Un “lamentable error”, pero no un delito. Eso es lo que ocurrió en el desahucio de Rosario Bravo, la anciana de 97 años que el pasado mes de febrero vio como los enseres de toda una vida desaparecían por una equivocación en el lanzamiento de su piso de L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona), según ha determinado la jueza que ha investigado la denuncia de la familia de la nonagenaria.
La jueza da plena credibilidad a lo que explicaron los testigos e imputados del caso en su comparecencia de hace una semana. El gestor del juzgado, la procuradora de la inmobiliaria, el cerrajero y el representante de la propiedad admitieron el error en el desahucio pero negaron que constituyera la retahíla de delitos que les atribuía la familia ya que todos los elementos les hicieron pensar que el piso de Rosario era la vivienda que realmente tenían que vaciar.
En un auto, la magistrada descarta que los implicados en el desahucio de Rosario cometieran una “negligencia”, ya que todos ellos actuaron “con la diligencia exigible”. Lo único que ocurrió fue que incurrieron en un “lamentable error”, concluye la jueza, que de este modo descarta que haya delito pero abre la vía a que la familia reclame una indemnización por la vía civil. Rosario logró recuperar el piso a los pocos días, pero ocho meses después sigue sin saber el paradero de los objetos de su casa, algunos de gran valor sentimental.
La jueza desmenuza los elementos que llevaron a la comitiva judicial a equivocarse de piso y vaciar el sobreático de Rosario en vez del ático del que se había ordenado el desalojo. El primero fue que en los buzones no había identificación del piso. Después gestor judicial y procuradora subieron hasta el piso identificado con una “A” en el ascensor, que resultó ser en realidad el sobreático en vez del ático.
Una vez en el rellano, continúa la magistrada, funcionario y procuradora vieron como única identificación del piso en el que se encontraban una “A” en la pared, lo que les llevó a pensar por error que se trataba del ático. Para cerciorarse de ello preguntaron a una vecina, que les confirmó que el inmueble que tenían que desahuciar era el ático y que hacía tiempo que estaba vacío.
Luego llegó el cerrajero, cambió el cerrojo e hizo entrega de las llaves. Ya dentro del piso equivocado, la comitiva constató que estaba recogido pero tampoco había elementos para determinar que hubiera “nadie viviendo allí”, apunta la jueza. “No había señales o elementos que permitieran sospechar que se habían equivocado de inmueble”, resalta la magistrada.
La comitiva continuó con el procedimiento habitual: vaciar el piso de electrodomésticos básicos para evitar ocupaciones. La magistrada no menciona en su auto los objetos personales y de más valor sentimental para Rosario, como fotos o su dietario personal, que también fueron vaciados del piso junto a los electrodomésticos. A día de hoy su paradero sigue siendo desconocido.