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El litoral catalán inicia una temporada incierta con playas sin arena y paseos marítimos destrozados por los temporales

Sandra Vicente

29 de marzo de 2024 21:21 h

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Este jueves, Barcelona amaneció con algunas de sus playas desnudas. La borrasca Nelson ha dejado a la vista las tuberías y canalizaciones de algunas zonas del litoral como la de Sant Sebastià, lo cual ha generado un desnivel de más de un metro y ha obligado a cerrar el acceso para evitar accidentes. Este incidente ha pasado en plena Semana Santa y pocos días después de que se inaugurara la temporada de baño, pero no es la primera vez que sucede.

El pasado noviembre, Catalunya se hallaba inmersa en la borrasca Ciarán, un temporal que dejó fuertes rachas de viento y oleaje que superó los tres metros. Aquellos días fueron la gota que colmó el vaso en muchas playas catalanas, que ya se encontraban en un estado muy precario debido a la concatenación de otros temporales.

Ciarán provocó caídas de árboles e hizo que la arena desapareciera de muchas playas, dejando en algunos casos tuberías y canalizaciones al descubierto. Una de las imágenes del desastre se vio en Barcelona, donde el oleaje hizo que una parte del paseo marítimo de la Nova Mar Bella se derrumbara.

Estas construcciones de hormigón que sirven para proteger las ciudades de las inclemencias del mar han quedado “obsoletas”, según alertan diversos geólogos. El cambio climático ha alterado la dirección del viento -que ha pasado de venir del norte a atacar desde el sur-, lo que ha provocado que muchos elementos que debían prevenir la erosión de las playas ya no sean útiles.

Según datos del Área Metropolitana de Barcelona (AMB), la temporada pasada empezó con un 15% menos de arena y las cifras de este año no pintan mejor. Las afectaciones de Ciarán han sido muy notables en algunos municipios como Montgat, donde una de sus playas más concurridas ha perdido 50 metros de ancho, de los 60 que tenía.

Y la cosa no paró con Ciarán: en febrero hubo otro episodio de retroceso que redujo 20 metros de otras playas en el norte del municipio, según datos del AMB facilitados a elDiario.es. Con todo, durante los últimos cinco años esta ciudad costera ha pasado de tener 2 kilómetros de playa a contar con apenas 500 metros.

En otras palabras, Montgat casi se ha quedado sin playa. Tal es el estado de la situación que el consistorio de este municipio de la provincia de Barcelona está valorando renunciar a la temporada de verano, lo que supondría un impacto económico de un millón de euros.

Playas sin arena

Los temporales han afectado también a las playas de otros municipios como Barcelona. Las pérdidas en la capital no son tan notorias como las de Montgat, pero sí suficientes como para que se prevean problemas para acoger a todas las personas que acuden a sus aguas en temporada turística.

La afectación es generalizada en todas las playas de la ciudad, según confirman desde el consistorio. Y en algunas de ellas, como la de la Mar Bella, la situación es tan grave que uno de los accesos sigue cerrado por seguridad.

Desde el Ayuntamiento explican que se está trabajando con el Ministerio de Transición Ecológica para que se realice un traspaso de arena, pero apuntan que “no será inminente”. De concretarse esta operación, sería la primera vez que se realiza desde 2010. En aquel momento, el Gobierno consideró que los 170 millones de euros que se habían invertido en las playas catalanas desde 2004 para aportar más de 600.000 metros cúbicos de arena fueron un dispendio “poco razonable”.

Y es que teniendo en cuenta que el precio del metro cúbico es de seis euros y que se pierden unos 30.000 metros cúbicos de arena al año, se puede decir que el mar se ha tragado más de 1,8 millones de euros en la última década.

La regresión de arena es un fenómeno recurrente en todo el litoral catalán, pero sobre todo en Barcelona, donde la mayoría de playas son artificiales. Esto provoca que no se alimenten de manera natural, así que la ciudad depende de un sistema de gestión propio que rescata arena de lugares donde se acumula y que cuesta 60.000 euros al año. Esta solución ayuda a que las playas se mantengan más o menos estables temporada tras temporada, pero no evita que, durante los temporales, queden desnudas.

El fin de los paseos marítimos

“Desde noviembre ha continuado la situación de borrascas atlánticas que empezaron a afectar de manera grave algunas playas”, explican desde el AMB. Estos temporales hace años que se dan y cada vez son más nocivos para el litoral. Pero los de esta temporada han sido especialmente perjudiciales. “Es el primer año que recordamos sin ningún temporal de levante [viento que reequilibra en cierta medida la pérdida de arena]”, remarcan desde esta administración que coordina el estado de las playas de la zona.

El cambio en la dirección del viento ha provocado que muchos de los elementos que se construyeron a finales del siglo pasado para proteger las playas (espigones, puertos o muros de contención) hayan quedado sin efecto. La falta de arena, además, ha dejado expuestas estructuras como las vías del tren que recorren toda la costa del Maresme (Barcelona).

Los paseos marítimos no han tenido mejor suerte, ni la tendrán. Un reciente informe de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) ha analizado 31 municipios y ha valorado que doce de ellos tienen un riesgo “muy alto” de afectación debido al cambio climático. Los cuatro primeros del ranking se encuentran en el Maresme, donde habrá “graves problemas de sobrepaso del oleaje y socavamiento de las bases de la estructura”, según el informe. Uno de ellos es el de Premià de Mar, donde en 2020 el oleaje provocado por Gloria ya sobrepasó el paseo marítimo y destrozó la estación de Renfe.

El mismo temporal también causó graves desperfectos en Platja d'Aro (Girona), municipio que acabó con una cuarta parte de su paseo marítimo destrozada. Aquellos incidentes se arreglaron con una inversión de un millón de euros, pero no consiguieron proteger el paseo de los temporales que estaban por venir.

Entonces, el Ayuntamiento vio claro que no podían arreglar desperfectos cada año, así que se convirtieron en uno de los primeros municipios en plantear lo inevitable: la demolición de su paseo marítimo.

A raíz de los efectos de Gloria, el Ministerio de Transición Ecológica elaboró un proyecto para derribar los paseos más frágiles para retrasarlos dos o tres metros y minimizar futuros destrozos. Así, Platja d'Aro se convirtió en uno de los primeros en sumarse al plan del Gobierno y someterse a las obras, que empezarán a finales de año.

El cambio climático ya es una realidad innegable, como lo son las consecuencias que tendrá en infraestructuras y construcciones que se hicieron sin respetar la línea de mar ni tener en cuenta los efectos de los temporales, los cambios de viento o la subida de las aguas. Por eso, el informe de la UPC recomienda actuar y modificar los paseos antes de que el daño sea irreparable.

“Hoy tenemos más conocimientos y herramientas que hace 30 años y que nos ayudarán a mejorar el planteamiento de los paseos”, aseguran desde el Ayuntamiento de Barcelona, que pronto iniciará las obras para reformar el paseo de la Nova Mar Bella, el mismo que fue destrozado a finales de noviembre.

De momento, los desperfectos se han arreglado, ofreciendo un parche temporal para poder pasar la temporada turística. Por ahora, sólo queda esperar que los temporales que están por venir tras el paso de la borrasca Nelson esta Semana Santa no acaben de hacer desaparecer el litoral en estos puntos antes de que empiecen los trabajos de reforma.