros de mi familia han regularizado esta herencia, con las consecuencias del nuevo marco legal aprobado para incentivar la última regularización excepcional de noviembre de 2012 y para penalizar extremadamente las regularizaciones posteriores.
De los hechos descritos y de todas sus consecuencias soy el único responsable, y quiero manifestarlo de forma pública, con mi compromiso absoluto de comparecer ante las autoridades tributarias o si hace falta ante instancias judiciales para acreditar estos hechos y de esta forma acabar con las insinuaciones y los comentarios.
Expongo todo esto con mucho dolor por lo que significa para mi familia y para mí mismo pero sobre todo por lo que puede significar para tanta gente de buena voluntad que puedan sentirse defraudados en su confianza, a la cual pido perdón. Y también les pido que sepan separar los errores de una persona -por muy significativa que haya sido-, y que esta declaración sea reparadora en lo que sea posible del mal y de expiación por mí mismo.
Barcelona, 25 de julio de 2014
Jordi Pujol i Soley“