El pacto de gobierno de JxCat y PSC en la Diputación de Barcelona ha desatado una nueva crisis entre los neoconvergentes con ERC, sus socios en el Govern. El malestar entre los republicanos, que también optaban a presidir el ente supramunicipal, ha alcanzado cotas sin precedentes recientes. “La confianza está en una situación muy delicada”, aseguró este viernes el presidente del grupo parlamentario de ERC, Sergi Sabrià.
El dirigente republicano acusó directamente al PDeCAT de mentir cuando esgrimían como motivo de su pacto con los socialistas que ERC no les había trasladado ninguna oferta parecida. “Tenían una propuesta igual a la que han firmado. En Convergència mienten”, insistió Sabrià en Catalunya Ràdio. Con 16 diputados tanto ERC como el PSC, los republicanos no entienden que JxCat “regale la tercera institución del país al socialismo”. “Estamos indignados y sorprendidos”, concluyó Sabrià.
El pacto escuece a ERC no sólo por la pérdida de un espacio de poder clave para apuntalar los proyectos de sus gobiernos municipales, sino porque llega después de que desde JxCat les reprochasen no haber querido formar listas únicas independentistas y haberles arrebatado luego algunas alcaldías con los votos del PSC. Entre ellas, la de Figueres o la de Sant Cugat del Vallès, ayuntamientos en cuyas investiduras se vieron escenas de tensión.
“Los que siempre nos dan lecciones de no surrender [no rendirse] y de jugadas maestras hoy pactan con los socialistas”, remarcó Sabrià, que afirmó que “vuelve” la Convergènia de los años 90, acostumbrada a pactar con los socialistas para repartirse el poder municipal. De hecho, pese a contar con el logo de JxCat, el pacto con los socialistas tiene la firma de David Bonvehí, presidente del PDeCAT y del sector moderado del partido.
La unidad de Govern, agrietada
Bonvehí ha defendido el acuerdo argumentando que “no había mayoría independentista para poder tirar adelante esta legislatura”, y ha defendido que “no afectará al Govern”. Y ha recordado que ERC optó en algunos municipios por pactar con el PSC y la CUP para evitar alcaldías de JxCat.
Para ERC, sin embargo, los pactos en localidades como Figueres o Sant Cugat del Vallès para quedarse ellos y no JxCat la alcaldía no justifican el de JxCat en la Diputación en la medida que los primeros garantizaban el poder para el independentismo, mientras que el segundo se lo da al PSC. “Me cuesta entender que esto venga avalado por Waterloo”, remarcaba Sabrià.
El dirigente republicano, que ha dejado claro que la confianza entre ambas formaciones atraviesa ahora un “mal momento”, ha evitado valorar si esto tendrá consecuencias sobre el Govern. No es la primera vez que los republicanos expresan su malestar con JxCat –lo hicieron con los 'patinazos' de la portavoz Meritxell Budó–, pero no aclaran si esto podría precipitar el final del Ejecutivo.
A la espera de Puigdemont
Ni Quim Torra ni Carles Puigdemont, ambos dirigentes partidarios de orillar a las formaciones no independentistas en todas las instituciones, se han pronunciado sobre el pacto. Quien sí lo ha hecho es Jordi Puigneró, conseller de Políticas Digitales y Administraciones Públicas y cercano al círculo del expresident, que ha argumentó también que ni los pactos de ERC con el PSC en algunos municipios ni los suyos ahora van a comprometer la unidad del independentismo y del Govern.
Más desconcertante fue la respuesta de Albert Batet, portavoz de JxCat en el Parlament, a la petición de ERC de que se replanteen su decisión. “Me parece una buena propuesta, pero si lo hacemos, hagámoslo bien: revirtámoslo en todos lados. ¿Vamos?”, aseguraba en un mensaje en Twitter que retuiteó luego Puigdemont. Este gesto del expresident es todo lo que desde Waterloo han querido mostrar sobre si avalan o no el pacto.