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Judit Giró, la historia de una 'niña rebelde' que inventó una máquina para detectar el cáncer de mama

Judit Giró sostiene el libro 'Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes'

Sandra Vicente

19 de marzo de 2023 21:57 h

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Cuando Judit Giró, (Vallmoll, Tarragona, 1996) era pequeña, sus profesores le decían que era una “niña rebelde”. Pero no como un halago, sino como una crítica. “Me decían que me portaba mal. Un día hice un examen de mates con un boli rosa y me castigaron, a pesar de que me había salido bastante bien”, cuenta esta joven. “Me hicieron creer que si seguía siendo así de rebelde, nunca encontraría trabajo”, relata

Pero ella no se ciñó a las normas y, años más tarde, se convirtió en una ingeniera biomédica que, con tan sólo 22 años, inventó Bluebox, una máquina para detectar el cáncer de mama en estadios precoces y en mujeres jóvenes para las que, por edad, la mamografía no resulta una prueba determinante. Ese logro, a parte de hacerla merecedora de diversos premios científicos, la ha llevado a ser una de las 100 jóvenes de menos de 30 años que figuran en la nueva edición de la ya famosa serie de libros 'Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes' (Estrella Polar, 2023).

Esta serie literaria empezó rescatando la memoria de 100 mujeres históricas como Jane Godall o Frida Kahlo y las convirtió en fábulas cortas para inspirar a niñas de todo el mundo. Tras su éxito, se han realizado diversas ediciones, por ejemplo, con mujeres españolas o, como en este caso, jóvenes de menos de 30. “A pesar de lo que me decían, es gracias a ser una rebelde que he podido realizar mis proyectos”, dice Giró, que reconoce que le hace mucha ilusión aparecer en un libro que se dirige, precisamente, a “niñas rebeldes”.

Junto al de Giró aparecen otros nombres como el de la cantante Billie Eilish o la activista Greta Thunberg. “Con ella es con quien me hace más gracia coincidir en el libro. Ella sí que es rebelde porque se caga en todo, a pesar de que la critiquen”, asegura, mientras hojea las páginas de su ejemplar.

Giró tenía claro desde pequeña que quería dedicarse al cuerpo humano, aunque su amor por las matemáticas la hacía mirar con recelo a la carrera de medicina. Cuando descubrió la posibilidad de estudiar ingeniería biomédica, no hubo marcha atrás. “En la selectividad te dejan poner tres opciones, pero yo sólo puse una. Si no hacía eso, prefería no estudiar nada”, dice, tajante.

Finalmente, entró en la Universitat de Barcelona (UB), donde comenzó una carrera que la llevó a desarrollar Bluebox como su trabajo final de grado, una idea que pulió durante el máster que cursó en California y que ahora ha convertido en su trabajo a través de una start-up. Pero Giró no inició este camino por la pretensión de ganar dinero, sino movida por la “frustración porque la salud femenina está típicamente descuidada”.

Ciencia de y para hombres

Una de cada tres mujeres en España que tiene cáncer lo padece de mama y, si bien son muy frecuentes las mamografías de prevención, éstas sólo se realizan a mujeres mayores de 40 años. Pero esta enfermedad cada vez afecta a personas más jóvenes, tal como destaca un estudio de la Sociedad Española de Oncología, que asegura que de cara a 2040 se doblarán las detecciones de cáncer de mama en mujeres menores de 50 años.

A pesar de eso, todavía no existía un método de detección del cáncer de mama para mujeres jóvenes, para las que la mamografía no resulta un examen determinante debido a que el tejido mamario va cambiando con la edad. “Faltan pruebas y tratamientos para mujeres porque la medicina, igual que otras muchas ciencias, está pensada por y para hombres”, se lamenta la joven. Es por eso que Giró se puso manos a la obra después de leer un estudio que la inspiró. Según la revista 'The Lancet', los perros son capaces de detectar el cáncer con su olfato. “Cuando leí eso, pensé '¿Por qué no fabricamos una tecnología que simule el sistema olfativo de un perro?'. ¡Y ya está!”, exclama Giró, como si su invento fuera la cosa más simple del mundo.

Pero no lo es. Esta catalana lleva dos años, junto a su equipo de tres personas, colaborando con hospitales catalanes y recogiendo muestras de orina de mujeres con cáncer de mama, que son analizadas por Bluebox, que ya es eficaz a la hora de detectar el 77% de casos de cáncer en estadio inicial y hasta el 95% de los avanzados. Giró calcula que su producto llegará al mercado en 2024 y espera que esté al alcance de cualquier médico. “Ellos son los superhéroes de esta historia y ojalá con este invento puedan hacer todavía mejor su trabajo”, apunta.

Niños rebeldes, niñas formales

“Sea cual sea el ámbito que te guste, es un crimen que no lo puedas estudiar porque el mundo te haga creer que no eres capaz”, reflexiona Giró, que asegura que las mujeres no tienen “ninguna incapacidad genética” para dedicarse a las ciencias. Se trata de un campo muy masculinizado, siempre y cuando no tenga que ver con los cuidados. Medicina, enfermería o ingeniería biomédica son de las carreras científicas con más mujeres: “es una buena noticia que seamos más en algunos ámbitos, pero es una pena que sólo sea en estos, porque es como que seguimos respondiendo a lo que se espera de nosotras: que cuidemos a la gente”.

Giró es muy consciente de que las mujeres lo tienen más difícil en la ciencia y también en la empresa. “Nadie te va a echar, las discriminaciones son mucho más sutiles. Cuando haces un pitch a un inversor no te das cuenta de que te está tratando diferente por el hecho de ser mujer, pero ves las estadísticas y te das cuenta de que el 70% de las inversiones van a start-ups lideradas por hombres”, reflexiona.

Ella, además de mujer, es joven, que es otro factor de discriminación que atraviesa a muchas personas que quieren emprender una carrera profesional. Pero no es así en Estados Unidos, donde el invento de Giró empezó a dar los primeros pasos. “En Sillicon Valley premian la juventud. Es más, si tienes 26 años como yo y estás con tu primera start-up, vas tarde. Supongo que la debías haber fundado con 14, cuando era ilegal”, bromea.

Cuando haces un 'pitch' a un inversor no te das cuenta de que te está tratando diferente por ser mujer, pero las estadísticas muestran que el 70% de las inversiones van a start-up lideradas por hombres

En California todo fueron facilidades para que Bluebox se convirtiera en una realidad, “allí, casi no te das cuenta y ya estás en una incubadora”, dice. “Se empieza muy rápido, en la universidad, porque se espera que de las aulas salgan empresas, no papers”, añade. Giró reconoce que fue muy feliz viviendo en Estados Unidos, pero apunta que no tiene nada que envidiar a Catalunya. “Aquí tenemos una investigación extremadamente potente y un sistema sanitario muy vocacional, con profesionales a los que su trabajo les apasiona y eso no tiene precio”, apunta.

Aun así, su futuro no necesariamente va a ser en España. O no sólo. “Lo mejor que tenemos los humanos es nuestra libertad. Y eso pasa por vivir donde quieras. Ahora no se puede, porque hay algo que se llaman fronteras, pero ojalá algún día podamos”, reflexiona la joven. En su lista de deseos está vivir algunos años en Berlín y también en Boston o Nueva York. “Me encantaría y sé que lo haré seguro”.

Giró es muy celosa de su libertad desde que era pequeña. Y ese es el mensaje que quiere transmitir a las niñas que lean el libro del que ella forma parte. “La persona a la que debes hacer más caso es a una misma, aunque sea muy difícil, porque lo que nos hace felices no siempre es obvio”. Hace falta valentía para salirse de los esquemas y “hay que tener criterio para saber a quién escuchar”.

La joven alerta a las niñas que hay verdades que duelen, pero también que hay adultos que no quieren lo mejor para las pequeñas, sino sólo volcar su frustración personal sobre ellas. “Lo mejor que puedes hacer es escucharte, conocerte y respetarte. Ves mucho al psicólogo, es una mierda, pero es necesario, porque a veces la felicidad pasa por salirse del camino que te han marcado”, asegura la joven, que se lamenta de que el camino para las mujeres siempre es el de “la corrección y los cuidados”.

De hecho, si se piensa en rebeldes, se vienen a la cabeza hombres. Por cada Matilda, hay veinte Robin Hoods. Pero en el libro Judit Giró sostiene entre sus manos hay 100 referentes convertidos en cuentos de buenas noches que, además de ser de carne y hueso, tienen nombre de mujer.  

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