Manuel Castells, sociólogo de reputación global, referente del 15M y 'contrario' al ministerio de Universidades

El nuevo ministro de Universidades será una de las figuras con más proyección internacional dentro del gobierno de coalición. Manuel Castells (Hellín, 1942), que ocupará el cargo a propuesta de Ada Colau, es uno de los académicos españoles más citados en todo el mundo. Desde algunos de los campus más prestigiosos del planeta ha publicado investigaciones sobre sociología urbana, movimientos sociales y tecnologías de la información que en su día le valieron para convertirse en un teórico de referencia para el 15-M y luego para el espacio de los 'comuns'. Pero no precisamente por su visión sobre la universidad que, influenciada por el modelo anglosajón, le ha llevado a menudo a pedir un sistema más flexible y menos funcionarial con frases que, a día de hoy, resultan irónicas: “Lo más importante de Estados Unidos es que no hay un ministerio de Universidades”.

El currículum de Castells es el de una eminencia. Hasta 75 páginas que resumen una carrera académica de medio siglo, que incluye docencia en la Universidad de Berkeley (California) –donde es catedrático emérito de Sociología– o en la Universidad de París, etapas como visitante en centros como el Massachussets Institute of Technology (MIT) o la Universidad de Oxford y, en la actualidad, la cátedra de Sociología en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), a la que se incorporó en 2001. En el ámbito de la investigación, y más allá de sus publicaciones, ha sido fundador del consejo científico del European Research Council de la UE. 

Pero su larga trayectoria, como la de tantos intelectuales españoles de su generación, arranca en su etapa como estudiante. Militante antifranquista, tuvo que exiliarse en la década de los 60 en Francia, donde estudió con el sociólogo Alain Touraine, fue joven profesor de la Universidad de París y vivió desde dentro el Mayo del 68, con el líder estudiantil –ahora político de los Verdes– Daniel Cohn-Bendit como alumno.

De la capital francesa saltó a Berkeley, donde se estableció durante años y desarrolló sus estudios sobre movimientos sociales urbanos y, ya en los 90, sobre la sociedad de la información y el poder de las redes y la tecnología. De sus 26 libros publicados, el más reconocido es la trilogía La era de la información: economía, sociedad y cultura (1996-1998).

Estudioso y entusiasta del 15-M

En paralelo a una carrera repleta además de 'honoris causa', cátedras eméritas y premios por todo el mundo –entre ellos, la Creu de Sant Jordi (2006) y el Premio Nacional de Sociología y Ciencia Política (2008)–, Castells adquirió popularidad en España con la eclosión del 15-M, que le acercaría con el tiempo a la órbita de los 'comuns'. Fue entusiasta y también estudioso de esa enmienda ciudadana al poder político y económico, bien a través de sus artículos en La Vanguardia o de posteriores publicaciones, algunas de ellas como director del instituto IN3 de la UOC en el que participó el equipo de 'Datanalysis 15M'. Siempre interesado en el papel de las redes y de internet dentro del movimiento, llegó a asesorar al efímero Partido X. 

Con todo, y pese a que nadie discute sus postulados izquierdistas, Castells es una figura que sobrepasa de largo las siglas de los 'comuns', que han sido quienes le han propuesto para integrar el nuevo Consejo de Ministros de Pedro Sánchez. Aunque apoyó a la actual alcaldesa tanto en 2015 como en 2019, convencido por su municipalismo y el paso a las instituciones del 15-M, antes hizo lo mismo con Xavier Trias, de quien elogió su programa innovador y su voluntad de profesionalizar la gestión pública.

Más recientemente, Castells firmó un manifiesto de apoyo al referéndum del 1-O, que defendió sin ambages. “Las instituciones de Catalunya han decidido atender efectivamente la persistente demanda social de una convocatoria que permita la libre expresión política de toda la comunidad”, justificaba el documento ante la negativa del Gobierno de permitir una consulta.

Reducir las tasas... ¿a favor o en contra?

Con casi 50 años entregado al mundo académico, aunque a menudo lejos de la gestión, Castells tiene una visión de la universidad que no encaja exactamente con la que viene predicando la formación morada. Todavía es pronto, el programa de gobierno está ya negro sobre blanco y aun así es indiscutible su apuesta por la universidad pública y por la igualdad de oportunidades en la educación, pero también es cierto que este académico, que ve las universidades demasiado burocratizadas, apuesta por darles más autonomía y flexibilidad con menos peso del funcionariado. En esta línea, defiende la competitividad entre los campus y, aunque califica de “esencial” la participación estudiantil, no ve claro su papel en la elección de los órganos de dirección de estas instituciones. 

“El café para todos es sinónimo de mediocridad: la competitividad entre universidades es un factor esencial de la dinámica del sistema”, aseguraba en su conferencia inaugural del curso 2017-2018 de la UOC, donde se encuentra recogido parte de su pensamiento sobre el sector, hasta ahora diseminado en charlas y en artículos como los de La Vanguardia.

En ese diario llegó a defender como equitativa una controvertida política de tasas que en España la izquierda rechaza. “Sería aconsejable aumentar el precio de las matrículas para que la parte más importante del presupuesto de las universidades dependa de la aportación de sus estudiantes y se vean obligadas a competir para atraerlos ofreciendo mejor calidad y servicio. El Estado tiene que dar becas a todos los estudiantes que las necesiten. Precios públicos bajos para todos es una política regresiva”. Eso lo publicó en 2008, antes de la fuerte subida de tasas en Catalunya por parte de CiU y de unos duros recortes en la financiación que, por otra parte, Castells no ha dudado en criticar.

El programa de gobierno suscrito por PSOE y Unidas Podemos recoge para las universidades una rebaja de las tasas, además de una mejora del sistema de becas y la creación de un pacto por la universidad. En principio no se contarán entre sus competencias todo lo relativo a investigación y ciencia, que seguirá en manos de Pedro Duque como Ministro de Ciencia, una separación que no agrada al sector. 

Pero más allá de lo pactado entre ambos partidos, Castells tendrá otras patatas calientes sobre la mesa. Entre ellas, la cotización a la Seguridad Social de los becarios –va con retraso– y su uso fraudulento como trabajadores en los campus. También la elaboración pendiente de un Estatuto del Personal Docente Investigador que regule la carrera, desde el acceso a la promoción, y acabe con la precariedad de muchos profesores, en especial los asociados que son ya mayoría en la universidad.

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