“En diez horas solo descansas 30 minutos. Y todas las diez horas tienes que funcionar, si no mañana no vas a trabajar. No comes bien, no duermes bien. Estamos en la calle… Es una mierda”. Serigne Mamadou pronuncia estas palabras, rompe a llorar y corta la entrevista que mantiene en Instagram con el actor Paco León para contarle las deplorables condiciones que sufren decenas de temporeros en Lleida.
Esta escena del pasado 21 de mayo, enmarcada en una campaña de la entidad Casa Nostra És Casa Vostra para exigir la regularización de los migrantes sin papeles, se convierte en viral. La extrema precariedad de los jornaleros que duermen en las calles de Lleida, agravada por la epidemia del coronavirus, llega por un momento a mucha más gente de la prevista y entre los mensajes que recibe Mamadou, sorprende el de un joven gerundense de origen senegalés –como la mayoría de temporeros– que se ofrece a ayudar: Keita Baldé.
Dos semanas después, este futbolista de 25 años del AS Monaco, excanterano del FC Barcelona, está a punto de lograr que unos 200 temporeros, los que se calcula que están sin techo –de los miles que acuden cada año a Lleida para hacer la campaña de la fruta–, tengan un sitio digno donde dormir. El lunes anunció que iba a alquilar un edificio entero para 90 personas –al final se rebajó la capacidad a 60– y este mismo martes el Ayuntamiento de Lleida informó que tres hoteles de la ciudad ofrecían hasta 110 de sus plazas para este mismo fin.
La predisposición de estos hoteles se hizo pública tras la mediación del consistorio y sobre todo después de que Baldé denunciara que varios de ellos se habían negado a acogerlos a pesar de que él cubría todos los gastos. El 1 de junio deslizó en un directo de Instagram que tras la negativa de algunos establecimientos y propietarios había motivos racistas: “Hoy en día hay que decirlo claro: para alquilar algo, aunque tengas recursos, seas una familia humilde que quiere vivir en un piso, puedes tener problemas. La situación habla por si sola y es normal que salgan ideas de que es por el color de piel o que eres de otro país”.
La Federación de Hostelería de Lleida negó las acusaciones en varios medios y aseguró que solo dos establecimientos lo habían descartado a la espera de recibir visitantes durante el verano. Otros, aseguran, sí ofrecieron habitaciones. Prueba de ello serían estas 110 plazas dadas a conocer por el consistorio.
A Keita Baldé (Arbúcies, 1995) no se le conocía hasta ahora un interés especial por la situación de los migrantes sin papeles en España, tampoco sobre otras problemáticas sociales, pero el mensaje de Mamadou le removió. Al menos así lo contaba él mismo en la conversación que mantuvo con el mismo temporero el pasado 24 de mayo, también por Instagram. Fue entonces cuando se comprometió a buscarles alojamiento. “Mi intención ha sido informarme del tema y poder ayudar. Estoy feliz de ver gente como tú que lucha por sus derechos. Quiero levantar la voz porque debemos ser tratados como personas normales”, reivindicaba.
En esa charla, Baldé escuchó por boca de Mamadou las condiciones de trabajo de algunos de ellos, concretamente los que no tienen papeles y quedan fuera del convenio del sector. 25 o 30 euros al día –descontando el transporte– por ocho o diez horas de jornada en el campo, algo que contrasta radicalmente con los 340.000 euros al mes que cobra el futbolista (según l'Equipe) y con el lujo que desprenden las fotos de su Instagram.
Una familia migrante y de clase trabajadora
Baldé es un joven futbolista millonario de origen humilde, de una familia de cinco hermanos cuyos progenitores emigraron desde Senegal, y que ha pasado por Arbúcies, Santa Maria de Palautordera y otros pueblos de la zona del Montseny. “Todos hemos salido de la calle”, le decía el deportista a Mamadou en la entrevista.
Ibou Baldé, hermano de Keita y también futbolista, explica los orígenes de la familia en una conversación telefónica con eldiario.es. “Mi padre vino solo a España y luego mi madre también, por trabajo. Todo lo que hemos conseguido ha sido gracias a su esfuerzo y luego al deporte”, explicaba este miércoles t ras salir de la sesión de entrenamiento matutina de su equipo, el Vis Pesaro, en Italia.
Ibou, que tiene ahora 21 años, no había nacido cuando la familia se instaló en Santa Maria de Palautordera, pero recuerda algunos detalles que les contaba a todos su padre de vez en cuando. “Nos reunía en la habitación y nos explicaba los inicios. Creo que él fue temporero, que trabajaba en el campo cuando llegó, pero poco después fue ya peón de obra durante muchos años”, explica.
También relata que Keita practicó el balonmano, muy popular en esa comarca, aunque ya desde muy pequeño empezó en el equipo de fútbol local. De ahí le fichó con solo 9 años el Barça, en cuya cantera creció hasta que de adolescente protagonizó una salida muy polémica del club. Pese a su prometedor futuro como delantero, con más de 300 goles en las categorías inferiores del club azulgrana, en 2010 recaló en los juveniles del Cornellà FC como castigo por haber hecho una broma a un compañero que no gustó al club. Según la prensa deportiva, habría puesto cubitos de hielo en la cama de un compañero.
Tras brillar esa temporada en el Cornellà, al verano siguiente, en 2011, se negó a volver al Barça y con tan solo 16 años aceptó una oferta de la Lazio de Roma. Allí jugó seis años, primero con los juveniles y luego en el primer equipo, en un club precisamente conocido por tener una de las hinchadas más racistas de Italia y que ha sido sancionada en numerosas ocasiones por su xenofobia y sus saludos fascistas.
En 2017, ya con 22 años, fichó por el AS Monaco casi en calidad de estrella, y al final de esa temporada participó en el Mundial de Rusia con la zamarra de Senegal. Pero el curso siguiente, 2018-2019, se fue cedido al Inter de Milán.
Se da la casualidad que con este equipo estuvo sobre el terreno de juego la noche de finales de 2018 en que se enfrentaron al Nápoles y su propia afición, la de Milán, abucheó a Kalidou Koulibaly, también senegalés, por ser negro. La conducta racista de los aficionados milaneses encendió el debate sobre unos comportamientos que no son anecdóticos, y el Inter acabó sancionado con dos partidos a puerta cerrada. A preguntas de 'Sky Sports Italia', Baldé afirmó: “Lo que ha pasado no debería haber pasado, el fútbol es esperanza. Tenemos que estar unidos para un mundo mejor”. También mostró su apoyo a Koulibaly en Instagram.
En una entrevista a Quotidiano.net tachó estas conductas de minoritarias y aseguró que él “personalmente” no había sufrido insultos durante su carrera, pero añadió: “Cuando estaba en Roma y vestía la camiseta del Lazio sucedió algo similar, es decir, que mis propios aficionados apuntaron a un compañero de equipo”.
“No me choca que un senegalés se vuelque”
A quien asegura que no le sorprendió el interés de Baldé por los temporeros sin papeles, la mayoría de ellos de origen subsahariano, es a Nogay Ndiaye, activista local por los derechos de los migrantes y con la que acabó contactando el futbolista para que le gestionase el alquiler de los alojamientos. “No me choca que un senegalés se haya volcado en esto, somos una comunidad que suele hacer piña, que se echa una mano”, señala esta profesora también catalano-senegalesa.
Ndiaye pone como ejemplo a Sadio Mané, la estrella del Liverpool, que ha financiado varias acciones sociales en su país de origen, entre ellas el anuncio de la construcción de un hospital el pasado mes de abril, en plena epidemia de COVID-19.
Esta joven fue la encargada de contactar a principios de la semana pasada con varios hoteleros e inmobiliarias, que rechazaron acoger de forma generalizada a los temporeros, aunque algunos sí ofrecieron alguna habitación y también recibió ofertas de establecimientos de fuera de la ciudad. “¿Si no es por racismo, por qué casi nadie se ofreció cuando les garantizábamos el pago de cuatro meses?”, se pregunta la activista. Ndiaye se puso en contacto también con el consistorio, que medió el pasado fin de semana con el sector hasta obtener las 110 plazas anunciadas.
Ibou asegura que no cree que a su hermano le haya gustado que su intervención haya acabado en todos los medios. Algo parecido a lo que afirmaba el propio Keita en Instagram. “No creo que buscara eso, sino solo ayudar, que es lo que intentamos hacer siempre que podemos con nuestro entorno. Somos gente bastante sencilla, son los principios que nos han enseñado nuestros padres”, resume el joven.
En sus publicaciones en la red social, Keita Baldé ha hecho muchas apelaciones genéricas a la igualdad y contra el racismo, pero también algunas sentencias muy concretas sobre el “sufrimiento” de los temporeros. “Se matan a trabajar dignamente, sin robar, sin crear problema, solo quieren ganarse el pan como todo el mundo, y el chiste es que se necesita a esta gente porque trabajan en el campo y no hay gente que quiera hacerlo, solo los extranjeros”, recalcaba. Ahora falta por ver si finalmente aceptará la propuesta de los tres hoteles para ellos.
Mientras tanto, el Ayuntamiento ha abierto esta semana un pabellón como albergue de campaña con capacidad para 150 personas. El dispositivo, habilitado un mes antes que el año pasado, acogió la primera noche 88 personas.