“Para poder alquilar un piso he llegado a decir que me llamo José”, explicaba en 2018 Said, un joven de origen marroquí que se quería mudar de Illescas a Madrid. Si daba su nombre real, no recibía respuesta. Y cuando le veían la cara, le decían que ‘no’ o le pedían más garantías que al resto. Experiencias personales de discriminación como esta, denunciadas en numerosas ocasiones, tienen ahora el respaldo de un estudio del Ayuntamiento de Barcelona, que evidencia cómo los solicitantes de alquiler con apellido árabe tienen menos probabilidades de obtener respuesta de la inmobiliaria que los que tienen un nombre español.
El consistorio barcelonés, movido por las quejas que ha recibido en los últimos años su Oficina por la No Discriminación (OND), ha llevado a cabo un experimento con nombres ficticios, árabes y autóctonos, para comprobar si realmente los operadores inmobiliarios y los propietarios discriminan a los primeros. Y el resultado es que sí. Si de media el 47,2% de los mensajes enviados recibieron respuesta, en el caso de los autóctonos fueron el 56,6%. En el de los árabes, el 37,8%. Una diferencia de 18,8 puntos porcentuales.
“Estos resultados son relevantes y nos preocupan porque atentan contra el principio de igualdad y no discriminación en un ámbito tan sensible como el de la vivienda”, ha lamentado el concejal de Derechos de Ciudadanía, Marc Serra. El Ayuntamiento ha enviado una circular con un resumen del informe a las inmobiliarias y se reunirá este miércoles con el Colegio de Administradores de Fincas para abordar la cuestión, ha añadido el edil.
El experimento lo ha desarrollado por encargo del consistorio la cooperativa Brull, que además del origen incluyó también la variable de la orientación sexual, pero en este caso no obtuvo resultados remarcables. Para cada experimento, se seleccionaron 500 anuncios de pisos de alquiler –de seis portales web– a los que se enviaron anuncios similares pero con la diferencia de la firma. A partir de ahí, se esperó respuesta durante 30 días.
Menos propuestas de visita y pisos más caros
Más allá de las diferencias a la hora de recibir o no una contestación, el estudio ha detectado otras evidencias de discriminación. Una de las más relevantes es que también los árabes tienen menos probabilidades de que les ofrezcan una visita. De todos aquellos mensajes que recibieron respuesta, en el caso de los españoles, un 17,4% fue invitado a ver el piso a la primera. En cuanto a los árabes, fueron solo el 9,8%. Un trato diferencial de 7,6 puntos porcentuales.
También sorprendió a los autores la diferencia en cuanto a los precios de los pisos. Cogiendo todos aquellos mensajes que fueron respondidos por las inmobiliarias, en el caso de los apellidos árabes el precio medio fue de 108 euros superior al de los españoles. “Parece ser que si el nombre es árabe, en un determinado barrio, con una renta superior y un precio de alquiler muy por encima de la media, la discriminación se reduce”, ha argumentado la autora del estudio Ariadna Fitó. “El racismo tiene una materialización más fuerte en aquellos estratos sociales más bajos”, remarcaba Serra.
Los autores han querido dejar claro además que este tipo de discriminación, que suele pasar desapercibido –porque no es explícito–, es solo el primer obstáculo con que se encuentran las personas con apellidos extranjeros a la hora de buscar piso. Luego hay casos en los que a los solicitantes se les piden más requisitos si son extranjeros. O algunos a los que se les dice que el piso ya está alquilado pero que, cuando vuelven a llamar al cabo de poco dando un nombre autóctono, les dicen lo contrario.
Este último ejemplo es precisamente uno de los dos casos de quejas recibidas por el Ayuntamiento que han derivado en la incoación de un expediente sancionador, aunque el consistorio no ha dado detalles de la propiedad. El otro caso, que el consistorio sí hizo público hace meses, es el de una oferta de un piso de alquiler de The New House a través de Idealista que ponía como requisito que fuera solo para “españoles”.
“Siempre dicen que ya está alquilado”
Las organizaciones contra el racismo hace años que denuncian discriminación en el acceso a la vivienda. Fatema, vecina del Raval que vive con su hijo, explica cómo durante su viacrucis para buscar piso el año pasado se encontró en numerosas ocasiones que le decían que el piso ya estaba alquilado, pero no era cierto. “Me ha pasado muchísimas veces: vi un anuncio, llamé y me dijeron que ya no estaba en alquiler. Pero el anuncio seguía allí durante semanas, incluso lo bajaron de precio. Siempre dicen que está alquilado, pero es una excusa”, lamenta esta mujer originaria de Bangladesh.
Harta de recibir un ‘no’ o un ‘ya está alquilado’ como respuesta, un día recurrió a su hijo para salir de dudas. En esa ocasión, contactó a través de una amiga con la propiedad de un piso que estaba en reformas. “Me dijeron que no tenían ningún piso. Pero le dije a mi hijo, que estaba en casa, que llamase. Él tiene acento catalán. Y a él le dijeron que el piso estaba en reformas, pero que si les daba un número le avisarían cuando acabasen las obras”, relata.
La discriminación en el caso de Fatema nunca ha sido explícita, pero Souleiman Oulad Aissa, que vive con su familia en Mollet del Vallès, asegura que él sí que se ha encontrado con inmobiliarias que le decían que no por no ser español. “En el primer piso que fui a visitar me dijeron que era el primero en la lista, pero cuando llamé para quedármelo me contestaron que ya estaba alquilado. Así me pasó varias veces, siempre acababan alquilándolo justo antes a un familiar o conocido. La última vez, el de la inmobiliaria me dijo directamente que el propietario no quería alquilar a extranjeros”, denuncia este padre de familia de origen marroquí.