Ha fallecido a los 82 años el poeta catalán Joan Margarit. El escritor afincado en Sant Just Desvern, que con insistencia y a través de sus versos buscó respuestas a la pérdida y el olvido, con más de 700 poemas publicados y un reciente Premio Cervantes en 2019, ha muerto a causa de un cáncer linfático. En los últimos meses estuvo trabajando en el libro Animal de bosc, una setentena de poemas escritos durante el confinamiento que iba a publicar pronto.
Arquitecto de profesión y catedrático de cálculo de estructuras en la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC), Margarit casi siempre compaginó su oficio con la escritura, sobre todo poesía aunque también prosa. Siempre con un papelito en el bolsillo, por un lado los versos en catalán y por el otro en castellano, cuenta que acudía de joven a las visitas de obras una hora antes de la cita para poder buscar un bar en el que escribir. De su faceta menos conocida de arquitecto destaca el Anillo Olímpico de Montjuïc (1989) y sus colaboraciones con el equipo director de las obras de la Sagrada Familia.
Desde que publicó Cantos para la coral de un hombre solo, en 1963, el catalán afincado en Sant Just Desvern ha publicado más de una treintena de libros de poesía, lo que le convierte en uno de los autores más prolíficos de Catalunya. Poeta en castellano en sus inicios, le gustaba recordar que fue Miquel Martí i Pol quien le hizo ver ningún gran poeta ha escrito en una lengua que no haya sido la materna.
“Tengo dos lenguas, sí, pero el poema tiene que salir en una. Y entonces, cuando ya lo tienes, luego sí puedes hacer el castellano. Pero no es una traducción, porque cuando los dos poemas están arrancados cada uno sigue su camino. Una novela en dos idiomas es casi lo mismo; un poema, no”, explicaba sobre su relación con ambas lenguas. El jurado del Premio Cervantes destacó que su obra “representa la pluralidad de la cultura peninsular en una dimensión universal”.
Además del Cervantes, a lo largo de su trayectoria Margarit recibió numerosos galardones, como el Premio Nacional de Literatura que concede la Generalitat, en 2008, o el Premio Nacinal de Poesía que otorga el Ministerio de Cultura, ambos por su obra Casa de Misericordia. Más recientemente, en 2017, recibió también el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda.
Margarit nació en Sanaüja, en un pueblo de Lleida, en plena Guerra Civil, episodio que condicionó su infancia y su posterior relación con la escritura igual que lo hicieron sus constantes traslados familiares, que le llevaron desde Figueres hasta Rubí antes de volver a Barcelona, donde cursó el Bachillerato. Años más tarde se instalaron durante un tiempo en las Islas Canarias. Ese ir y venir, contaba en su libro Para tener casa hay que ganar una guerra (2018), le hizo desarrollar lo que más tarde traslucen sus poemas, el concepto de “refugio interior”, la soledad cultivada.
“Este sería el punto de partida de la poesía: la necesidad de construirme la estructura personal más fiable posible”, decía, una suerte “mundo inviolable”. En ese libro, que no son unas memorias sino una voluntad del poeta de diseccionar en público el por qué de su obra, Margarit proclamaba también su compromiso con la verdad a través de la poesía.
Poeta de voz serena, escribió mucho sobre la muerte, con la que tuvo que lidiar por partida doble y de la peor forma: con el fallecimiento de dos de sus hijas. Una de ellas, Joana, dio nombre a un poemario en 2002. Siempre creyó en la poesía como arma para el consuelo y para superar los baches de la vida, aunque advertía: “Lo que no puedes hacer es decir 'espera que me atracan: ¡una pistola!' o 'espera que esta mujer no me quiere, ¡dadme otras!'. La vejez es un bache que te manda al olvido, y la vida no te prepara para el olvido. La cultura te prepara para eso”.
De entre su amplia obra poética en catalán, destacan títulos Vell malentès (1981), El passat i la joia (1983), L’Illa del tresor (1985), Edat roja (1991), Estació de França (1999) o Joana (2002). De estas últimas publicó versiones también en castellano.