Han pasado más de tres años desde que Manuel Barbero se puso a pegar carteles en el barrio de Les Corts de Barcelona para denunciar los abusos sexuales sufridos por su hijo en el colegio Maristas. Lo hizo, explica, para que él no tuviera que enfrentarse solo a un futuro proceso judicial. Y lo ha conseguido. Este lunes empieza el juicio contra Joaquín Benítez, agresor confeso de menores durante tres décadas, por cuatro de los 17 casos denunciados hasta la fecha, los que no han prescrito. La Fiscalía pide para él 22 años de cárcel.
Por el camino, la denuncia de Barbero abrió la puerta a que medio centenar de personas hicieran lo mismo con respecto a 12 profesores de distintos colegios de Maristas, aunque la mayoría de ellos ocurrieron hace décadas y, por lo tanto, también han prescrito. Se trata de uno de los mayores escándalos de pederastia de la historia de España, desvelado a partir de una investigación de 'El Periódico', que esta semana sumaba dos casos más en un internado de Mataró de la misma orden religiosa en la década de los 60.
Barbero, que ha fundado ahora la entidad Mans Petites para combatir los abusos a menores, lamenta que se vaya a juzgar solo a Benítez y no un 'caso Maristas' en su conjunto, aunque la fundación propietaria de los centros educativos podría acabar condenada como responsable civil subsidiaria. Si esto ocurre, pedirá al Departamento de Educación que les retire el concierto, tal como planteó la entonces consellera.
¿Cómo encaran el juicio su hijo y usted?
Intentando mantener la fuerza y la calma, pero con nervios y miedo a lo que pueda pasar, como que se ataque o se cuestione demasiado a las víctimas, algo habitual en los juicios. Se remueve todo, las víctimas tienen que volver a recordarlo todo… Aunque la recuperación de uno empieza cuando lo denuncia y va al psicólogo, es cuando puedes dejar de contarlo cuando la recuperación comienza de verdad.
¿Ha hablado recientemente con los Maristas?
En estos últimos meses hemos tenido una mediación para que reconozcan a todas las víctimas y reparen el daño, pero no quieren. No llegamos a buen puerto. Hay ahora entre 60 y 70 víctimas contando las que han denunciado a los Mossos, a prensa, a nuestro mail… Todas ellas merecen una respuesta por parte de la institución, pero Maristas lo único que quiere es montar una comisión como la que ya abrió.
¿Qué sería aceptable para ustedes?
Que se reconozca el daño, se valore y se indemnice. Sólo se puede reparar reconociendo e indemnizando. No hay otra. No permitiremos que a las víctimas se les toree, se les maree o se les mienta.
¿Cuándo y cómo empezaron la mediación?
A finales de septiembre tuvimos la oportunidad de intentarlo de la mano del Departamento de Educación, para buscar una salida a las víctimas. Hemos mantenido tres reuniones pero con posiciones muy alejadas. Ellos mantienen su comisión, pero esto para nosotros, para la asociación Mans Petites, es inaceptable.
Joaquín Benítez, pederasta confeso, se sienta en el banquillo de los acusados por cuatro de los 17 casos denunciados. ¿Le sabe a poco?
Claro que sabe a poco. Es que con todo lo que ha salido se podría haber ido mucho más allá. Las otras víctimas también tenían derecho a ser escuchadas por parte de la justicia. Es terrible que salgan a la luz 43 casos [en el conjunto de colegios de la orden] y 39 estén prescritos. Que ningún juez les tome declaración a ellos manda un mensaje nada alentador que no ayuda a fomentar que afloren denuncias.
Aun habiendo prescrito, hay tres exprofesores que han admitido haber abusado de niños. ¿Qué habría que hacer en estos casos?
Todo el ‘caso Maristas’ se tendría que haber investigado como una sola causa. No sabemos el verdadero alcance ni la posible implicación de la institución. Esto es un fallo garrafal.
Benítez ha aparecido en documentales como 'Shootball' o 'Examen de conciencia' diciendo que no sabía lo que hacía cuando tocaba, masturbaba y forzaba a niños a hacerles felaciones. Que no tenía conciencia plena de ello. ¿Le cree?
No. Él sabía perfectamente lo que hacía y se intenta justificar. Si dice que ojalá hubieran ido a por él antes, si tenía intención de entregarse, ¿por qué no lo hizo? No tiene ningún arrepentimiento, lo que pasa es que hace este papel para intentar un beneficio en el juicio. Lo que hizo es marcharse a un pueblo, esconderse y esperar a ver si prescribía, como hacen todos los pederastas.
Esa supuesta falta de conciencia choca con sus métodos, mantenidos durante años. Se llevaba a los niños a una sala de masajes y allí les hacía tocamientos sexuales alegando que era para curarles.
Es muy curioso que el profesor tuviera una camilla e hiciera de terapeuta sin tener ninguna titulación… ¡Ningún profesional de Educación Física lo tiene! Y luego, sacaba a los chavales durante horas lectivas y nadie se preocupaba… Durante 30 años. Da mucho que pensar. En su caso no sólo había sospechas, es que le pillaron. Lo dice él mismo. Pero aunque sólo hubiera sospechas de lo que hacía, hay que actuar. Está en juego la salud mental y física de los menores. Y no actuaron.
El argumento del centro ha sido siempre que en 2011, tras una denuncia, le echaron y llevaron el caso a la Fiscalía de Menores, pero que la víctima al final no siguió adelante con el caso.
Lo que deberían haber hecho en su denuncia a la Fiscalía es contar que Benítez se había declarado ya culpable, pero eso lo ocultaron. Benítez explica que lo pillaron, que hablaron con el director y que firmó una baja voluntaria para marcharse.
¿Confía en la justicia?
Sí, aunque será para castigar a Benítez y no para reparar a las víctimas. Porque la justicia no tiene carácter reparador. Con decirte que a alguien que puede arrastrar un abuso durante 40 años se le indemnice con 5.000 euros, como pide la Fiscalía, me parece asqueroso [en dos casos se piden 5.000 euros y en los otros dos, 30.000].
Después de Maristas han aparecido en Catalunya casos de abusos sexuales a varios menores en la Abadía de Montserrat o en los Jesuitas. ¿Cree que habrían salido a la luz sin denuncias como la suya?
Habría ocurrido igualmente, pero la repercusión de nuestro caso, y lo amplio que es, ha sido determinante para dar confianza al resto de víctimas, sobre todo a aquellas cuyo único camino que les queda son los medios de comunicación, la denuncia social.
Algunos de ellos, como Jesuitas, han abierto una comisión de investigación y un correo electrónico para hacer aflorar más víctimas. ¿Le parece que han actuado mejor que Maristas?
Es que Maristas no ha actuado bien. Crearon una comisión que venía a valorar la intención de las víctimas de seguir un proceso civil, pero no valorar el daño, repararlo y pedir perdón. Pero tampoco sé si Jesuitas o Montserrat lo harán bien. Con estas comisiones a veces marean a las víctimas y tratan de descartar el mayor número de ellas.
¿Por qué decidió crear la asociación Mans Petites?
Fue a raíz de una entrevista con Carme Forcadell el 3 de marzo de 2016, cuando se iba a hacer una declaración institucional en el Parlament contra los abusos sexuales. En unos 40 minutos de conversación junto a mi mujer, nos dijo que si queríamos tener más fuerza y ser escuchados, habíamos de crear una plataforma. Nos lo dijo desde su experiencia en entidades. Y tenía razón y se lo agradezco mucho.
El Ayuntamiento de Barcelona, y la Generalitat después, se han personado como acusación popular en el proceso judicial. ¿Cómo valora la reacción de la Administración?
En los últimos años se han tomado medidas legislativas, pero no ejecutivas. Es decir, que el Parlament ha solicitado que se despliegue del todo la ley 14/2014 de los derechos de la infancia, que se cree la figura del Procurador del Menor, que se pongan más recursos para campañas de sensibilización, formación de profesionales… Todo esto hay que llevarlo a cabo. Tenemos carencias terribles para luchar contra una lacra que sufren uno de cada cinco menores antes de los 18 años.
Al Departamento de Educación le exigieron la retirada del concierto a los colegios de Maristas en cuestión ¿Lo comparte?
Si la fundación de Maristas acaba siendo condenada como responsable civil subsidiaria, pediremos que se cumpla el compromiso que tuvo la consellera Meritxell Ruiz, de sancionarles o retirarles el concierto. Y no lo pediremos nosotros, sino la comunidad educativa. A mí, la retirada del concierto me parece algo fuerte, pero lo que tendría que haber hecho la Generalitat desde buen principio es abrir un expediente a la institución, sancionarles con 2, 3 o 5 millones y con ello indemnizar a las víctimas.
¿Hoy es más difícil que se abuse sexualmente de un niño en un colegio que hace 20 años cuando le ocurrió a su hijo?
Mucho más. Pero todavía faltan medidas en el ámbito escolar, como por ejemplo que se dote a los profesores de la capacidad de denunciar sin que haya represalias, en la pública y en la concertada mucho más. Es cierto que se han hecho protocolos, pero falta que lleguen a todo el mundo, con una persona responsable en cada centro que controle que se lleva a cabo.
Otra de las medidas que reclaman muchas víctimas, ahora en el plano penal, es que los delitos de agresión sexual a menores tarden más en prescribir.
Hay que ampliarlo claramente. Nos hemos dado cuenta de que es un período muy corto para que una persona haya ya madurado y puesto una denuncia. ¿En cuánto debería estar? ¿En 30 años? ¿40? Sigamos las mismas directrices que los países de nuestro entorno, que están por encima de los 30 años. Pero para mi lo más importante es que ahora mismo las administraciones no acompañan a las víctimas. Y hay que hacerlo, con el fin de que la gente sepa que se verá respaldada. Que se active un grupo de psicólogos y acompañe todo el proceso y un grupo de abogados que digan los caminos a seguir.
¿Qué le llevó a pegar los carteles de denuncia contra Maristas en enero de 2016?
La indignación de tener que llevar a mi hijo solo a un juicio, porque sabía que sería muy duro para él. Yo sabía que al menos había otra víctima, la que denunció en 2011.
Lo ha conseguido.
Lo he conseguido. Además hay una plataforma que quiere apoyarles en el juzgado, no irán solo ellos cuatro. Y tengo muy presentes a todos los demás, los que han puesto denuncia y no tendrán justicia.