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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La Justicia trata de enmendar los errores que permitieron a un pederasta salir de prisión sin vigilancia

Carles Sallés, el pederasta detenido en agosto por abusar de niñas en Sant Vicenç de Castellet (Barcelona), ha vuelto este jueves a la Audiencia de Barcelona. No lo ha hecho conducido por los Mossos d'Esquadra sino a pie, porque el pasado viernes salió de prisión tras cumplir condena por otro caso anterior de abusos sin que la Justicia concretara las medidas para tenerlo bajo vigilancia, pese a que así lo contemplaba su sentencia.

El caso de Sallés es una sucesión de errores del sistema penitenciario y judicial. Tal y como adelantó la agencia EFE, Carles Sallés cumplió el pasado viernes con la pena de 14 años de cárcel –con siete años y siete meses de estancia máxima en prisión– que la Audiencia de Barcelona le impuso en 2015 por abusar sexualmente de cuatro menores en Terrassa (Barcelona). Su condena de prisión se liquidó, pero todavía tiene pendiente cumplir la pena accesoria de siete años de libertad vigilada.

La sección 9ª de la Audiencia de Barcelona no había ratificado el pasado viernes con qué mecanismos se garantizará que Carles Sallés esté bajo control, pese a que sobre su mesa ya tenía la propuesta del juez de vigilancia penitenciaria. El pasado mes de octubre, el magistrado accedió a la petición de la Fiscalía para, entre otras medidas, imponer al condenado la obligación de estar siempre localizable mediante un aparato electrónico que permita su seguimiento permanente. El Ministerio Público pidió la denominada 'pulsera' de localización en base al alto riesgo de reincidencia del pederasta.

El Código Penal establece que, al menos dos meses antes de la extinción de la pena de prisión, el juez de vigilancia penitenciaria elevará al tribunal sentenciador la propuesta de medidas controladoras de la libertad vigilada con el objetivo de que se empiecen a cumplir “en el mismo momento” de la salida de prisión del condenado. Ese “mismo momento” no se ha dado en el caso del pederasta de Sant Vicenç, pues este viernes se cumplirá una semana de su salida de prisión sin que por ahora la Audiencia de Barcelona haya ratificado la propuesta del juez sobre su libertad vigilada.

La Audiencia de Barcelona ha celebrado este jueves una vista sobre las medidas de libertad vigilada. Fuentes presentes en la sesión han explicado a elDiario.es que el pederasta se ha opuesto a la pulsera de control telemático solicitada por la Fiscalía y la acusación particular de sus primeras víctimas. En cambio, ha aceptado la petición de la defensa de las víctimas de no poder pisar Terrassa ni Matadepera, poblaciones en que cometió sus primeros abusos, y también la de no acercarse a ningún club deportivo ni otro lugar en el que se celebren actividades infantiles.

Las citadas fuentes han definido como “retadora” la actitud de este jueves de Carles Sallés en la vista. Aunque no tenía obligación de hacerlo, el pederasta no ha pedido perdón a los familiares de las víctimas presentes en la sesión ni ha mostrado arrepentimiento alguno. A juicio de estas fuentes, lo vivido en la sala de vistas no hace sino confirmar la tesis de Fiscalía de que el pederasta no está rehabilitado y tiene un alto riesgo de reincidencia.

El resto de medidas propuestas para la libertad vigilada son la obligación de personarse cada 15 días ante el referente de la administración que haga el seguimiento del condenado; obligación de comunicar cualquier cambio de residencia o lugar de trabajo; prohibición de ausentarse del lugar donde resida sin autorización de la Justicia; prohibición de desarrollar actividades que puedan facilitar la comisión de delitos sexuales; orden de alejamiento y comunicación de las víctimas; y obligación de realizar un programa específico de violencia sexual.

Pederasta reincidente

La demora en convocar la vista para ratificar las medidas de libertad vigilada no es el único error del sistema con Carles Sallés. El pederasta estaba en libertad condicional –a la que se puede acceder tras cumplir en prisión tres cuartas partes de la pena– cuando el pasado mes de agosto fue detenido por abusar de nuevo de niñas en la piscina municipal de Sant Vicenç de Castellet.

Al conocer los nuevos abusos, el departamento de Justicia revocó la libertad condicional que había otorgado al pederasta, al tiempo que un juzgado de Manresa (Barcelona) le abría una investigación. El juez de Manresa sin embargo no acordó su ingreso en prisión preventiva por esta causa, pese a que así lo había solicitado la acusación particular, y le fijó únicamente comparecencias periódicas en el juzgado.

Carles Sallés fue detenido el mes de agosto pasado después de que los padres de algunas menores denunciaran a la policía que se había ganado la confianza de las niñas en la piscina municipal de Sant Vicenç y, con la excusa de hacerles cosquillas, les había hecho tocamientos e intentado entrar a los vestuarios donde se cambiaban.

Tras su salida de prisión el pasado viernes, el departamento de Justicia se puso en contacto con la Fiscalía de Barcelona, como órgano competente en estos casos, para advertirle de que Carles Sallés presenta un “riesgo elevado de reincidencia” e informándole de los detalles del caso. Además, Justicia explicó al Ministerio Público que Carles Sallés pasaría a vivir en lo que se conoce como “recurso residencial de la comunidad”, gracias a una entidad que lo acoge. Ahora Carles S. espera la decisión de la Justicia sobre el cumplimiento de su libertad vigilada. Las víctimas confían en que los jueces se pronuncien rápido.