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Muere Jesús Linares, el religioso de la Salle que violó a Alejandro Palomas

Pau Rodríguez

21 de octubre de 2022 19:50 h

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El exprofesor y hermano de La Salle Jesús Linares, que abusó sexualmente y acosó al menos a una quincena de alumnos durante su trayectoria en los colegios de Premià de Mar y Montcada i Reixac, ha fallecido a los 90 años. Una de sus víctimas fue el escritor Alejandro Palomas, quien fue el primero en romper un silencio de décadas alrededor de este pederasta. 

Tras el testimonio de Palomas, una investigación de elDiario.es permitió destapar una quincena abusos cometidos por el religioso entre la década de 1970 y hasta los años 2007 y 2008, incluidos casos en los que la familia lo denunció a la dirección de la Salle y esta se limitó a cambiarlo de clase.

La muerte de Linares, que permanecía en una residencia para hermanos jubilados de la Salle en Cambrils, ha puesto fin a la vía penal. El religioso siempre negó las acusaciones, a pesar de la extensa lista de testimonios que relató este diario. 

La mayoría de abusos de este religioso, cometidos entre la década de los 70 y las de los 90, estaban prescritos, pero dos exalumnas más recientes lo denunciaron, por casos ocurridos en Premià entre 2007 y 2008, y por ello los Mossos d'Esquadra mantenían abierta una investigación. Estando ya jubilado, Linares había regresado de la Salle de Montcada a la de Premià, y allí se había hecho cargo de una enfermería donde había continuado con los tocamientos a los niños y niñas.

Palomas denunció públicamente haber sido violado a manos de Linares a mediados de los años 70. El ahora escritor, que por aquel entonces tenía nueve años, fue objeto de abusos por parte del religioso en repetidas ocasiones en su despacho, pero también fue agredido sexualmente durante una noche que pasó en la enfermería en unas colonias de verano. Palomas también lo denunció a los Mossos, pero el caso se archivó por estar prescrito.

Quienes le trataron recuerdan a Linares como uno de los hermanos con mayor don de gentes, seductor y muy afable con los alumnos. Una de sus prácticas habituales en Premià era castigar a los niños a quedarse por las tardes o el sábado en el colegio y allí les hacía tocamientos. En Montcada, adonde fue trasladado después del caso de Palomas, camufló sus prácticas y abusó sobre todo de alumnas, a las que forzaba a explicar sus intimidades y a las que también manoseaba.