Inaudito. Malika Favre, la diseñadora del cartel de las fiestas de la Mercè de Barcelona de este año, ha logrado que su ilustración se haga viral y reciba el aplauso de todo el público. La artista francesa, afincada en Barcelona desde poco antes de la pandemia del coronavirus, ha dibujado la figura de una mujer solemne y empoderada, pero también con un aura religiosa y monárquica. “La magia es que cada uno ve algo diferente”, considera Favre, que ha logrado evitar la polémica, una tradición que se repite casi siempre cuando se hace público el cartel de las fiestas. Este año, en cambio, la ilustración que será omnipresente en la ciudad desde este jueves hasta el sábado ha recibido un aprobado unánime.
“He hecho una imagen muy positiva de la ciudad y creo que por eso ha sido tan bien recibida”, apunta la artista. Ante tal éxito, el Ayuntamiento de Barcelona decidió este viernes distribuir 15.000 pósteres por toda la ciudad, aprovechando para celebrar el 150 aniversario de esta fiesta local. Apenas un día después ya se habían agotado los carteles en varios de los lugares donde se entregaban, con lo que algunos tuvieron que hacer una auténtica gincana hasta hacerse con alguna de esas láminas.
El portafolio de Favre es abultado. La revista The New Yorker la ha contratado para crear algunas de sus portadas, Vogue España ha llamado a su puerta y los organizadores del festival suizo Montreux Jazz le pidieron que diseñara el cartel de la 51ª edición. Ahora ha estampado su arte para el Ayuntamiento de Barcelona. “Es un proyecto al que le tengo mucho cariño, por la reacción de toda una ciudad, sin importar edad, género o convicciones políticas”, explica la ilustradora francesa, que se fijó como objetivo “encontrar el equilibrio entre la figura antigua y moderna de una mujer”.
La imagen de esta Mercè se compone de mosaicos, imitando los suelos hidráulicos de los pisos antiguos del barrio del Eixample; una Sagrada Familia convertida en unos pendientes y también en el elemento central del vestido; el escudo de Barcelona en el pecho; y una corona formada por 11 personas bailando una sardana, el baile nacional de Catalunya, presidida por un panot, la flor de cuatro pétalos que está plasmada en los adoquines de muchas calles de la ciudad. “En Barcelona no hace falta ir a un museo para nutrirse de arte, solo hay que caminar por las calles y mirar arriba y abajo”, relata Favre.
El uso del color rojo y amarillo se inspira en los colores de la bandera catalana, la '“senyera”, explica la ilustradora, que estuvo estudiando durante un tiempo la cultura catalana y sus símbolos para hacer la obra. El resultado permite múltiples interpretaciones y visiones, incluso algunas de ellas antagónicas. “La santa protectora de antaño se convierte en la reina de la Barcelona contemporánea”, cuenta. En la imagen de Favre también se puede ver la impronta de Antoni Gaudí, arquitecto modernista catalán que creó la Sagrada Familia, por su semejanza en cuanto a formas.
La diseñadora ha imprimido en este cartel varias de sus señas de identidad. La geometría, por ejemplo, es uno de sus fetiches. “La naturaleza es geometría pura, la proporción áurea nos ayuda a componer imágenes, todo lo que nos rodea se rige por la geometría… para mi es algo casi sagrado”, asegura la artista, que reconoce su fascinación por estas figuras. Los labios gruesos y de color carmín también llevan el sello de la artista, que en sus trabajos se propone convertir cada elemento en un símbolo universal. “Siempre busco la esencia de cada cosa y cuando la encuentro la añado a mi lenguaje visual”, afirma.
La luz que ilumina la mitad derecha de la cara de la Mercè de 2021 simboliza el uso de la mascarilla, un recurso de Favre para dejar retratado en su arte el contexto histórico que vivimos. Una técnica que, además, sirve para añadir volumen a la ilustración y que ya ha utilizado en otras ilustraciones.
La figura de la mujer es frecuente en su obra. ¿El motivo? Bien sencillo: “Soy una mujer y dibujo lo que conozco, entiendo y amo. Mis mujeres siempre son poderosas, independientes, sensuales y simbolizan toda la fuerza que tenemos”, explica.
“Mi diseño es una idealización, pero tampoco es mentira”
La ilustradora hace un cóctel con todo aquello que le parece hermoso en Barcelona y lo canaliza a través de este dibujo. “Mi diseño es una idealización, pero tampoco es mentira”, reconoce. También ha habido elementos que se han quedado en el tintero. “Menos es más”, asegura. Otro de sus mantras.
Malika creció en París. Allí se interesó por el arte, la moda, la arquitectura y la literatura. En plena adolescencia, con 16 años se mudó a Londres, donde encontró su vocación como ilustradora. Y a principios de 2020, antes que el coronavirus cerrara las fronteras y lo cambiara todo, se mudó a Barcelona. “Aquí he encontrado el estilo de vida que buscaba”, dice.
“Lo que más me gusta de Barcelona son las comidas de mediodía que duran dos horas y las plazas llenas de niños jugando”, cuenta. Algunos de los temas de conversación sobre la ciudad, como las supermanzanas o el urbanismo táctico de Colau, la pillan con el pie cambiado; aún no ha tenido tiempo para formarse una opinión. Sin embargo, apoya firmemente aquellas medidas que hagan de la ciudad un lugar más sostenible.
Sin planificarlo demasiado, porque no sabe qué hará y dónde vivirá el día de mañana, Favre revela que ahora está trabajando en el diseño de las portadas para una colección de libros sobre los clásicos de la literatura universal. “Era un sueño que tenía desde hacía muchos años”, reconoce.