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Marina Geli: “La marcha de Pere Navarro no es suficiente”

Marina Geli (Sant Gregori, Girona, 1958) fue consejera de Salud de la Generalitat de Catalunya entre los años 2003 y 2010. Licenciada en medicina y especialista en medicina interna, Geli es actualmente diputada por el PSC en el Parlament de Catalunya. Miembro del sector crítico de los socialistas catalanes, en esta entrevista, realizada antes de la abdicación del Rey Juan Carlos I, Geli defiende la consulta del 9-N, aunque no está de acuerdo en hacer unas elecciones plebiscitarias. Opina que el PSC tiene que renovar su proyecto para volver a ser un partido con vocación mayoritaria y dice, con toda claridad, que se puede producir una escisión entre los socialistas catalanes si no hay una reformulación en profundidad, tanto en el eje social como nacional.

El PSC ha perdido en torno a la mitad de los votos respecto a las elecciones europeas de 2009. ¿Qué tendría que hacer para parar esta desconexión con el electorado?

Ahora, por primera vez con claridad, se habla de la necesidad de revisar el proyecto socialista en Catalunya. Soy de la opinión que hay que hacer un proceso constituyente. De una refundación del PSC, hablo desde hace mucho de tiempo. Nos está abandonando una parte muy importante de las personas que confiaban en un proyecto social y catalanista del PSC. Estamos en un proceso de reformulación total, en medio de una revisión profunda del modelo socialista democrático catalanista. Hemos ido perdiendo muchos votos, no sólo en las últimas elecciones europeas, sino también en las autonómicas. Si no lo resolvemos a corto plazo, la diáspora de los socialistas puede ser mucho mayor. Muchos votantes se sienten huérfanos y emigran hacia la abstención, el voto en blanco o hacia otras formaciones políticas. Y eso es así. Todo el mundo tiene claro que estos meses de junio y julio serán decisivos para ver si somos capaces de hacer a una refundación constituyente del espíritu fundacional del PSC adaptada al momento actual. Si no lo hacemos, seguiremos en la diáspora, o, en mi caso, y lo digo con toda claridad, iremos hacia una escisión del PSC.

¿Esta escisión es la marca electoral que el sector catalanista y crítico del PSC presentó el otro día?

No, todavía. Lo que se decidió el otro día ya llevaba tiempo gestándose, pero no es un nuevo partido. Es un movimiento que precisamente intenta alertar y sumar a personas de toda Catalunya que consideran que hoy el PSC no les representa total o suficientemente. Hay de todo. Muchos son militantes y otros son alcaldes o concejales del PSC. De ahora hasta el mes de julio, se hará un movimiento de unidad socialista. Hay que ver si este movimiento puede ser también un cobijo para las municipales, no contra el PSC, sino que puede ser complementario al PSC o pactando con el PSC cuando haga falta. Esto es lo que ahora está en debate, cuál es el papel qué tiene que hacer al PSC en un futuro. Pero también aceptando que el modelo de los partidos nacidos durante la transición está en crisis.

Tienen previsto hacer un congreso a principios de julio.

Se hará una asamblea constituyente con el objetivo que este movimiento se consolide. Queremos que sea un movimiento auto-organizado, abierto a todas las personas que comparten valores socialistas, para volver a construir un espacio socialista de vocación mayoritaria. Eso lo decidimos antes de los últimos resultados electorales. Ahora, tenemos que ver si podemos ir juntos y somos capaces de construir de nuevo un proyecto con vocación mayoritaria. Actualmente, el PSC, sólo sirve a una parte pequeña de nuestro electorado. Perdemos votos por todas partes. El movimiento de unidad socialista es un movimiento que irá caminando en paralelo y sin olvidar si a corto plazo se puede refundar el partido. No se puede demorar. No podemos continuar haciendo el avestruz.

¿Han hablado de liderazgos en este nuevo movimiento?

No hemos hablado de liderazgos. Ahora no toca.

¿Tampoco de un cabeza de lista?

No se ha hablado de un cabeza de lista expresamente. Ahora estamos fundamentalmente centrados en el tema municipal. Estamos hablando con todas aquellas personas que están en el mundo local, que habían estado en el entorno del PSC, o que ya han hecho el paso de marcharse del PSC: Marc Mur, Pia Bosch, Jordi Martí... No es un tema de personas. Ya veremos qué pasa con el PSC y con el espacio político en Catalunya. Hay muchos partidos. Habrá que ver si hay elecciones y qué pasa con cada uno de estos partidos o movimientos. Pero nosotros explícitamente no hemos hablado de liderazgos. Nuestro objetivo ahora no es presentarnos a las elecciones nacionales. Es ayudar a la reconstrucción de un espacio socialista de vocación mayoritaria.

¿En clave barcelonesa, Jordi Martí es uno de los elementos a recuperar para las próximas municipales?

Evidentemente, Jordi Martí es una persona a tener en cuenta. Tiene solidez y conocimientos de Barcelona. Ha decidido expresamente no desmontar el Movimiento Barcelona. No soy yo quien tiene que decir qué papel tiene que jugar en el espacio de la ciudad de Barcelona, pero él forma parte del grupo de personas promotoras para la reconstrucción de un espacio socialista.

Hace unos días, el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, anunció que dejaba el cargo. ¿Qué le parece?

A mí me parece bien. Pero creo que en el caso de los socialistas no es sólo un tema de personas, es un tema de redefinición del proyecto. Rubalcaba ha leído bien lo que está pasando y ha decidido no presentarse en las primarias y tampoco liderar el PSOE. En el PSC tendríamos que reflexionar, y también el PSOE lo tendría que hacer. Tenemos que decidir si el PSC quiere ser un partido de vocación mayoritaria. El PSOE tiene que decidir si quiere ser un partido mayoritario. Tener un partido de vocación mayoritaria quiere decir dirigirse a las clase medias que se están empobreciendo y a las clases trabajadoras que ya no tienen confianza en las instituciones. Hemos ido haciendo un partido que sólo se dirige a una parte de la población. Hay quien dice que el tema nacional lo impide. En cambio, ERC se está convirtiendo en un partido mucho más transversal e intergeneracional. ERC tiene una decisión tomada: quiere ser el partido mayoritario de la izquierda en Catalunya, como lo fue el PSC durante 35 años.

¿La veremos a usted en ERC?

No sé que pasará en la vida. Me discutí mucho con Ernest [Maragall, que dejó al PSC para ir a ERC]. Podía haber hecho lo que hizo él. Soy maragalliana. Continúo pensando, y puede que sea imposible lo que planteo, que los socialistas podemos agruparnos en un partido si todos estamos de acuerdo con la consulta: socialistas independentistas, socialistas como yo que piensan que todavía se puede hacer que Catalunya sea un Estado asociado a España, un estado federado, personas que de ninguna manera se quieren separar de España pase lo que pase, que les da igual ser federados, autonómicos... Quizá no, quizá no... De hecho, Ernest y una parte del socialismo están migrando hacia ERC por defecto.

¿Cree que Pere Navarro tiene que irse?

La marcha de Pere Navarro no es suficiente. Ahora mismo lo único que me interesa es si el PSC es capaz de ir hacia un congreso constituyente, que es una cosa totalmente diferente. Tenemos que recuperar el espíritu fundacional de un PSC con vocación mayoritaria y ver qué quiere decir eso en el eje social. Hace falta plantearse qué es la izquierda en los momentos actuales, qué cambios tenemos qué hacer, cómo se tienen que expresar. Y en temas nacionales, volver a la mesa de la consulta. Ahora tenemos que interpretar bien qué quiere Cataluña. Lo que nos está diciendo el electorado es que no se reconoce con este PSC. No lo puede votar. Y unos votan van a ERC, otros, a Iniciativa... Perdemos votos por todas partes. Algunos incluso van a Convergència, otros van a Podemos.

¿Cómo valora la presencia del presidente Pasqual Maragall en actos de ERC?

Creo que se ha hecho una historia excesiva. Por lo que sé, fue una decisión familiar. Fue mucho más normal de lo que se puede pensar. Mi madre también tiene Alzheimer y si quiere venir a un mitin mío, viene. Es un tema con el cual se tiene que ser más delicado y se tiene que respetar. Lo que me hace sufrir es que una parte del socialismo esté en ERC. Éste es el debate de fondo.

¿Otra cuestión que imagino que también habrá que poner sobre la mesa es el tema de los parlamentarios, usted misma, Núria Ventura y Joan Ignasi Elena, que, el pasado enero, rompieron la disciplina de voto a favor de la celebración de la consulta?

Es un tema que se tiene que decidir en el conjunto del proyecto socialista. No es un tema disciplinario. Han hecho ver que era un tema de romper la disciplina de voto, pero es un tema mucho más profundo. Es un tema de visión diferente sobre la soberanía nacional, y nosotros pensamos que dentro del socialismo, tienen que caber personas de sensibilidades diferentes, desde el punto de vista del catalanismo político. Éste es uno de los elementos, pero no lo único.

¿Cuáles serían los otros?

Tenemos que aceptar que los partidos clásicos que han gobernado Catalunya y España durante 30 años, más allá de sus bases ideológicas, tienen un problema de estructuración de los partidos. Me refiero a PP, PSOE, CiU y PSC. Los cuatro tenían una vocación transversal, pero sus modelos organizativos de partido están caducados para una parte del electorado nacido ya en democracia. Mucha de esta gente no los reconoce porque continúan haciendo comisiones ejecutivas, mítines… La gente piensa que estos partidos no estuvieron lo bastante atentos a ver, sobre todo los últimos 10 años, que se había gestado un modelo económico con pies de barro que ha generado muchas desigualdades. Las desigualdades son muy sustantivas en la sociedad catalana, con consecuencias personales y colectivas muy importantes. No hemos querido crear un nuevo partido y hablamos de movimiento porque, con mucha humildad, tenemos que apostar hacia modelos más auto-organizativos y mucho más abiertos, no tanto de militancia o jerarquía estricta. Y otra cosa importante que está en cuestión es la transversalidad de los partidos. Todavía creo en partidos de vocación mayoritaria, con líderes fuertes, con un proyecto reformista y con acciones concretas y comprobables para transformar las cosas.

Falta medio año para la consulta del 9-N. ¿Cree que se hará?

Quiero que haya consulta. Y digo consulta. Porque todos juntos hemos cometido un error entre consulta y referéndum. Fui una de las personas que más insistí en que el PSC aceptara consulta o referéndum. El PSC tenía que estar en la habilitación de una consulta y un posterior referéndum porque se ha roto el pacto constitucional. Cuando se hizo pública la sentencia del Estatut, estaba en el Govern. Allí se rompió totalmente el pacto constitucional. La sentencia tira por el aire los procedimientos ordinarios y las revisiones estatutarias cada cierto tiempo. En 2010 se rompe este camino y se plantea hacer una consulta. En este proceso, creo, que el President Mas ha cometido dos errores. Uno fue la convocatoria anticipada de elecciones, que ha producido una aceleración del proceso soberanista. Y el segundo error ha sido la confusión entre consulta y referéndum.

Explique esta diferencia entre consulta y referéndum.

Hay que pactar con el Estado que nos deje consultar, pero no se puede engañar. Al día siguiente de la consulta, si mayoritariamente se vota independencia, no seremos independientes. Sabremos que la mayoría quiere ser independiente. Pero después empezará un proceso a medio plazo para pactar un referéndum. Y, con eso, entre todos hemos hecho un lío.

Usted quiere que haya consulta, pero es probable que no se llegue a ningún acuerdo con el Estado. ¿Qué hacemos?

La consulta tiene que tener alguna base legal. Creo que el tema es tan serio que si no se puede hacer con una base legal, más vale no hacerla. Si, finalmente, no se hace, habrá que pactar si se convocan unas elecciones. Yo no quiero unas elecciones sólo por este tema. No estoy a favor de unas elecciones plebiscitarias, pero sí que estoy a favor de la consulta y que tendremos que pactarlo todo entre todos con sentido común. En 2015 habrá elecciones municipales y generales. En 2016 se acaba la legislatura autonómica. Creo que si no se puede hacer la consulta, lo mejor sería esperar a celebrar las elecciones municipales y generales y acabar la legislatura en Catalunya para no generar más inestabilidad en el país.

¿Las relaciones futuras entre Catalunya y España por dónde pasan?

Catalunya quiere un encaje totalmente diferente. Y para mí sólo hay dos grandes alternativas: la independencia o una especie de estado asociado con una disposición adicional en la Constitución, como dice Herrero de Miñón. Pero hace falta que haya una consulta. Lo que está sobre la mesa es que se ha llegado a la conclusión política y social que se ha agotado un camino y que ahora hay que abrir otro para ver cómo encajamos de nuevo Catalunya y España. No estamos discutiendo de identidad, sino de soberanía.

Cambiemos de tema. ¿Cómo ve la sanidad catalana?

Tenemos un buen sistema, pero muy frágil. El gasto por cápita es muy bajo, de 1.100 euros por persona y año. Llegó a ser de 1.300 euros por persona y año en 2010. Ha habido un fuerte recorte en tres años. ¿Qué ha pasado? Menos personal, recortes entre el 20 y el 30% del salario de los profesionales, más precariedad, menos intervenciones. Lo que más me preocupa es si estamos retrasando diagnósticos. El tiempo de espera por un diagnóstico es mi pesadilla. Continuamos haciendo bien la enfermedad grave. Eso me lo miro. Me miro la mortalidad por infarto, por ictus, la mortalidad por accidente de tráfico, la mortalidad por cáncer. Todas continúan bajando.

Por lo tanto, ¿no habría, según usted, una relación entre recortes con retrasos a tratamientos en situaciones urgentes?

Urgente y grave, a corto plazo, no. Lo que me preocupa es que pasará de aquí a unos años. Tenemos una esperanza de vida muy alta en Catalunya. Pero se ha cambiado la tendencia. Ya no crecemos, decrecemos. Eso no se puede atribuir a un único factor y creo que se debe a más precariedad social y más pobreza y, probablemente, a que el sistema sanitario es más frágil. Ha aumentado el suicidio. La situación social requeriría un liderazgo muy potente en salud y unos presupuestos más ajustados. Se tienen que pactar plurianualidades, como hacen los países serios. Y si no tenemos dinero por la vía de los ingresos, tenemos que ver cómo lo hacemos. Eso no puede continuar así. En temas sustantivos necesitamos calma y hacer debates de fondo. Con los jardines de infancia pasa lo mismo. Ahora se nos dice que no hay demanda de jardines de infancia. Seguramente, no hay demanda porque muchos padres no los pueden pagar. Entonces, los niños y niñas se quedan en casa. Pero desde el punto de vista de la educación es muy bueno que los niños vayan dos o tres años a los jardines de infancia. También se dice que no hay demanda de comedor. Igual los niños de las familias que no piden asistir al comedor escolar son los que más necesitan comer. Hay temas de mucha fragilidad social que hay que abordar.

Justamente, el verano pasado, el síndic de greuges, Rafael Ribó tuvo un enfrentamiento con el consejero de Salut, Boi Ruiz, para denunciar que 50.000 niños sufrían malnutrición en Catalunya.

El 95% de los niños y niñas tienen un pediatra y una enfermera asignados. Se les pesa, se les mide, sabemos sus datos nutricionales. Creo que hubo un problema de lenguaje. Hay niños que viven con familias pobres que tienen una mala alimentación debido a su situación económica. No se puede negar que hay miles de familias con niños que tienen dificultades para comprar comida y el sistema sanitario tendría que ser una garantía para detectar estos temas antes de que llegue la malnutrición. Se confundió malnutrición con mala alimentación o pobreza. Lo que no se puede hacer es negar las desigualdades. No sé por qué temas como éstos no se han blindado.

Hay quien dice que los disturbios por el desalojo y el derribo de centro okupado Can Vies, en Sants, son una muestra del descontento por la grave situación social, de desconfianza en el sistema y en los políticos. ¿Cómo lo ve?

Hay cierta justificación de la violencia por parte de los no violentos. Hay personas que no serán nunca violentos que la justifican porque, dicen, que la situación de violencia social y de desigualdad es enorme. Hay gente que ahora lo dice y nunca lo había dicho. Son personas que nunca serán violentos y quieren que cojan a los violentos. Pero cuidado, cuidado... Hay gente que, ante la situación de desigualdades, justifica que se rompan, por ejemplo, los cristales de los bancos.

Vamos acabando. Recientemente ha salido a la luz pública que ha fichado usted por la fundación de la farmacéutica Abbot. ¿Qué hará?

Eso es muy simple. Continúo viviendo de mi sueldo de diputada. No he hecho nunca ninguna actividad privada. Esta actividad será sin cobrar y consistirá en dos reuniones dos veces al año en Madrid. Pedí la opinión de la Comisión de compatibilidades del Parlament, que emitió una resolución diciendo que no había problema. Quise hacerlo público junto con 10 personas más que, fundamentalmente, son catedráticos de diferentes especialidades. Se trata de ver cómo la fundación puede ayudar, por ejemplo, en términos de nutrición y enfermos terminales. Una de las cuestiones es plantear si nos hacen nutricionistas en el sistema sanitario público. Es una colaboración que no entra en un conflicto de intereses porque si eso entrara se tendría que haber decidido que nadie puede ser nada más que ser diputado. ¿Se pregunta a los diputados que tienen profesiones liberales quiénes son sus clientes? No sé por qué se trata diferente a una fundación y a una empresa. Lo he explicado porque quería ser totalmente transparente.