Junts ya no descarta repetir las elecciones si sus bases no aprueban la investidura de Aragonès
La dirección de Junts ha afirmado una y otra vez desde el 14 de febrero que no quiere una repetición electoral y que hará todo lo posible por evitarla. Incluso votar una investidura de Pere Aragonès para que gobierne en solitario aunque no haya acuerdo, según llegó a afirmar el secretario general de JxCat, Jordi Sànchez. Pero a este rechazo a volver a las urnas, que parecía inamovible hasta ahora, le ha salido este viernes una grieta. Según ha afirmado el líder del partido, tanto para un acuerdo de Govern como para una posible investidura sin acuerdo, las bases deberán dar su beneplácito. Es decir, que podrían no ratificar dar a Aragonès los votos necesarios para evitar las elecciones. “Si la militancia lo avala todo es posible”, ha resumido Sànchez.
El secretario general de Junts ha reiterado que volver a las urnas es un escenario que su partido no contempla y se ha mostrado muy optimista con la marcha de las negociaciones. El acuerdo está “muy cerca”, ha dicho, por lo que quedan “cuestiones de matiz”. Sànchez además ha querido sacar del foco el reparto de carteras, que es el elemento central que ahora mismo debaten los equipos negociadores, para volver a hablar de la “coordinación estratégica”, la “unidad independentista en Madrid” y el Consell per la República. Elementos, los tres, que hasta el momento se han presentado como principales trabas de la negociación pero que en los últimos días han quedado desplazados por el diseño del nuevo Govern.
Según ha asegurado Junts, la cuestión de quién se queda cada competencia es menor. Sin embargo, ha propuesto a ERC volver al esquema de 2018 haciendo un cambio de color en todas las carteras, lo que supondría quedarse Justs con todas las que gestionaron los republicanos en la pasada legislatura y viceversa. Esta opción, que Sànchez ha mostrado como solución de compromiso, es rechazada por el partido de Aragonès, que considera que Junts negoció mal en la anterior formación del Govern y se quedó con mucho menos de la mitad del peso ejecutivo.
Pero no solo el reparto de carteras es problemático, sino también el programa del gobierno. La formación de Sànchez tiene diferencias importantes con algunas de las cuestiones pactadas entre ERC y la CUP, en un documento que, como ha señalado el secretario general, no les compromete. Para ilustrarlo, el jefe de Junts ha citado el pacto sobre sanidad pública firmado por las otras dos organizaciones independentistas. “Nosotros no podemos compartir que todo el servicio de salud de Catalunya deba ser de titularidad pública, porque creemos que no es ni eficiente ni eficaz”, ha explicado, aunque ha considerado que sí cree que es posible llegar a un acuerdo en lo que los une, que en su opinión es hacer “un sistema de salud fuerte, que llegue a toda la población y que tenga mejoras para sus profesionales”.
Algo similar ocurre con el programa piloto para una renta básica, que los anticapitalistas arrancaron a Esquerra al inicio de las negociaciones. Aunque Sànchez ha afirmado que no ven mal el planteamiento general y que su partido está abierto a probar ese tipo de políticas, sí que ha reconocido que han planteado dudas a la CUP sobre su implementación. Aunque no lo ha citado en la rueda de prensa de este viernes, la moratoria sobre energías renovables que reclaman los anticapitalistas también genera fricción en Junts.
Más allá de esas discrepancias, el secretario general ha negado que el acuerdo al que su formación llegue con ERC deba ser incompatible con el que los republicanos firmaron con la CUP. Sànchez se ha mostrado pactista y optimista respecto a las políticas, las competencias y el diseño del Govern para centrar el debate en torno a las cuestiones del procés, que son la cuestión sobre el que el partido ha cargado el peso de las negociaciones desde el primer momento.
Uno de los puntos centrales es lo que el partido denomina la “dirección estratégica” del movimiento independentista, un foro que ERC y Junts están acabando de perfilar con la participación de cinco organizaciones; los tres partidos más Òmnium y la ANC. “La dirección estratégica debe existir, la tenemos que hacer posible, y nuestra propuesta es que ésta acabe formando parte del Consell per la República”, ha explicado Sànchez, que ha vuelto a vincular ambas cuestiones. Para Junts, la asociación privada y controlada por Puigdemont desde Bélgica debe tener un papel en el futuro, pero Sànchez ha negado que este deba ser de tutela al futuro president, ni tampoco que pretenda quitar poder político al Govern catalán.
Sí debe ser, a juicio de Junts, un órgano que coordine a las organizaciones independentistas y que “haga el trabajo” que las formaciones que actúan en territorio español no pueden hacer. “Pese a todas sus imperfecciones, continúa siendo el espacio más transversal posible”, ha afirmado Sànchez, que sin embargo ha indicado que la coordinación que exigen no busca imponer el voto a ERC en el Congreso, sino preparar el escenario para cuando la mesa de diálogo fracase. En este sentido, Junts acepta, como la CUP, que el nuevo Govern mantenga la apuesta de ERC por el diálogo con el Gobierno central, pero le da un espacio de dos años de margen. A partir de ahí, ha indicado el secretario general, “si el reconocimiento de la autodeterminación no se ha conseguido”, el independentismo deberá buscar una alternativa.
26