Muere a los 87 años la actriz Teresa Gimpera
La actriz Teresa Gimpera ha muerto este martes en Barcelona a los 87 años de edad, ha informado a EFE uno de sus dos hijos. Pocas semanas antes se le había diagnosticado un cáncer. La familia también ha informado de que el velatorio tendrá lugar este miércoles a partir de las 16:00 horas en el tanatorio de Sant Gervasi de Barcelona, donde se celebrará también el funeral, el jueves a las 13:30 horas.
Modelo publicitaria y de pasarela, actriz de cine, teatro y televisión, presentadora y empresaria... Gimpera lo fue todo en aquella Barcelona gris que comenzaba a ver la luz al final del largo túnel que supuso el franquismo. Su carisma cristalizó especialmente en la gauche divine, la naciente clase intelectual catalana que había adquirido conciencia de la tremenda injusticia y el terrible atraso al que aquel régimen dictatorial sometió al país.
Todas esas facetas profesionales, y alguna más, jalonaron la intensa vida de esta musa de la oposición antifranquista y, de hecho, se la rememora como referente de la modernidad, la belleza y la elegancia en aquella España que se desperezaba tras la larga noche dictatorial. Y si hay una imagen que se pueda definir como un icono de lo que supuso Gimpera, sin duda será la fotografía que le hizo Xavier Miserachs en 1966 en la que aparece desnuda y de perfil y con el cuerpo lleno de tampones con el logotipo de la discoteca Boccacio de Barcelona.
Bocaccio fue el lugar de reunión y ocio de la citada gauche divine, un recinto en el que Gimpera reinó rodeada de intelectuales, escritores, fotógrafos, músicos o arquitectos de ideas progresistas y opuestos al régimen. La gran mayoría de ellos tuvieron luego un papel notable en la España democrática, desde Juan Marsé a Óscar Tusquets, Beatriz de Moura, Ricardo Bofill, Terenci Moix, Jaime Gil de Biedma, Oriol Regàs, Colita, el propio Miserachs o la recientemente fallecida Rosa Regàs. En cambio ella, tras una carrera cinematográfica irregular, eligió a finales de los 70 retirarse del foco público.
Una vida de éxitos “por casualidad”
Nada indicaba en la vida de Teresa Gimpera que estuviera destinada a tener la trascendencia que finalmente adquirió en aquella España que llamaba a la puerta de la modernidad. Hija de maestros republicanos de Igualada que se vieron forzados a exiliarse tras la victoria de los fascistas, su familia pasó numerosas vicisitudes en el sur de Francia, donde su padre fue internado en el campo de concentración de Argelet. Finalmente pudieron regresar y se asentaron en la población aledaña a Barcelona de Sant Andreu. A este respecto, Gimpera reconocía que gran parte de las muchas cosas que hizo en la vida fueron “por casualidad”.
Esa casualidad fue la que marcó su inicio como modelo publicitaria: todo empezó cuando un compañero de su marido, que trabajaba en publicidad, le propuso posar para un anuncio de cerveza. La campaña fue un éxito y también la primera campaña de otras muchas que vendrían en la época del consumismo desarrollista, algunas a través de la cámara del reconocido fotógrafo Leopoldo Pomés.
En ellas Gimpera promocionaba desde las famosas burbujas de un cava catalán hasta bañadores, cortinas, cocinas, mantas, medias o calcetines, con anuncios en los que su rostro y su consejo bastaban para vender un producto, incluso sin la necesidad de mostrarlo. Este vídeo recopila algunos de aquellos anuncios:
Pero aunque todos le decían que era muy fotogénica, Teresa Gimpera nunca se consideró una diva ni especialmente guapa cuando era joven. Y ello a pesar de que ya superada la treintena y con tres hijos a su cargo se presentó a dos concursos de belleza que le llevaron a ser proclamada Lady España y Lady Europa en 1969.
Una carrera cinematográfica de altibajos
Gimpera, que había debutado en el cine en 1965 con 'Fata Morgana', de Vicente Aranda, llevaba en el tardofranquismo una frenética actividad cinematográfica que hizo que en 1968 llegara a participar en hasta once películas. No obstante, se trataba de filmes que en la mayoría de los casos alcanzaron una gran calidad y que hoy día han caído en el olvido.
La carrera de Teresa Gimpera hubiera podido cambiar si Alfred Hitchcock, tras hacer un casting para el director británico en Los Ángeles, la hubiera escogido para interpretar a un personaje de la película Topaz, Juanita de Córdoba, una puertorriqueña morena y pasional en el que ella misma no se veía, un papel que le hubiera abierto el camino para hacer varios rodajes con la productora estadounidense Universal.
Pese a todo, Gimpera será recordada por haber sido la musa de la Escuela de Barcelona, protagonizar con Fernando Fernán Gómez la aclamada El espíritu de la colmena, de Víctor Erice, por formar parte de un reparto internacional de un filme sobre el libro Diez negritos, de Agatha Christie, o por integrar el elenco de El largo invierno, junto a Vittorio Gasman, Elizabeth Hurley o Adolfo Marsillach.
Una feminista de su tiempo
Gimpera se consideraba “feminista” por cuanto en la sociedad franquista en la que le tocó vivir, en la que las mujeres debían “pedir permiso para todo” a sus maridos, ella era “completamente autónoma e independiente”, además de haber decidido dejar a mediados de los 60 a su primer marido por el actor norteamericano Craig Hill, una decisión que en aquel momento en España implicaba que una mujer podía ser llevada a la cárcel. Se conocieron en 1966 en el rodaje de la película Amenaza Black Box y tras 25 años de convivencia, la pareja formalizó su relación en 1966.
Teresa Gimpera pasó también por la terrible experiencia de ver morir a su hijo Joan, que falleció a los 28 años, víctima de las drogas y el sida, tras una lucha de más de una década contra su adicción, y de tener que cuidar hasta su muerte a su segundo marido, aquejado de alzhéimer, unos años devastadores que marcaron también su vida.
Una larga vida en la que hubo tragedias y también muchos momentos felices, vivencias que la mayoría de la gente no ha tenido, reconocía Gimpera, quien en su libro autobiográfico solo expresó un deseo para el momento de su muerte: quería que le pintaran los labios como en un día normal.
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