Dentro de los Mossos d’Esquadra hay un colectivo de policías que se autodenomina ‘politraca’. Son aquéllos que discrepan de la política de recortes de la Generalitat y de la gestión que del cuerpo hace el departamento de Interior. Son los mismos que, este mediodía, se han concentrado junto al Auditorio para celebrar su particular Dia de les Esquadres, la fiesta que premia la labor de los Mossos.
La oficial tenía lugar a tan sólo unos metros, en el interior del recinto, con los cargos políticos y todos los mandos. Entre ambas celebraciones, unas vallas de separación y unos cuantos mossos de servicio. A un lado de la vallas, se podían ver uniformes de gala, condecoraciones y representantes de las distintas unidades del cuerpo. Al otro, un centenar de mossos vestidos de paisano, con un peto azul reivindicativo, megáfono en mano.
“Conseller, te estamos dedicando un manifiesto. ¡La has cagado! ¡Eres muy malo!”, grita Juan, un policía indignado, cuando Ramon Espadaler, conseller de Interior, hace su entrada a pie a la fiesta de las Esquadres. El grupo de policías concentrados lo abuchea al grito de “¡fuera, fuera!”, lanza una salva de petardos y le da la espalda, en símbolo de rechazo. En su camino, Espadaler esboza una media sonrisa. Los policías prosiguen con su acto.
Juan pertenece a la plataforma de Policías Indignados y es uno de los dos mossos que, la pasada noche, durmieron al raso frente a la casa del presidente de la Generalitat, Artur Mas. “No pretendíamos nada; simplemente, y salvando las distancias, saber qué experimenta una persona cuando tiene que dormir en la calle”, explica Juan cuya plataforma mantiene relaciones directas con Democracia Real Ya.
Policías Indignados, un movimiento social más
Policías Indignados pretende aportar la visión del sector policial a los movimientos sociales y hoy participa de un acto que, en realidad, han convocado el Sindicato de Policía de Catalunya (SPC), el Colectivo Autónomo de Trabajadores (CAT-ME) y el Sindicato de Mossos d’Esquadra-CC.OO, los tres sindicatos que discrepan y denuncian abiertamente la política y la gestión del departamento de Interior desde hace tiempo.
El Sindicato Autónomo de Policía (SAP-UGT), el mayoritario (entre un 65 y un 70% del cuerpo), también en desacuerdo, no ha secundado la convocatoria, en una clara muestra de la división que existe entre las fuerzas sindicales de la policía. No hay nada que celebrar, aseguró el SAP, el pasado viernes, a través de un comunicado, en el que exigió a Espadaler que, en lugar de pedir más sacrificios y voluntad de servicios a los mossos, demuestre él su capacidad negociadora.
Los tres sindicatos más beligerantes acusan al SAP de funcionar como un gran partido y de plegarse a las exigencias políticas. Valentí Anadón, portavoz del SAP, se defiende. “No hemos acudido al acto porque no nos han invitado. Esto forma parte de las guerrillas sindicales y es el juego habitual ante el sindicato mayoritario, pero no le damos importancia”, señala Anadón. “Tampoco ellos nos apoyaron a la hora de cortar la Vía Laietana cuando se negociaba la Mesa de la función pública”, replica el portavoz del SAP.
“Y para nada nos plegamos a la Administración. Somos el sindicato mayoritario y el que lleva la tensión sindical. Y le seguimos diciendo a Espadaler que basta ya de declaraciones cosméticas y que ponga orden en las condiciones laborables porque si no esto será ingobernable”, advierte Anadón.
La división sindical no es sino un síntoma más del delicado momento por el que atraviesa el cuerpo, presa de la frustración y del desánimo por los recortes y la falta de medios.
“No queremos el nuevo pijama [uniforme] que nos ofrecen, sino condiciones dignas para los policías”, clama Ramón Labrador, portavoz del CAT-ME. “Éstos son los únicos chalecos que nos pondremos”, prosigue, al tiempo que los mossos concentrados se enfundan unos petos azules con el lema ‘En defensa de los Mossos d’Esquadra’ y logo en el que un enorme puño fractura el emblema de la Generalitat.
“Lamentamos la prostitución de este acto, que se hace al dictado político, y reconoce a profesionales que no trabajan de policías en la calle”, expone a través del megáfono David Miquel, portavoz del SPC. “Nos sentimos utilizados políticamente. Los Mossos no condecoramos a esa gente, los condecora CiU”, añade Miquel. “¡No quiero pagar!”, gritan reiteradamente los concentrados, el lema de los que llaman a la insumisión en el pago de peajes. La condecoración por parte del cuerpo de Salvador Alemany, presidente de la concesionaria Abertis, les indigna.
Los convocantes reivindican esos premios para los compañeros que durmieron al raso en Viella por falta de recursos; para los policías de la ARRO (Área Regional de Recursos Operativos) y de Seguridad Ciudadana que trabajan en “condiciones muy precarias”; y para los compañeros muertos en acto de servicio a los que, simbólicamente, dedican el monolito conmemorativo que nunca tuvieron. Es provisional y lo ha elaborada la esposa de un mosso.
“¡Todos somos Viella!, ¡Mas es menos!, ¡No es crisis, es corrupción!, ¡Manos arriba, esto es un atraco!”, corean alternativamente los mossos concentrados, en una escena que no deja de resultar curiosa y un tanto paradójica. Ante la impertérrita mirada de sus compañeros encargados de mantener el orden a la espera de la llegada de políticos y mandos, los policías comparten y repiten los lemas que diferentes sectores sociales reivindican desde hace meses en las calles. “Somos unos ciudadanos más, afectados por los mismos problemas”, señalan los representantes sindicales.
Mientras la cúpula del cuerpo dice víctima del fuego cruzado entre políticos, la base se revuelve presa de “la frustración” y del profundo descontento generado por los recortes. El riesgo de fractura y de que la situación estalle es -coinciden los representantes de los diferentes sindicatos- elevado.
La moral por los suelos, asambleas al alza
“No recuerdo un momento de moral tan baja, de ir a trabajar tan castigados, como ahora”, asegura Toni Castejón, portavoz de CC.OO. “Es frustrante ver cómo la gente está saliendo a autoprotegerse porque la policía no puede garantizar la seguridad, porque no le damos el servicio que deberíamos”, apunta David Miquel. “Parece que los responsables políticos consideran que la ciudadanía de Catalunya no se merece una seguridad de calidad”, abunda Valentí Anadón, del SAP, aunque no haya participado del acto de hoy.
Las asambleas y las protestas son ya una realidad entre los miembros del cuerpo. Y el conflicto colectivo e incluso la huelga, consecuencias previsibles. “Hemos denunciado reiteradamente el riesgo de que la desidia se instale en el cuerpo y eso es muy peligroso porque, luego, tarda mucho en irse”, se queja David Miquel.
Los sindicatos ofrecen motivos para justificar la delicada situación: en los tres últimos años, los sueldos de los mossos se han visto rebajados en un 30%, una media de unos 7.000 euros menos al año. “Hay compañeros que viven en pisos patera porque trabajan a 300 km de su casa y no pueden pagar un segundo alquiler”, denuncia Ramón Labrador. Otros, como los agentes destinados en Viella, duermen al raso para protestar por su precariedad.
“Entendemos que, en tiempos de crisis, hay que apretarse el cinturón, pero los políticos no tienen autoridad moral para imponer estos recortes porque no se los aplican a ellos mismos”, razona David Miquel. “Además de policías, somos ciudadanos y tenemos las mismas sensaciones que los demás”, recuerda Labrador. “¿Cómo voy a multar a alguien por no llevar el cinturón, cuando la situación económica es la que es, y los políticos siguen a tutiplén?”, concluye.
Felicitaciones Antónimas para todos
En lugar de eso, en el Día de las Esquadres, este grupo de mossos otorgan sus diplomas a quienes creen que los merecen: los mossos de Viella, los Policías Indignados y el colectivo de Bàscara que lucha contra el tráfico de camiones en la NII, entre otros.
También reparten ‘felicitaciones antónimas’ y para UGT, “por ser un títere de Interior”; para Oriol Jonqueres, “por ser cómplice de los recortes de CiU; para Alicia Sánchez Camacho, ”por mezclar a los Mossos en el asunto de Método 3“; para Mariano Rajoy, ”por ser un títere de las políticas de la troika“; para todos los mandos policiales, ”por inhibirse de los problemas de los mossos y priorizar la política“; para Felip Puig, ”por defendernos de puertas afuera y darnos por culo de puertas adentro“; para Manel Prats, ”por mantenerse como director de la policía sin tener idea de la seguridad pública“, y para Artur Mas, a quien conceden unas tijeras de oro simbólicas, ”por impulsar el desmantelamiento del Estado del Bienestar“.
Espadaler, que aún no ha dialogado directamente con los sindicatos, tampoco se libra y lo ha podido oír en directo. Los concentrados muestran las fotografías ganadoras del concurso que han convocado en el cuerpo para denunciar las precarias condiciones en las que trabajan. El primer premio se lo lleva el barracón de la Oficina de Atención Ciudadana de Sants en la que recogen las denuncias de los turistas. “Esto sí que daña la imagen del cuerpo”, clama Toni Castejón.
En el interior del Auditorio, el director general de los Mossos d’Esquadra promete mayor sensibilidad y replica a su manera. “Nuestras acciones particulares revierten en el colectivo y, por más legítimas que sean nuestras reivindicaciones, no pueden comprometer la imagen del cuerpo”, desliza Manel Prat.
Para entonces, los mossos concentrados ya han puesto fin a su acto paralelo y devoran unas rebanadas de pan que rebosan chorizo.