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El #MeToo sacude ahora la industria del videojuego

Una visitante prueba un juego durante la edición de 2018 del Barcelona Games World.

Marc Vilajosana

Pronto se cumplirán dos años desde que se destapara el largo historial de acoso sexual que Harvey Weinstein, uno de los grandes productores de Hollywood, llevó a cabo durante su carrera. Esta noticia actuó como germen del movimiento #MeToo, que llenó las redes sociales de denuncias de acoso sexual sufridas por mujeres de todo el mundo. Tras el asentamiento del fenómeno en el mundo cinematográfico, la industria del videojuego ha empezado a registrar sus primeros casos.

La desarrolladora estadounidense Nathalie Lawhead inició esta nueva ola el pasado 26 de agosto. Esta creadora de videojuegos como Tetrageddon y EIGTBOK publicó en su página web un extenso texto en el que explicaba cómo el compositor Jeremy Soule –conocido por ser autor de la banda sonora del exitoso videojuego The Elder Scrolls V: Skyrim–la violó en 2008 y trató de arruinarla económicamente durante años. Lawhead contó en su testimonio, apoyado por numerosas capturas de correos electrónicos, cómo considera que la influencia de Soule afectó a sus relaciones laborales y le provocó un despido.

A estas dos acusaciones le han seguido otras: la desarrolladora Autumn Rose Taylor acusó a Michael Antonov, cofundador de la empresa de realidad virtual Oculus VR, de realizarle tocamientos mientras le enseñaba sus últimos proyectos. En 2014, Oculus VR fue adquirida por Facebook por 2.000 millones de dólares (1.800 millones de euros). Por su parte, el creador Tony Coculuzzi reveló que el diseñador artístico Ken Wong –responsable del videojuego para móviles Florence– había ejercido abuso laboral sobre él aunque, en este caso, sin acoso sexual.

El caso con más repercusión, sin embargo, fue el de Zoë Quinn. Esta creadora, que actualmente trabaja en el estudio independiente Heart Machine, acusó con un comunicado en su Twitter –actualmente no accesible, ya que Quinn borró la cuenta días después– al desarrollador independiente Alec Holowka de haber abusado física y verbalmente de ella en su estancia compartida en la casa del acusado en Winnipeg (Canadá). Tras la publicación del escrito, Quinn comunicó que había recibido mensajes de otras afectadas por la conducta del diseñador de videojuegos. Unos días más tarde, el estudio Infinite Fall, que creó el videojuego Night in the Woods junto a Holowka, dio apoyo público a Zoë Quinn y anunció que cortaba todo tipo de relación profesional con el acusado.

El pasado 31 de agosto trascendió la noticia de que el desarrollador Alec Holowka se había quitado la vida. En el comunicado que se hizo público, su hermana desveló que el creador sufría enfermedades mentales y que también había recibido abusos en el pasado. A su vez, pidió que no se utilizase ese suceso para acosar a Quinn y a otras mujeres que pudieran haber denunciado abusos.

Las redes, divididas entre apoyo y denuncia

El feminismo lleva años involucrado con la industria del videojuego, pero fue a partir de 2014 cuando empezó a ganar notoriedad. La tendencia surgió como respuesta al 'Gamergate', un movimiento machista que surgió a raíz de las críticas que recibió una desarrolladora por haber tenido relaciones con un periodista especializado en videojuegos que supuestamente reseñó una de sus creaciones.

En España, una de las principales referentes feministas del sector es la asociación FemDevs, que surgió en 2017 como una organización sin ánimo de lucro con el objetivo de promover la igualdad de género y la presencia de mujeres en la industria del videojuego. FemDevs publicó el pasado 28 de agosto un comunicado en su página web en el que mostraban su apoyo a las denunciantes y consideraban que se trata de “un problema estructural que necesitamos solventar de raíz”. Del mismo modo, tras conocerse la noticia del suicidio de Alec Holowka, publicaron un hilo en Twitter en el que opinaban al respecto:

Este llamamiento llega tras las múltiples críticas y amenazas por parte de un sector de la comunidad gamer a las mujeres que han denunciado estos episodios de acoso y a las personas que les han mostrado públicamente su apoyo. Este es el caso de Deborah L. Rivas, directora del digital Tecnoslave, uno de los primeros medios españoles en dar la noticia. “No me cabe en la cabeza cómo personas ajenas a mi vida han considerado que por escribir un tuit en que reiteraba el apoyo a las víctimas merecía un acoso sistemático”, declara la afectada en un correo electrónico. Rivas recibió insultos, amenazas e incluso acusaciones de culpabilidad por el suicidio de Holowka: “Algunos usuarios han llegado a comentarme que tengo las manos manchadas de sangre”, comenta.

Rivas no fue la autora de la noticia, sino que únicamente la compartió en un tuit. Sin embargo, el redactor, que también escribió una publicación en Twitter sobre el asunto, recibió una respuesta menos beligerante que la de la directora de Tecnoslave. “Se nos hipervigila, se nos acosa, se nos menosprecia, se nos cuestiona… Una vez entras en la lista negra de esas personas, se obsesionan con intentar hundirte, desde hacerse cuentas falsas para seguir el acoso, hasta pedir nuestros puestos de trabajo”, afirma Rivas.

Los obstáculos a la hora de interponer una denuncia

El sector de la comunidad gamer crítico con las acusaciones de las desarrolladoras alude principalmente a la presunción de inocencia de los acusados de acoso sexual. Arguyen que no debería culparse a nadie sin haber presentado antes pruebas concluyentes y critican que no existan denuncias a la policía de estos hechos.

“La violación sexual es una epidemia que hemos sufrido las mujeres y que se ha silenciado durante mucho tiempo, lo que ha dado impunidad a los violadores”, afirma Alba Alfageme, psicóloga especializada en violencia machista. La experta considera que existen tres factores principales que dificultan que las mujeres revelen y denuncien las violaciones sufridas: “La responsabilidad que se nos exige, la culpa y el estigma social que supone una violación”, sostiene.

Es difícil encontrar datos sobre el porcentaje de mujeres que han sufrido acoso sexual. La Encuesta de Violencia Machista realizada por la Generalitat de Catalunya en 2016 recoge que únicamente un 26,1% de las víctimas que consideran haber sufrido una agresión delictiva de este tipo terminan denunciando. No obstante, las denuncias por violencia sexual (incluidos los casos de acoso) han aumentado un 60% en los últimos 6 años: en 2018 se alcanzaron las 10.727 denuncias.

Según Alfageme, la educación tiene una importancia vital en estos casos: “Desde pequeñas nos educan con el miedo y la posibilidad de ser violadas, con la idea de que si no tomamos unas determinadas medidas de seguridad podemos sufrir una agresión sexual”, declara la psicóloga. La experta sostiene que también es muy importante cambiar el aprendizaje de los chicos: “La educación sexual de los niños no puede ser la pornografía mainstream”, señala. “Siete de cada diez vídeos contiene algún tipo de violencia machista”, afirma la psicóloga.

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